Se dice que uno es más civilizado
en la medida en que se esfuerza por ir más allá de la cultura propia limitada por fronteras reales o
ficticias. Ser civilizado es tener
curiosidad por otros conocimientos, tender puentes y acercarse a ellos con espíritu receptivo. De
esta manera se amplían horizontes, formación
y amplitud de miras. Los hay también, y parecen ir in crescendo, que se
limitan a encerrarse en los usos que conocen porque los consideran mejores a todos los restantes y
muestran cierto grado de animadversión hacia otras culturas y formas de
conducta humana que no comparten. A estas personas siempre se les ha llamado incultas,
ignorantes, cerradas... Por eso siento, y no puedo ocultarlo, fobia por todas ideologías que pecan de supremacismos
petulantes y palmaria estrechez de
miras...
viernes, diciembre 28, 2018
jueves, diciembre 20, 2018
Mi atípico árbol de Navidad
Este árbol - chopo cabecero - y el texto que cuelga entre sus ramas nacen de las difíciles circunstancias que estamos viviendo en Cataluña. No sé qué se pensará en el resto de España a tal respecto...
sábado, diciembre 15, 2018
XL ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN. ¿Y AHORA QUÉ?
La Constitución vigente acaba de cumplir 40 años de vida.
Indudablemente estableció las bases de
un Estado democrático y dio respuestas válidas a una ejemplar transición
política más alabada y reconocida en el exterior que dentro. Cierto es también
que algunas de estas respuestas ya no son válidas para afrontar las circunstancias
actuales y el futuro más inmediato. La renovación de la misma exige un consenso
similar al que la alumbró en 1978. Hay que seguir buscando soluciones para que
el interés general esté siempre por encima de los intereses legítimos de cada
uno. La duda que nos asalta es si se sabrá establecer dicho o similar consenso
que permita profundizar en la democratización, en la justicia social y en la
defensa de los derechos y libertades de todos. Los partidos políticos de ayer y el conjunto de la sociedad estuvieron a la altura de las circunstancias sacrificando intereses propios en
beneficio del acuerdo. ¿Sabrán estar hoy a la misma altura?
sábado, diciembre 08, 2018
Mentiras fundamentales sobre Cataluña Por Xavier Diez - 19/11/2018
Con esta entrada finalizo la publicación del artículo de Xavier Diez publicado en el Diario 16. No sé si ha contribuido a aclarar ideas y dudas o a incrementarlas. Es difícil opinar sobre un tema que alimenta más las emociones que la capacidad de raciocinio. En cualquier caso quiero que quede claro que mi propósito no ha sido otro que provocar debate. También poner de manifiesto, una vez más, que todo lo que sea levantar muros, destruir puentes y manifestar supremacismo de unos frente a otros me produce un gran desasosiego porque la convivencia queda inevitablemente dañada. Los nacionalismos, todos, provocan dichas secuelas. Lo repetiré una y otra vez: los patriotismos son otra cosa...
Agradezco encarecidamente todos los comentarios publicados en este espacio y también los correos electrónicos que he recibido de quienes han preferido dicha modalidad de comunicación. De lo que manifiestan unos y otros se aprende siempre.
Mentira número 5: son golpistas
Mentira número 5: son golpistas
Esta
es el mantra más repetido por la derecha nacionalista española, que considera
que el referéndum del 1 de octubre, junto con su preparación y su incardinación
en el marco jurídico, así como la declaración de semanas después fue un “golpe
de estado”. Resulta más que curioso que aquellos que no tienen problemas a
minimizar, y en algunos casos a reivindicar el régimen franquista, sean
aquellos que más se desgañiten para exigir la aplicación permanente del
artículo 155.
Sí que hubo un golpe, pero fue inducido por el jefe del estado en su alocución (un implícito llamamiento a la represión) del 3 de octubre. Sus palabras fueron interpretadas como una carta blanca por parte de los cuerpos policiales y el poder judicial (y el TC) para encarcelar con cargos ficticios a buena parte de sus protagonistas, para impedir el nombramiento del presidente Puigdemont forzando vergonzosamente la legalidad o para acusar de terrorismo a quienes cortaban carreteras poseyendo pitos amarillos, como es el caso de Tamara Carrasco. Los jueces europeos no se podían creer lo que veían, de manera que diplomáticamente han desautorizado la justicia-ficción elaborada desde el Supremo, rebajándola reiteradamente por los tribunales europeos a la segunda división europea, justo al lado de Turquía.
Bonus Track núm. 2: es paradójico que, teniendo en cuenta que la generalización constitucional de las autonomías (el Café para Todos) se realizó, indiferentemente de la voluntad de la mayoría de territorios, y con un mapa autonómico surrealista, para diluir la innegable condición nacional de Cataluña y el País Vasco, a lo largo de la aplicación del 155, el único territorio sin autonomía fuera precisamente éste.
Sí que hubo un golpe, pero fue inducido por el jefe del estado en su alocución (un implícito llamamiento a la represión) del 3 de octubre. Sus palabras fueron interpretadas como una carta blanca por parte de los cuerpos policiales y el poder judicial (y el TC) para encarcelar con cargos ficticios a buena parte de sus protagonistas, para impedir el nombramiento del presidente Puigdemont forzando vergonzosamente la legalidad o para acusar de terrorismo a quienes cortaban carreteras poseyendo pitos amarillos, como es el caso de Tamara Carrasco. Los jueces europeos no se podían creer lo que veían, de manera que diplomáticamente han desautorizado la justicia-ficción elaborada desde el Supremo, rebajándola reiteradamente por los tribunales europeos a la segunda división europea, justo al lado de Turquía.
Bonus Track núm. 2: es paradójico que, teniendo en cuenta que la generalización constitucional de las autonomías (el Café para Todos) se realizó, indiferentemente de la voluntad de la mayoría de territorios, y con un mapa autonómico surrealista, para diluir la innegable condición nacional de Cataluña y el País Vasco, a lo largo de la aplicación del 155, el único territorio sin autonomía fuera precisamente éste.
