Cada vez se evidencia más el
choque entre lo establecido frente al de no aceptarlo. Pasa a nivel político,
social, familiar... Es una constante histórica y, sin embargo, seguimos
sorprendiéndonos... Tenemos que agradecer a este enfrentamiento ese fenómeno conocido como
"evolución". Gracias al mismo hemos pasado de vivir en las cavernas a
hacerlo en viviendas más confortables.
Ese proceso ha costado sangre, sudor, lágrimas y cientos de miles de años, pero la susodicha "evolución"
ha sido imparable y a partir de finales del siglo XIX adquiere más y más
velocidad. Ahora casi da vértigo...
Cuando explico a mis alumnos que
en la escuela de mi infancia había un alumno encargado de reponer la tinta de
los tinteros, que escribíamos con plumillas y que pasábamos papel secante sobre lo escrito, se asombran. Hoy nadie se sorprende
si se le anuncia que los bolígrafos, rotuladores, etc. pueden tener los días
contados. La tiza de yeso de los encerados es meramente testimonial...Todo
cambia. Generalmente, para mejor.
La ciencia y la tecnología van a
transformar nuestro futuro hasta límites insospechados. Algunos mayores
observan este panorama venidero con recelo, pero los jóvenes están
infinitamente más preparados que los mayores para asumir la evolución
tecnológica como una forma natural de vida. Es previsible, pues, que tanto las
ideas como los valores también experimenten una notable metamorfosis.
¿Hay que inquietarse por ese
incierto futuro? Para nada...Si echamos la vista hacia atrás, observaremos que
la Humanidad siempre se ha orientado hacia mañanas mejores. Como mucho puede
haber algún que otro paréntesis
coyuntural...
El que piense lo contrario se ha quedado anclado. Tendrá que hacérselo mirar y no dar mucho crédito a los agoreros de turno que se hacen especialmente visibles en los umbrales de los Años Nuevos...
El que piense lo contrario se ha quedado anclado. Tendrá que hacérselo mirar y no dar mucho crédito a los agoreros de turno que se hacen especialmente visibles en los umbrales de los Años Nuevos...