El más grave límite a la democracia
son los propios ciudadanos. La teoría democrática dice que cada individuo es
soberano y libre de su decisión, pero la realidad nos muestra que los factores
que determinan el voto muchas veces no son importantes. No siempre se vota con
la cabeza, sino con los sentimientos, desde la ideología condicionante, y como
se suele decir "con las tripas". Recuerdo haber visto a un votante
que debía de tener muchas dudas y recitaba ante las papeletas aquello del "Pito pito colorito. Dónde vas tú tan bonito..."
Teóricamente todos los votos
tienen el mismo valor, pero solamente desde
el punto de vista numérico. Desde el punto de vista cualitativo tiene más
valor el que sale de la consciencia y formación del individuo, pero esto no lo
tiene en cuenta el sistema democrático. De ahí, entre otras, sus limitaciones.
Algunos, ante estos topes que brotan de la propia realidad que nos envuelve, se
preguntan si no sería más pragmático que votasen solo los que aplican tales
criterios...
Los defensores de la
epistocracia frente al sufragio universal están aumentando tras el Brexit y el
triunfo de Donald Trump...La epistocracia, término acuñado por Jason Brennan en su libro Contra la Democracia, se entiende como
"Un sistema en el cual sólo pueden ejercer el derecho a voto por sufragio
electoral aquellas personas que tengan cierto conocimiento sobre Ciencias
Sociales y se encuentren lo menos sesgados posibles"
Creen, los defensores de
esta propuesta, que la mayoría de los votantes son unos ignorantes y que se debería realizar un examen o cumplir unos
requisitos mínimos para poder acudir a las urnas...