Mentira número 6: Se ha roto la convivencia
El
mes pasado conocí a un joven de Ceuta que había encontrado trabajo en Girona
como educador. Confesó que, cuando explicó a su familia que se venía a Cataluña,
su madre lloraba desconsoladamente como si hubiera sido enviado a la Guerra del
Vietnam. Llevaba ya algunas semanas aquí y pudo comprobar que todo lo que le
habían explicado sobre Cataluña era mentira. Que nadie le perseguía por no
hablar catalán (como sucede con el 20% de la población). La idea de la ruptura
de la convivencia no es ningura realidad, sino un proyecto deliberado dirigido
por Ciudadanos y que como ya confesó públicamente uno de sus líderes, Jordi
Cañas, anhela la ulsterización del país. No es fácil que esto suceda, porque la
sociedad catalana es sumamente compleja y heterogénea y lleva ya un siglo
administrando la diversidad. En las familias, lugares de trabajo, sindicatos,
comunidades de vecinos, grupos de amigos existen opiniones dispares, pero no se
ha roto ninguna a causa del independentismo. Si algún núcleo familiar se ha
dejado de hablar es a causa de razones mucho más profundas y personales. En
entidades de la sociedad civil, como el sindicato CCOO, tras una consulta
realizada este año, el 40% de los afiliados se declaran independentistas, pero
no existe ningún movimiento que indique que la entidad se vaya a romper con una
dirección que se, no sin cierta ambigüedad, se desmarca del independentismo. En
otras palabras, a pesar de los intentos de división por parte de partidos como
Ciudadanos o el PP, o la intoxicación mediática, Cataluña no se rompe, sino lo
que se está rompiendo son los lazos personales, económicos y culturales con una
España que parece llevar puesto el implante que contempla a los catalanes que
ejercen como tales como “roaches” o cucarachas. Porque buena parte de los
catalanes, sean independentistas o no, están bastante hartos de un estado que
se esfuerza en mostrar a diario su hostilidad y que posee un doble rasero a la
hora de tratar a sus ciudadanos. No es normal que una chica como Tamara
Carrasco, que ha participado en un corte de carreteras y se le haya encontrado
en casa “una careta de Jordi Cuixart y un pito amarillo”, haya sido acusada de
“terrorismo” por la Audiencia Nacional, y en cambio, un ultraderechista, amigo
de la Guardia Civil, con un gran arsenal de armas de juego y que tenía
planificado atentar contra el presidente de gobierno, no sea considerado
terrorista.
Bonus
Track núm. 3. Se
ha hablado de acoso y agresiones a unionistas, e incluso se ha magnificado el
hecho que al juez Llarena se le haya pintado de amarillo el portal de su casa.
Pero lo cierto es que los actos de violencia registrados van en una única
dirección. Tras los 1.066 heridos del 1 de octubre contra los ciudadanos que
pretendían votar, según el prestigioso Anuari.Cat, se registraron, entre
octubre de 2017 y febrero de 2018, 139 incidentes violentos de carácter
ideológicos, todos ellos ejecutados por la ultraderecha, entre los cuales,
varias veces han participado personal de las fuerzas policiales del estado.
Ello ha implicó decenas agresiones físicas por llevar lazos amarillos y un
total de 101 heridos de diversa consideración. Uno de los periodistas más
destacados en el conocimiento de la ultraderecha (y uno de los más amenazados
de Europa) fue agredido por un agente de policía de paisano, entre multitud de
testigos y pruebas gráficas, al grito de “Arriba España” y “Viva Franco”. En
los días de octubre, varios coches de ciudades como Girona, Cassà o Verges
aparecieron con las ruedas pinchadas. Precisamente en Verges, ciudad natal de
Lluís Llach ha sido atacada varias veces por comandos ultraderechistas. El
coche particular de la diputada republicana Jenn Díaz fue destrozado, Catalunya
Ràdio y una escuela de Barcelona fue asaltada violentamente por una
manifestación ultra y así un sinfín de situaciones silenciadas en los medios
españoles. Desde este punto de vista, el nacionalismo español busca
desesperadamente romper la convivencia.
Mentira número 7: No hay presos políticos ni exiliados, sino políticos presos y huidos de la justicia
Mentira número 7: No hay presos políticos ni exiliados, sino políticos presos y huidos de la justicia
Sé
que esto es duro para muchos españoles que tienen en alta estima su país. Pero,
tras los acontecimientos de octubre, el “a por ellos judicial” implica que
personas de una calidad humana intachable han sido encarcelados preventivamente
por formar parte de un gobierno, desconvocar una manifestación o permitir un
debate en el Parlament, lo que contrasta, por ejemplo, con el caso de la Manada
u crímenes de gravedad extrema o corrupción evidente. La situación se entiende
únicamente a partir de las instrucciones jerárquicas de una judicatura, que, en
los niveles estratégicos, mantiene un franquismo evidente, y probablemente
tiene mucho que ver con instrucciones tácitas de una jefatura del estado que no
oculta su odio hacia unos catalanes, que en más de un ochenta por ciento se
declaran republicanos. Amnistía Internacional, 40 premios Nobel, magistrados
alemanes, belgas, suizos o británicos han denunciado lo que los medios
españoles se obstinan en reconocer: son presos políticos y exiliados. A
cualquier profesor o catedrático de derecho le estalla la cabeza ante este acto
de derecho-ficción. Pero, por si hacía falta alguna indicación más, los varapalos
judiciales europeos a la hora de negar todas las extradiciones hacia los
líderes independentistas exiliados, han dejado a la judicatura española a la
altura de la turca. De hecho, no creo nada casual que a Felipe VI le sentaran
al lado del presidente Erdogan en la ceremonia del centenario del final de la
Primera Guerra Mundial. Incluso el Supremo ha retirado las euroórdenes ante la
evidencia, lo que implica claramente que en ningún caso sean “huidos”, puesto
que pueden circular por todo el mundo menos en un país llamada España y en una
Cataluña donde se aplica, a la práctica un “estado de excepción”.
Bonus Track núm. 4: Es bien conocido que antes del 1 de octubre, uno de los juzgados de Barcelona se dedicó a investigar ilegalmente al mundo independentista, y que tras el “a por ellos judicial”, se encausó a más de 1.200 personas por cosas del estilo “alcaldes que firman manifiestos”, tuiteros, manifestantes o maestros que fueron denunciados, a instancias de los mandos de los cuarteles, o por páginas web anónimas por supuesto adoctrinamiento. En otros términos, una “causa general” contra el independentismo y los “delitos de opinión”. En el momento en que estos casos han pasado por jueces ordinarios, todo ha sido archivado. A pesar del deterioro del sistema judicial, la mayoría de magistrados no parecen dispuestos a sacrificar su integridad profesional y ética (a pesar de que ello les impida progresar en su carrera). Por cierto, todo forma parte de una trama destapada por periodistas denominada “Operación Cataluña”, a cargo de políticos conservadores y cloacas del estado. Este conjunto de informaciones periodísticas probadas y contrastadas se resumieron en un documental que se pasó en Cataluña y el País Vasco, y que ha sido vetado por las televisiones generalistas.
Mentira número 8: Nadie reconocerá a Cataluña / Cataluña nunca será independiente
Bonus Track núm. 4: Es bien conocido que antes del 1 de octubre, uno de los juzgados de Barcelona se dedicó a investigar ilegalmente al mundo independentista, y que tras el “a por ellos judicial”, se encausó a más de 1.200 personas por cosas del estilo “alcaldes que firman manifiestos”, tuiteros, manifestantes o maestros que fueron denunciados, a instancias de los mandos de los cuarteles, o por páginas web anónimas por supuesto adoctrinamiento. En otros términos, una “causa general” contra el independentismo y los “delitos de opinión”. En el momento en que estos casos han pasado por jueces ordinarios, todo ha sido archivado. A pesar del deterioro del sistema judicial, la mayoría de magistrados no parecen dispuestos a sacrificar su integridad profesional y ética (a pesar de que ello les impida progresar en su carrera). Por cierto, todo forma parte de una trama destapada por periodistas denominada “Operación Cataluña”, a cargo de políticos conservadores y cloacas del estado. Este conjunto de informaciones periodísticas probadas y contrastadas se resumieron en un documental que se pasó en Cataluña y el País Vasco, y que ha sido vetado por las televisiones generalistas.
