El que más y el que menos, en alguna situación de su vida, ha tenido que
asumir el rol de víctima. En general,
este papel se asume en base a hechos objetivos que sirven de justificación de
dicho desamparo. Sin embargo, existen personas que alardean hasta la presunción
de una especie de victimismo al que podríamos catalogar de crónico. Se hallan
en un estado permanente de quejas y lamentos sin fundamento alguno. Estas
personas se escudan en una personalidad victimista. Algunos, es posible, que adopten
dicha actitud de manera inconsciente. Así se liberan de cualquier
responsabilidad en sus acciones y culpan a los demás de lo que les ocurre.
Este modo de afrontar la vida cotidiana puede traer consecuencias
negativas. Una de ellas es la visión pesimista de la vida. Esta actitud crea
malestar y desconfianza tanto para la
persona "quejica" como para
el entorno.
Los victimistas suelen deformar sistemáticamente la realidad y creen, con
pleno convencimiento, que la culpa de lo que les sucede es responsabilidad de
otras personas no escatimando exageraciones, quizás inconscientes, de lo
negativo de las mismas. El rol de victimistas les quita responsabilidad y
muestran un deseo incontrolable de llamar la atención sin ejercer el mínimo
atisbo de autocrítica. Suelen mostrarse intolerantes ante los errores de otras
personas, pero sus propios fallos los perciben como nimios y, en cualquier
caso, plenamente justificables...
El objetivo de los victimistas es que otros sean y se sientan culpables.
Utilizan una retórica cuyo objeto es ridiculizar y descalificar cualquier
argumento de sus "enemigos"
huyendo de refutar a los mismos en base a datos y argumentos mejores. Los adversarios
siempre son autoritarios, carentes de empatía y agresivos.
Una de las estrategias que más frecuentemente usan los victimistas crónicos
es el chantaje emocional. Cuando conocen bien las virtudes y defectos de su "adversario", no dudan en manipular sus emociones para
intentar salirse con la suya y mostrarse como víctimas. Las personas que
van de víctimas suelen tener una gran capacidad para reconocer emociones, y
usan las dudas y flaquezas de las otras personas en su propio beneficio.
Pienso que la única manera de lidiar con estas personas es la de intentar
no ser enredadas en ese juego de manipulación. Hay que hacerles saber que sus
lamentos siempre son los mismos y que lo valiente en esta vida es intentar
hallar soluciones. Si están dispuesto a encontrar salidas a sus problemas,
debemos echarles una mano y hacerles notar que estamos con ellos, pero también
hay que dejarles claro que no vamos a perder el tiempo escuchando sus quejas
reiteradas. En cualquier caso, lo que procede es evitar en lo posible que te
contagien las malas vibraciones...
Amigo Luís Antonio, que se dejen de monsergas, el victimismo es la expresión de una carencia de argumentos. El quejica se caracteriza por el desánimo ramplón. Cuando una ideología se vale del victimismo es que esconde cobardías o algún interes inconfesable.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Amigo Francesc, intuyo en quiénes estás pensando cuando escribes eso. Por supuesto que comparto tu comentario.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Estoy convencido que intuyes bien.
ResponderEliminarSaludos
Cornadó
Una tautología: el victimista solo es víctima de su propio victimismo.
ResponderEliminarCuídate, amigo Luis Antonio ;)
En este caso, la repetición puede ser muy útil para que quede más claro el concepto.
EliminarUn abrazo, Paco
Creo que te estás refiriendo al victimismo político, que nada tiene que ver, en mi opinión, con el victimismo personal. Pero no nos engañemos, el victimismo político tiene mucho éxito porque hay millones de personas que compran el producto. Al igual que el España nos roba, también triunfó la herencia recibida para justificar los recortes. Fuera de nuestras fronteras, el holocausto judío permite a Israel hacer lo que le venga en gana, incluso aquello que a ellos les hicieron. En definitiva, la responsabilidad está en la gente. Los políticos sólo lo utilizan porque les sirve.
ResponderEliminarSaludos.
Sin duda, somos la gente los mayores responsables de tener los políticos que tenemos. Y más que lamentarnos de ello, para no reincidir más en el victimismo, deberíamos actuar en consecuencia y dar nuestro voto a quien sea, pero con documentación y criterio
ResponderEliminarSaludos
Esta actitud crea malestar y un estado de alerta para lo malo, tanto para la persona como para el entorno cercano. (Carmen Fernández)
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