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En “El Quijote” – mi libro de cabecera desde hace muchos años - encontramos respuesta a muchas preguntas. El tema de la soledad, por ejemplo, está recogido en sus variantes más frecuentes. La soledad asusta a la mayoría y no entiendo el porqué. Hay una modalidad, la de Don Quijote velando sus armas en la venta – para él, castillo - que me seduce, en cuanto que supone una especie de acto ascético de purificación y de diálogo consigo mismo. Es un tipo de soledad que ayuda a conocerte mejor a ti y al mundo que te rodea. Ayuda, en definitiva, a madurar la propia personalidad. Y esto es un proceso, nunca un fin en sÍ mismo. Creo que sólo los que han estado realmente solos y han reflexionado sobre dicha experiencia están más preparados para vivir acompañados y son conscientes de tal necesidad.
Otros prefieren la soledad cómoda al estilo de la bella y desdeñosa Marcela, la pastora rebelde y contestataria que, no queriendo contraer matrimonio con Grisóstomo ni con nadie, se ha apartado del mundo para evitarse las molestias. No acepta el sufrimiento que implica la vida en sociedad. La pastora hace una ardiente defensa de los derechos inalienables de la mujer, pero su falta de compasión, generosidad y tacto destruyen gran parte de las adhesiones y simpatías que pudiera despertar. Es una actitud puramente hedonista. Quiere estar sola porque la convivencia le produce malestar y ella, ante todo, quiere sentirse sin los problemas que implican todo tipo de relaciones. Es simple y llanamente, narcisista. (¿Qué pretendería Cervantes al destruir el mito pastoril como ejemplo de vida culta y amor idealizado? A Marcela, las feministas de hoy deberían hacerle un homenaje...)
Algunos repudiarán cualquier opción de soledad, aun transitoria, estilo Don Quijote, estilo Marcela o estilo “X”, porque están tan descontentos consigo mismos que les da pánico cerval ponerse en trance de verificarlo... Necesitan del ruido para distraerse de su propia flaqueza. En el fondo, creo que tienen la autoestima por los suelos...
Otros prefieren la soledad cómoda al estilo de la bella y desdeñosa Marcela, la pastora rebelde y contestataria que, no queriendo contraer matrimonio con Grisóstomo ni con nadie, se ha apartado del mundo para evitarse las molestias. No acepta el sufrimiento que implica la vida en sociedad. La pastora hace una ardiente defensa de los derechos inalienables de la mujer, pero su falta de compasión, generosidad y tacto destruyen gran parte de las adhesiones y simpatías que pudiera despertar. Es una actitud puramente hedonista. Quiere estar sola porque la convivencia le produce malestar y ella, ante todo, quiere sentirse sin los problemas que implican todo tipo de relaciones. Es simple y llanamente, narcisista. (¿Qué pretendería Cervantes al destruir el mito pastoril como ejemplo de vida culta y amor idealizado? A Marcela, las feministas de hoy deberían hacerle un homenaje...)
Algunos repudiarán cualquier opción de soledad, aun transitoria, estilo Don Quijote, estilo Marcela o estilo “X”, porque están tan descontentos consigo mismos que les da pánico cerval ponerse en trance de verificarlo... Necesitan del ruido para distraerse de su propia flaqueza. En el fondo, creo que tienen la autoestima por los suelos...