Mentira número 8: Nadie reconocerá a Cataluña / Cataluña nunca será independiente
Resulta
muy arriesgado, en política, o en la vida en general, utilizar el futuro
imperfecto. Ni quien esto lea, ni quien escribe posee la facultad de adivinar
el futuro. Pero con cierta formación y honestidad intelectual podemos intentar
aprender del pasado y comprender el presente. Ahora que se cumplen cien años
del final de la primera guerra mundial es necesario saber que en Europa se ha
pasado de 26 estados independientes a 51, lo que implica un promedio de uno
cada cuatro años. Y, aunque cada caso tiene sus peculiaridades, se repite un
mismo patrón: un estado grande y plurinacional incapaz de administrar su
diversidad. A diferencia de dos décadas atrás, en Cataluña existe una masa
social suficientemente amplia que ha abrazado el independentismo como proyecto,
lo que supone una espada de Damocles sobre Madrid y que hace de España un
estado tremendamente frágil y vulnerable. Es cierto que a ningún país europeo u
occidental le hace demasiada ilusión la independencia de Cataluña. Pero la
regla número uno de las relaciones internacionales es el interés; i la número
dos, la hipocresía. Varios gobiernos pueden utilizar el “conflicto interno”
para presionar a las autoridades españolas para conseguir favores o tratados
que les suponga un beneficio (y que perjudiquen a la sociedad y la economía
española). De hecho, ya está pasando, cuando la flota rusa ha podido
reabastecerse en las colonias españolas del norte de África. Y, por supuesto,
el reconocimiento de Cataluña no se producirá… hasta que se produzca. La
actuación burda y estúpida del gobierno español ha acelerado, además, la
degradación de su prestigio internacional (la presencia de España ya se ha
visto afectada a partir de la relegación en varios organismos internacionales
como la OSCE o la UE) y su situación diplomática (especialmente gracias a
ministros de competencia discutible como Margallo o Borrell) lo hace estar en
una situación de debiliad. En contraposición, la forma cómo Canadá, con un
problema parecido, encaró el conflicto, mediante un referéndum, unas reglas
claras y una negociación posterior hizo de este país norteamericano una
potencia más sólida que antes de 1980.
Mentira número 9: los catalanes son supremacistas / nacionalistas / nazis, …
Mentira número 9: los catalanes son supremacistas / nacionalistas / nazis, …
Esta
ha sido una de las más repetidas últimamente al más puro estilo goebbeliano. Se
fundamenta probablemente en el hecho tradicional de que Cataluña es una
sociedad tradicionalmente más urbanizada que España y que ciertamente algunos
sectores del catalanismo no siempre han sido muy diplomáticos en su relación
con Andalucía. Ciertamente, personajes como Antoni Duran Lleida (por cierto, un
reconocido unionista y representante de lo más rancio y apolillado de la
antigua burguesía catalana) utilizó en más de una ocasión los tópicos sobre
andaluces vagos. Pero la realidad es bastante diferente: la propia Constitución
establece una asimetría en las relaciones entre lenguas y culturas: obliga a
conocer el español, pero no el catalán, al cual trata como lengua de segunda
fila. Es más, el estado ha saboteado cualquier intento de que éste, con más de
diez millones de hablantes (y que es hablado por uno de cada cinco ciudadanos
del estado), sea oficial en España o en la Unión Europea, donde sí que lo es el
maltés, el esloveno o el finés, con muchos menos hablantes. Además, el trato
del estado al catalán se ha caracterizado por un desprecio sistemático. Resulta
muy sintomático que existan más cátedras universitarias de catalán en Alemania que
en la España monolingüe. Los catalanes no se sienten superiores a los
españoles, ni a los portugueses, ni a los argentinos, sino algo que parece
molestar mucho más: iguales. Es España la que se niega a dar un trato
igualitario, de nación a nación. Es cierta incapacidad ontológica de aceptar de
que Cataluña es una nación que, de acuerdo con las teorías de Bennedict
Anderson, Ernest Gellner, Anthony Smith hace que este territorio y las personas
que lo componen se puedan identificar como tales. Incluso la floja definición
de la Real Academia de la Lengua “conjunto de personas de un mismo origen y que
generalmente hablan la misma lengua y poseen una tradición común” se acomoda a
una realidad objetiva. Sí, ciertamente muchos tienen tatuada la creencia que
los catalanes se han inventado su pasado y que hablan catalán para fastidiar.
Pero creer en ello no significa que la realidad no pase por encima del deseo
del nacionalismo español de homogeneizar el estado al más puro estilo francés.
Desde
el nacionalismo banal de quien posee un estado (Michael Billig nos recuerda que
son éstos quienes disimulan su nacionalismo a partir considerar la exhibición
de sus símbolos como algo natural), se considera a quien no comulga con la idea
cuasi religiosa de la unidad de España como un hereje, y utiliza el apelativo
de “nacionalista” para desacreditarlo. Pero, como ya hemos señalado, Cataluña
es una sociedad plural y compleja y sus deseos de independencia responden a un
proyecto de ruptura respecto a un estado hostil y autoritario. Para ello han
desarrollado unas redes de sociedad civil que permiten movilizarse activamente
por cientos de miles. En vez de tratar de entender por qué hay tantas personas
que ya no quieren ser españolas, buena parte de la opinión pública y publicada ha
decido relacionarlas con la Alemania nazi… paradójicamente por parte de un
estado que acogió a miles de ellos, que fue construida en su forma actual
mediante el franquismo, y que utiliza la represión para tratar de mantener un
statu quo crecientemente discutido.
Apunte final: España debería visitar al psicoanalista
Apunte final: España debería visitar al psicoanalista
En
este apagón informativo / implante cerebral que rige la conducta de buena parte
de la sociedad española (no olvidemos que 6 de cada 10 españoles justifican la
represión contra los independentistas, tratados como “roaches” o “cucarachas”)
hay datos que muchos, diría que casi todos, desconocen. Si hablamos de la
Cataluña contemporánea, exceptuando a José Montilla (2006-2010), todos,
absolutamente todos los presidentes catalanes han sido víctimas de la represión
del estado. Prat de la Riba, primer presidente de la Mancomunidad (una
pre-autonomía anterior a la República, entre 1914 y 1924) murió prematuramente
a causa de los diversos encarcelamientos en su etapa de líder catalanista.
Francesc Macià (1931-1933) fue exiliado y encarcelado varias veces. Lluís
Companys (1933-1940) fue encarcelado, exiliado, entregado por la Gestapo a
España, y finalmente fusilado. Josep Irla (1940-1954) fue exiliado y su
patrimonio robado por el franquismo. Josep Tarradellas (1954-1980) pasó 38 años
en el exilio. Jordi Pujol (1980-2003) fue represaliado por el franquismo y pasó
algunos años en prisión. Pasqual Maragall (2003-2006) fue defenestrado por el
partido socialista, y cruelmente difamado por los medios españoles. Artur Mas
(2010-2016) ha sido procesado y finalmente le han incautado su patrimonio en un
acto de venganza del estado. Y, Carles Puigdemont también ha tenido que
exiliarse. ¿Qué le pasa a España con los catalanes?
Durante
siglos, Cataluña ha buscado inútilmente su encaje con el estado. Pero las cosas
han cambiado, probablemente de manera definitiva. Una parte substancial, quizá
mayoritaria y en ascenso, ya no quiere saber nada de una España empapada de
franquismo y catalanofobia. O peor aún, de una España que, a la manera
inquisitorial, ve en la existencia de una identidad nacional alternativa como
una peligrosa herejía. Ahora, una masa social resentida y organizada
aprovechará la mínima oportunidad para completar su proyecto o desestabilizar
al estado. Ya sé que soy ingenuo, porque cualquier analista venido de cualquier
sitio sabe perfectamente que es a partir del diálogo y la negociación que un
conflicto de esta magnitud puede tener algún viso de solución. Pero para ello,
la sociedad española debe arrancarse el implante que llevan puesto para poder
leer la realidad de manera objetiva.
lunes, diciembre 03, 2018
Mentiras 3 y 4 sobre el independentismo catalán (movimiento burgués souflé)
Mentira número 3: el independentismo es un movimiento burgués
Esta
es una acusación típica lanzada desde las izquierdas en base a una lectura
indigesta de un Marx poco leído y desde el mal comprendido texto de Jordi Solé
Tura sobre el catalanismo. En cierta manera, esta es una afirmación categórica
y simplificadora que contiene algunos elementos que llevan a tener este
análisis erróneo. En primer lugar, la propia idea de “burguesía”, entendida a
la manera tradicional, es decir, patrones, propietarios de empresas y de gran
capital, hoy en día es más que discutible de acuerdo con las nuevas reglas del
juego del capitalismo neoliberal. Pero lo que llamaríamos la alta burguesía
catalana, vinculada a los negocios en base a sus relaciones privilegiadas con
el poder político es más que hostil al republicanismo. Según los diversos
estudios sociológicos y demoscópicos sobre la cuestión, en Pedralbes, el barrio
paradigmático de las clases altas barcelonesas, el sentimiento independentista
no llega al 40%. En cambio, sí existe una mayoría de independentistas en lo que
serían las clases medias y sobre todo las nuevas clases medias emergentes, muy
vinculadas con parámetros más objetivos como el nivel de estudios. Así, según
el barómetro de opinión pública de 2017, se consideran independentistas quienes
poseen una titulación de Bachillerato y FP (51%), y estudios universitarios
(entre el 61-63%), mientras es minoritario entre quien posee la ESO (42%) o no
posee estudios (20%). Esto se complementa con la edad: 59% favorable a la
independencia, 29% en contra para el segmento de 18 a 24 años; 58% a 32% para
quienes tienen entre 25 y 35 años; 48% a 39% entre los 36 y 49 años, y
solamente el unionismo empieza a ser mayoritario para los mayores de 50; 43%
independentistas respecto al 47% unionistas entre 50-64 años y 40% a 51% entre
mayores de 65. Esto ofrece un panorama complejo, silenciado en los medios
españoles, que tiene menos que ver con la clase que con el nivel de
politización, arraigo y participación social. En otros términos, el
independentista no es ningún “roach” ni burgués, sino una persona nacida en
Cataluña, con estudios postobligatorios, que participa activamente de la vida
social de su comunidad, que ideológicamente mantiene valores democráticos, se
considera de centro-izquierda y cuyas motivaciones suelen estar más en
construir un futuro libre de la hipoteca del franquismo superviviente de la
Transición, algo, por cierto, muy lejos de los tópicos insertados en el chip
que los medios madrileños y la clase política del estado ha implantado en la
percepción de la sociedad española.
Mentira número 4: el independentismo es un souflé
Esta
fue la excusa para no hacer nada cuando las cosas empezaron a deteriorarse a
raíz del culebrón del Estatut de 2006. Desde el entorno nacionalista español,
fomentado en el bipartidismo PSOE-PP, pero sobre todo desde el potente
franquismo sociológico que nunca se fue, se consideró que las heridas abiertas
por los ataques catalanófobos durante la tramitación, aprobación y sentencia
del Estatut generaría un malestar pasajero. Acostumbrados al pactismo
pujolista, las instituciones del estado cometieron el error típico de analizar
situaciones nuevas con categorías viejas y no fueron capaces de percibir las
mutaciones sociales y políticas profundas que ya se intuían des de la década
anterior, en el que buena parte del independentismo iba saliendo del armario
catalanista, e incluso se iba gestando un independentismo postnacional, que
contempla el derecho a decidir como algo natural y la monarquía centralista
como algo insoportablemente retrógrado. Mientras las difamaciones sobre el
sistema de inmersión, las descalificaciones hacia el nacionalismo ajeno (sin la
autocrítica del propio), los fracasos de las políticas de memoria histórica se
iban sucediendo, entre las generaciones que no vivieron el franquismo ni la
Transición se estaba cociendo un cambio de paradigma político: la idea que la
Transición había fracasado a la hora de administrar la cuestión de la
plurinacionalidad del estado, que la monarquía se trataba de la continuación
del franquismo por medios constitucionales, y que la reforma (especialmente la
necesaria transformación de una mentalidad española que no parece capaz de tratar
de igual a igual a aquellas realidades nacionales no castellanas) era
imposible. Y, aunque pareciese una paradoja, la independencia era la opción más
realista para vivir sin la interferencia, no solamente del franquismo
omnipresente en los mecanismos estratégicos del estado, sino de una nación, la
española, que no admitía otra relación que la subordinación de quienes no
comparten sus referentes culturales e ideológicos.
Es
así como el independentismo fue creciendo de manera continua hasta llegar a
casi la mitad de los residentes catalanes. Los acontecimientos del último año,
mediante una represión que recuerda a la de la primera mitad de los setenta,
los presos políticos, los exiliados, la criminalización de la disidencia, no
está reduciendo en absoluto su número. Y la composición demográfica del
republicanismo hace suponer que éste se reforzará con el paso del tiempo
(Continuará)
(Continuará)
lunes, noviembre 26, 2018
Mentira número 2: Lo de la independencia es por el dinero (Mentiras fundamentales sobre Cataluña (Diario 16)
Se
trata de una falsedad muy arraigada, a la cual ha contribuido una parte no
desdeñable del catalanismo conservador y su discurso –a pesar de todo, bien
documentado- sobre la discriminación económica del país. Pero la cuestión
económica no es una causa, sino una consecuencia del poder asimétrico entre
aquellos territorios -y grupos sociales- que perdieron la guerra civil, y que
al no existir unos juicios de Nuremberg no se rectificó. El poder real que se
asentó entre las élites franquistas ha fomentado cierto feudalismo económico,
mediante unas políticas parasitarias asentadas en el poder financiero y
económico de carácter rentista y el alto funcionariado del estado, con una
mentalidad latifundista. El Madrid político -que, por cierto, domina los medios
de comunicación- ha manipulado la política para sabotear el crecimiento y
desarrollo de polos económicos alternativos, no solamente en Cataluña, sino
también, y muy especialmente en el País Valenciano, donde la discriminación
fiscal es aún más profunda.
El
verdadero factor de fondo que explica el independentismo es un choque de
culturas políticas. Como ha demostrado la evolución del estado, especialmente a
partir del momento en el que el franquismo desacomplejado de Aznar llegó al
poder –sobre todo a raíz de la mayoría absoluta de 2000- ha chocado con la
hegemónica cultura política antifranquista que caracteriza transversalmente a
la sociedad catalana. Como los hechos han demostrado en base a una causa
general contra el independentismo, Cataluña se quiere ir porque ha comprobado
la naturaleza profundamente antidemocrática del estado español, cada vez con un
comportamiento más próximo a Turquía. Cataluña quiere romper con España, porque
los últimos acontecimientos este gesto representa romper con el franquismo (y
la cultura franquista) hegemónica en el estado, y crecientemente aceptada por
acción (pero, sobre todo, por omisión) por la mayoría de la sociedad. Cataluña
quiere romper con España porque es republicana, mientras casi nadie cuestiona
una monarquía puesta a dedo por el Pol Pot mediterráneo que fue Franco.
(Continuará)
miércoles, noviembre 21, 2018
Mentiras fundamentales sobre Cataluña (Diario 16)
Una amiga, a la que admiro y profeso un gran afecto, pero con la que mantengo notables discrepancias sobre el conflicto de Cataluña/España, me envía el artículo que comienzo a publicar en esta entrada. Cuanta más y plural información tengamos sobre este episodio, mejor podremos alimentar nuestro propio criterio
Mentiras fundamentales sobre Cataluña
Por
Xavier Diez - 19/11/2018
El
quinto episodio de la tercera temporada de la serie británica Black Mirror,
Men Against Fire podría servir como la mejor metáfora a la hora de
comprender la manipulación mediática y operación de guerra sucia para
administrar el conflicto catalán. Para quien no lo haya visto, una breve
descripción de la trama. En un futuro distópico, una organización militar se
dedica a perseguir y exterminar una raza mutante (los roaches o cucarachas)
que se esconden en lugares poco accesibles y presentan un aspecto aterrador,
emitiendo gruñidos incomprensibles, y de quien se dice que se dedican a la
violencia. Cada soldado posee un implante neuronal que sirve para agudizar sus
sentidos y así perfeccionar su eficacia letal. En una de las persecuciones, el
protagonista recibe una descarga de luz que le sobrecarga en el chip, hasta que
éste empieza a fallar. Es así como, no solamente empieza a darse cuenta que el
implante le engaña sobre su propia existencia, mucho más gris de lo que le
muestran unos sentidos manipulados, sino que la presunta raza mutante,
corresponde en realidad, a humanos como a él, y que los gruñidos son,
simplemente palabras que puede comprender fácilmente. Porque, en realidad, el
chip sirve para distorsionar su percepción y, así, deshumanizar a las víctimas,
porque en cierta manera, el implante es como la propaganda en tiempo de guerra:
anula la capacidad de empatía a fin de ser manipulados al antojo de sus mandos,
y así poder practicar la violencia sin cuestionamientos morales ni
remordimientos.
Men
Against Fire nos
sirve para describir el trato mediático y político a Cataluña en los últimos
años. Los medios de comunicación convencionales, así como buena parte de las
redes sociales se han concentrado a atizar el odio contra Cataluña y a realizar
unas tareas de manipulación informativa descaradas. Desde programas como Espejo
Público, los informativos de las cadenas generalistas, los medios digitales, la
prensa de Madrid se establece una competición a ver quién es más
antiidependentista. De hecho, los independentistas son tratados y
distorsionados como los “roaches” o “cucarachas”, y, de hecho, los tópicos
usados no difieren de los recursos utilizados por los antisemitas en
Centroeuropa en los años que precedieron a la segunda guerra mundial. Esto se
complementa con un apagón informativo sobre lo que sucede realmente en una
Cataluña que, por su parte, y ante la bacanal de mentiras mediáticas, ha dado
la espalda a estos medios (la caída del consumo televisivo respecto a las
cadenas con sede en Madrid, así como con las cabeceras de los periódicos
tradicionales tiene magnitudes históricas). La ofensiva del odio ha conseguido
serrar los cables que mantenían unida una ciudadanía diversa a un estado que,
vista la represión del 1-O y posterior, y los silencios cómplices de la
sociedad civil española, difícilmente se podrán recoser. El divorcio mental ya
es una realidad. Y esto se convierte en un grave problema político que no hará
sino empeorar mientras no se aborde mediante la política y desde una democracia
que tiene que ver con las urnas y el pacto –como entienden los
independentistas-, y no con las leyes y la represión -como practica el
nacionalismo español amparado en sus instituciones-
Por
supuesto, para deshumanizar a catalanes (como previamente se había hecho con
los vascos, o con los disidentes respecto al postfranquismo que domina los
resortes del estado) es necesario un relato que justifique el odio. Y para
ello, es necesario construir mentiras, que para que sean creíbles, requieren
dosis homeopáticas de verdad. Esto no pretende ser un inventario exhaustivo,
pero sí contiene elementos bastante repetidos desde los medios de comunicación
y responsables políticos y que, o bien se han instalado como creencias
recientes, o bien llevaban mucho tiempo instaladas en el subconsciente
colectivo de buena parte de la sociedad española en una relación España-Cataluña
siempre conflictiva. No olvidemos que ya en el siglo XVII, Quevedo, un
precursor de intelectual orgánico y de los tertulianos contemporáneos, ya
consideraba a Cataluña como “aborto monstruoso de la política.”
Mentira número 1: Cataluña
“Las
familias se rompen”, “se persigue a los ‘constitucionalistas’”, … En fin.
Cualquiera que tenga un mínimo contacto con la realidad, comprobará esta
falacia de magnitudes olímpicas. La cuestión del independentismo,
contrariamente a la burda propaganda impulsada por Ciudadanos, no divide a la
sociedad catalana en absoluto, sino que, como cualquier otra cuestión polémica,
permite visibilizar opiniones y posiciones diferentes. Toda sociedad
democrática se caracteriza por su capacidad de administrar discrepancias, y el
discurso catastrofista suele utilizarse como mecanismo, más que conservador,
inmovilista. La cuestión de la independencia puede dividir tanto o tan poco
como el aborto, la legalización de la prostitución, la inmigración, la
multiculturalidad, la permanencia en la Unión Europea o los matrimonios de
personas del mismo sexo. Las personas y familias pueden mantener discusiones
tensas sobre cuestiones trascendentes que marcan los conflictos contemporáneos.
Pero la actitud de evitar administrar la complejidad del presente o de decidir
sobre temas importantes, no es de conservadores, sino de reaccionarios. Vetar
los debates o impedir la búsqueda de soluciones suele venir acompañado de
argumentos falaces en base a un pasado idealizado (y, por tanto, falso) que
viene a romper la teórica armonía de una supuesta arcadia feliz, en un
mecanismo intelectual que recuerda al integrismo religioso. La actitud de, “no
tratemos el tema de la autodeterminación, porque eso romperá familias” no es
muy diferente a “no legalicemos el divorcio porque el país se sumirá en el caos
y la anarquía”, que sostenían los franquistas a inicios de los ochenta, “no
toleremos la libertad sexual de las mujeres, porque eso va en contra de la
voluntad de Dios”, que sostienen los fanáticos religiosos, o “impidamos que los
hijos de los inmigrantes puedan adquirir la ciudadanía porque esto va a romper
con los valores de la nación” que intenta poner en práctica Donald Trump.
Bonus
Track 1: A
lo largo del último siglo, el nacionalismo catalán ha debatido reiteradamente
sobre “quién es catalán”. Fue durante los años sesenta, en un momento en el que
la inmigración peninsular hizo que la población catalana se duplicara en
cuarenta años, y que llegó un momento, hacia mediados de los setenta, en que
había más residentes nacidos fuera que dentro de Cataluña. En estas
circunstancias extraordinarias, se llegó a un acuerdo tácito. La fórmula, a
medias entre Jordi Pujol, Paco Candel y el antifranquismo militante fue: “es
catalán todo aquél que vive y trabaja en Cataluña”, a la cual sigue una
coletilla que no siempre se recuerda: “y que no le sea hostil”, dirigida
especialmente a las jerarquías de altos funcionarios y policías franquistas
instalados en el Principado como garantes de la represión. Cambiemos
ligeramente los términos: “¿Quién es español?”. Administrativamente, quien
posee la nacionalidad, que por si no lo saben, en España funciona el “ius
sanguinis”, lo que implica que a los residentes de otra nacionalidad y sus
descendientes no se les consideran españoles. Bien. ¿Es español aquel residente
británico que no habla español ni bajo tortura y que desprecia continuamente su
identidad, símbolos y costumbres? La respuesta es obvia. En el caso catalán,
buena parte del “constitucionalismo”, en realidad, un postfranquismo poco
disimulado, implica que amplios segmentos de los residentes de Cataluña odian,
desprecian o ignoran aquellos elementos definitorios y muestran una amplia
hostilidad hacia el territorio, su lengua, costumbres y deseos de sus
ciudadanos. Debemos recordar que Ciudadanos fue un partido creado expresamente
en Barcelona para canalizar el odio hacia lo catalán, y que representa a los
herederos intelectuales de los altos funcionarios y policías garantes de la
represión. En sus manifestaciones es muy habitual que se paren a homenajear al
cuartel de la Policía Nacional de Vía Layetana, conocido por ser un centro de
torturas y atentados contra los derechos humanos desde inicios de siglo XX, un
verdadero Abu Grahib ibérico.
(Continuará)
jueves, noviembre 15, 2018
VICTIMISMO CRÓNICO
El que más y el que menos, en alguna situación de su vida, ha tenido que
asumir el rol de víctima. En general,
este papel se asume en base a hechos objetivos que sirven de justificación de
dicho desamparo. Sin embargo, existen personas que alardean hasta la presunción
de una especie de victimismo al que podríamos catalogar de crónico. Se hallan
en un estado permanente de quejas y lamentos sin fundamento alguno. Estas
personas se escudan en una personalidad victimista. Algunos, es posible, que adopten
dicha actitud de manera inconsciente. Así se liberan de cualquier
responsabilidad en sus acciones y culpan a los demás de lo que les ocurre.
Este modo de afrontar la vida cotidiana puede traer consecuencias
negativas. Una de ellas es la visión pesimista de la vida. Esta actitud crea
malestar y desconfianza tanto para la
persona "quejica" como para
el entorno.
Los victimistas suelen deformar sistemáticamente la realidad y creen, con
pleno convencimiento, que la culpa de lo que les sucede es responsabilidad de
otras personas no escatimando exageraciones, quizás inconscientes, de lo
negativo de las mismas. El rol de victimistas les quita responsabilidad y
muestran un deseo incontrolable de llamar la atención sin ejercer el mínimo
atisbo de autocrítica. Suelen mostrarse intolerantes ante los errores de otras
personas, pero sus propios fallos los perciben como nimios y, en cualquier
caso, plenamente justificables...
El objetivo de los victimistas es que otros sean y se sientan culpables.
Utilizan una retórica cuyo objeto es ridiculizar y descalificar cualquier
argumento de sus "enemigos"
huyendo de refutar a los mismos en base a datos y argumentos mejores. Los adversarios
siempre son autoritarios, carentes de empatía y agresivos.
Una de las estrategias que más frecuentemente usan los victimistas crónicos
es el chantaje emocional. Cuando conocen bien las virtudes y defectos de su "adversario", no dudan en manipular sus emociones para
intentar salirse con la suya y mostrarse como víctimas. Las personas que
van de víctimas suelen tener una gran capacidad para reconocer emociones, y
usan las dudas y flaquezas de las otras personas en su propio beneficio.
Pienso que la única manera de lidiar con estas personas es la de intentar
no ser enredadas en ese juego de manipulación. Hay que hacerles saber que sus
lamentos siempre son los mismos y que lo valiente en esta vida es intentar
hallar soluciones. Si están dispuesto a encontrar salidas a sus problemas,
debemos echarles una mano y hacerles notar que estamos con ellos, pero también
hay que dejarles claro que no vamos a perder el tiempo escuchando sus quejas
reiteradas. En cualquier caso, lo que procede es evitar en lo posible que te
contagien las malas vibraciones...
miércoles, noviembre 07, 2018
¿Las dudas y las rectificaciones ennoblecen?
Me cuesta aceptar a las personas
que se manifiestan intolerantes, autoritarias
e incapaces de adaptarse a las metamorfosis que el tiempo y el entorno
nos provocan. Ignoran que las rectificaciones y las dudas dignifican a quienes
las practican.
Me apena también que no pocos
sientan una especie de alergia a admitir algo tan elemental como que, a medida
que las circunstancias cambian, pueda uno también experimentar la misma
mutación.
La flexibilidad es signo de
inteligencia y no de debilidad. Demuestra capacidad de adaptación a nuestro
entorno y rebeldía contra el maniqueísmo inmovilista de las doctrinas.
sábado, octubre 27, 2018
Debate: CATALUÑA, UN OCTUBRE DESPUÉS
La teoría sobre cómo
moderar un debate es conocida: distribuir el uso de la palabra de manera
equitativa entre los participantes en la mesa y saber poner orden
en el caso de que todos quieran hablar a la vez. El moderador, además de
mostrar una imparcialidad con los ponentes de la mesa, también debe garantizar
que se hable de lo que se ha planteado sin desviaciones hacia otros derroteros Y por si eso fuera poco o baladí, el moderador también debe controlar al
público asistente en el momento de los ruegos y preguntas.
El debate que me tocó
moderar el pasado jueves 25, y como era de prever, dada la naturaleza temática del
mismo, despertó ideas y sentimientos confrontados tanto entre los ponentes como
entre el público asistente y no fue fácil aplicar la teoría expuesta
anteriormente. Afortunadamente no me contagié de los sentimientos exaltados de
algunas personas del público a las que en más de una ocasión hubo que
recordarles que respetasen las reglas y
guardasen las formas.
El debate sobre CATALUÑA, un
octubre después pretendía hacer una reflexión sobre ese episodio. Con este propósito se invitaron a cuatro personas de diferentes
ámbitos ideológicos. El representante de ERC, Isaac Albert, ni se presentó ni se disculpó. ¡Allá él! Sí
lo hicieron los tres restantes:
Elàlia Reguant (CUP),
diputada del Parlament de Cataluña, licenciada en Matemáticas y actualmente
regidora del Ayuntamiento de Barcelona,
justificó el episodio del 1 - O y puso de manifiesto las profundas
convicciones antioligarquícas y anticapitalistas que caracterizan a su partido.
Trató de legitimar el hecho de ser independentistas y no regateó críticas a la
Monarquía y a la represión policial del 1 - O. A pesar de la contundencia de
sus palabras, sus formas fueron moderadas y en el momento más animado del
acto, mostró una actitud más receptiva que participativa.
Antonio Robles
(CIUDADANOS), profesor de Filosofía, periodista y fundador de algunas
asociaciones, ex secretario general de
Ciudadanos, se mostró muy crítico con el
nacionalismo catalán que se venía gestando desde hace tiempo llegando al
extremo de considerar a Jordi Pujol como un alumno aventajado de Franco porque
uno y otro identificaron respectivamente
a España y Cataluña con su propia ideología.
Criticó, igualmente, el adoctrinamiento que se imparte en la escuela
catalana, la parcialidad de algunos medios, la política lingüística y
la manipulación del pasado y del presente. También hizo una firme defensa de la
Constitución Española.
Joan Coscubiela, secretario
general de CCOO (1995-2008) y diputado en el Congreso (2011-2015) tuvo una
participación lúcida, matizando que estaba a título personal sin ánimo de
representar a nadie más que a él mismo. Sitúo el conflicto catalán dentro de un
contexto más amplio al que denominó "crisis
mundial". Manifestó que el conflicto España/Cataluña obedecía a un
problema viejo de encaje de esta comunidad en el conjunto del Estado por
incompetencia y falta de diálogo entre ambos gobiernos. Hizo votos por
desinflamar el conflicto y buscar una
solución en lugar de avivar el fuego. Aunque con otras palabras vino a repetir
la frase que tiempo atrás pronunció en Congreso de los Diputados. "Estoy aquí porque mis padres me enseñaron
a luchar por mis derechos. No quiero que mi hijo Daniel viva en un país donde
la mayoría pueda tapar los derechos de los que no piensan como ella". Sin duda alguna, fue el orador más aplaudido por los
asistentes.
P.D. Joan Coscubiela, durante el debate, acariciaba un libro que acaba
de publicar. Se titula Empantanados: Una alternativa al sóviet
carlista .
En un momento dado lo tomé en mis manos y echando una ojeada rápida tome nota de
este fragmento: ¿Es posible superar el
empantanamiento de la situación actual? A la incapacidad de gestionar las
grandes ilusiones y expectativas creadas por el independentismo se ha sumado el
inmovilismo del Gobierno del PP y la reacción del españolismo más rancio e intolerante,
en un cóctel de difícil digestión del que solo se saldrá pactando el
desacuerdo."
miércoles, octubre 17, 2018
¿El independentismo es retrógrado?
Lo que se lleva hoy y me parece un avance - siglo XXI - va por otros derroteros:
desnacionalizar lo más posible a la ciudadanía, desligarla del pasado y
centrarla en algo que da vuelta y media al secesionismo, o sea, en los deberes y derechos, en la igualdad de
oportunidades, en las garantías del
futuro... Plantear una ciudadanía basada en la patria chica, en la identidad y
en la lengua única es dar un paso hacia atrás. Sólo hay que echar un vistazo a
los efectos ya provocados: desestabilización, frustración y división de la
sociedad.
domingo, octubre 14, 2018
Constitución de 1978: es lo que hay
Según la Constitución vigente, lo
que quiera ser España o una de sus partes en el futuro es una decisión que
deben tomar conjuntamente todos los españoles y no una parte de ellos. Los que
hacen un planteamiento distinto no conocen la Carta Magna mencionada, ignoran
qué es un Estado de Derecho o hacen caso omiso de lo que se votó
democráticamente en 1978.
La solución al problema de
Cataluña no puede ser otra que la aplicación de la Ley y la defensa del Estado
de Derecho. No puede haber, por lo tanto, un referéndum vinculante para la
independencia, si esta consulta se lleva a cabo únicamente en una parte de
España. Otra cuestión es que se plantease un referéndum a nivel estatal,
convocado por el Gobierno de turno, que es quien tiene atribuciones para
hacerlo, y que todos los españoles decidamos si queremos que una comunidad tan
apreciada como Cataluña deje de formar parte o no de España.
Así están las cosas: lo tomas o
lo dejas. Y si esta Constitución se ha quedado desfasada con la actualidad o no
ha sabido abordar el tema territorial con inteligencia y equidad... que se pongan
los expertos a renovarla y que sea, una
vez más, el conjunto del pueblo español quien le dé o no su beneplácito...
martes, octubre 09, 2018
Aniversario del 8 de octubre de 2017
Ayer hizo un año de la manifestación en Barcelona a
favor de la Constitución, la unidad de España y en contra del nacionalismo
independentista catalán. Esta manifestación sorprendió a los más optimistas de
sus organizadores y sirvió para dar voz y presencia física a esa otra Cataluña que venía
manteniendo un silencio y una pasividad que hacían dudar de su existencia y de
la pluralidad identitaria de sus gentes. Tengo constancia de que algunos todavía no se han recuperado del impacto sorpresivo que supuso este evento. Sirvió también para demostrar que las calles no son exclusivas de nadie, si acaso, son de todos...
Los manifestantes, aun siendo simpatizantes de
diversos partidos, coincidían en creer en la democracia, en la libertad, en el
Estado de derecho y en la Constitución de 1978. Ese era su común denominador.
Cualquiera que tenga nociones de historia
contemporánea sabrá que la pasión nacionalista ha causado grandes estragos en
la historia. El nacionalismo, y algunos parecen haberlo olvidado, ha llenado la
historia de Europa y de España de cruentas guerras. ¡Nunca más!
De los distintos oradores que hicieron uso de la
palabra, quiero destacar a Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, que se expresó en estos términos:
"Queridos
amigos. Todos los pueblos modernos o atrasados viven en su historia momentos en
los que la razón es barrida por la pasión. Y es verdad que la pasión puede ser
generosa y altruista cuando inspira la lucha contra la pobreza y el paro. Pero la pasión puede ser también destructiva y feroz cuando la
mueven el fanatismo y el racismo
Y además de
catalanes, hay aquí, esta mañana, miles de hombres y mujeres venidos de todos
los rincones de España —e incluso del Perú—, a decirles a los amigos catalanes
que no están solos, que estamos con ellos, que queremos dar juntos con ellos la
batalla por la libertad. Estamos armados de ideas, de razones y de una
convicción profunda de que la democracia española está aquí para quedarse. Y
que ninguna conjura independentista la destruirá.
No queremos
que los bancos y las empresas se vayan de Cataluña como si fuera una ciudad
medieval acosada por la peste. No queremos que los ahorristas catalanes retiren
su dinero por la desconfianza, por la inseguridad jurídica que les merece el
futuro de Cataluña. Queremos, por el contrario, que los capitales y las
empresas vengan a Cataluña para que vuelva a ser, como tantas veces en su
historia, la capital industrial de España, la locomotora de su desarrollo y su
prosperidad.
Queremos que
Cataluña vuelva a ser la Cataluña capital cultural de España, como era cuando
yo vine a vivir aquí, en unos años que recuerdo con enorme nostalgia. Eran los
últimos años de la dictadura franquista. La dictadura se deshilachaba y hacía
aguas por todas partes. Y ninguna ciudad española aprovechó tanto como
Barcelona esos resquicios de libertad para volcarse al mundo y traer del mundo
las mejores ideas, los mejores libros, todos los grandes logros de la
vanguardia. Por eso venían los españoles a Barcelona. Porque aquí los aires eran
ya los de Europa. Es decir, los de la democracia y la civilización.
Aquí, en esa
Cataluña se reunieron, después de haberse dado la espalda desde la guerra
civil, los escritores españoles y los escritores latinoamericanos. Aquí, yo he
visto llegar a Barcelona a muchachas y muchachos de toda América Latina, con
vocaciones artísticas y literarias, que venían porque aquí había que estar si
uno quería triunfar en el mundo de las artes, del pensamiento, de la
literatura. Venían aquí como nosotros en las generaciones anteriores íbamos a
París. Queremos que Barcelona, que Cataluña, vuelvan a ser la capital de la
cultura de España.
Queridos
amigos. España es un país antiguo. Cataluña es un país antiguo. Hace 500 años
sus historias se juntaron y se juntaron con las historias de vascos, de
gallegos, de extremeños, de andaluces, etcétera. Para crear esa sociedad
multicultural y multilingüística que es España. Ahora, desde hace 40 años,
además de recuerdo de un pasado grandioso y a veces trágico, España es también
una tierra de libertad, una tierra de legalidad. Eso el independentismo no lo
va a destruir.
Se necesita
mucho más que una conjura golpista de los señores Puigdemont y Junqueras, y de
la señora Forcadell, para destruir lo que han construido 500 años de historia.
No lo vamos a permitir. Aquí estamos ciudadanos pacíficos, que creemos en la
coexistencia, que creemos en la libertad. Vamos a demostrarles a esos
independentistas minoritarios que España es ya un país moderno, un país que ha
hecho suya la libertad y que no a va a renunciar a ella por una conjura que
quiere retrocederlo a país tercermundista."
No tengo la menor duda de que muchos independentistas harían suyos muchos de los deseos expresados por Vargas Llosa. Otra cosa es que se atrevan a manifestarlo públicamente...
jueves, octubre 04, 2018
MÁS DE UN CENTENAR DE PROFESORES DE CATALUÑA FIRMAN UN MANIFIESTO POR LA LIBERTAD IDEOLÓGICA EN LA UNIVERSIDAD
Piden que se respete el principio de
neutralidad de las adinistraciones y que se garantice y promueva en la
Universidad la libertad de expresión, así como que se repruebe cualquier
actuación que denigre a personas o colectivos por razón de sus ideas.
Más de un centenar de profesores
universitarios de Cataluña han firmado un manifiesto en "defensa de
la libertad ideológica y contra la presión política" en
los campus y facultades catalanas, según los impulsores de esta iniciativa,
Universitaris per la convivència.
En el manifiesto, los firmantes reclaman a la Generalitat que se respete el
"principio de neutralidad" de las administraciones públicas y "el derecho fundamental a
la libertad ideológica de profesores, alumnos y personal" de la universidad catalana "absteniéndose
de promover o realizar comunicados de carácter partidista y de permitir que se
impongan en las instalaciones universitarias símbolos ideológicos con carácter
excluyente".
También que "garanticen y
promuevan en los campus la libertad de expresión de todos los miembros de la
comunidad universitaria,
respetando el principio de igualdad, sin discriminación, y reprobando con
contundencia cualquier actuación que denigre a personas o colectivos por razón
de sus ideas".
Del mismo modo, los profesores firmantes
reclaman medidas "para concienciar al personal universitario sobre la
importancia de respetar en todo momento las distintas sensibilidades políticas
existentes, especialmente las de los alumnos que, por razones obvias, están en
inferioridad de condiciones para mostrar su discrepancia".
Para los firmantes, estas peticiones son "esenciales"
para ejercer la labora docente e investigadora y para que las universidades
"contribuyan, fomentando en su seno un debate racional de ideas, a la
articulación de una opinión pública diversa y plural, esencial para una
verdadera convivencia democrática".
En el texto
del manifiesto se denuncia que en 2017 "muchos órganos de gobierno de las
universidades catalanas emitieron comunicados claramente alineados con el poder
político de la Generalitat" y "proliferaban" con "amparo
institucional" en los edificios universitarios "pintadas y otros
símbolos de carácter independentista y en ocasiones excluyente, mientras que
algunos colectivos de estudiantes constitucionalistas sufrían amenazas y
agresiones sin recibir ningún tipo de respaldo por parte de las autoridades
académicas".
"Las
declaraciones partidistas de una administración educativa en modo alguno pueden
ampararse en la libertad de expresión, que es un derecho exclusivamente
individual. Por el contrario, constituyen una instrumentalización inaceptable
de las instituciones que contribuye a acrecentar la espiral de silencio que
padecemos, generando así una sensación de pensamiento único en la esfera
pública, que limita el intercambio libre de ideas", denuncian en el
manifiesto.
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De ANGIE para LUIS ANTONIO
"Haikuquero es
el beso que se entrega
cuando hay querer".
el beso que se entrega
cuando hay querer".