Siempre está presente decir algo sobre el futuro.
Las predicciones, todas, son gratuitas y las hay para todos los gustos. Los
agoreros, como es previsible, hacen de las suyas y anuncian catástrofes
apocalípticas. La pandemia abona sus supuestos. Los optimistas suelen tener
poco crédito porque se les trata de locos y por eso prefieren no ejercer...Los
políticos, sobre todo si militan en la oposición, incrementan sus promesas. La
verdad es que ni los de un bando ni los del otro gozan de mucha credibilidad.
Dan la sensación de que hablan para sí mismos...Compadezco a los que presumen
de certezas cuando hacen vaticinios.
Lo único que podemos decir del futuro, sin errar
demasiado, es lo que nos dicta la experiencia del pasado, que el tiempo será
variable, que subirán los precios, que el sol seguirá saliendo cada día con más
o menos euforia y que echaremos a faltar su ausencia, pero volveremos a
lamentarnos cuando brille y caliente con cierta desmesura. Todo esto es de
"cajón", lo demás son "gaitas"...
El futuro es impredecible, misterioso y no necesita
que lo inventen los demás porque sabe hacerlo por sí mismo. Lo más atractivo
del futuro es la incertidumbre que lo embarga, aunque algunos le restan estos
dones. La vida no tendría sentido ni la ilusión razón de ser si el futuro fuese
real o estuviese ya escrito. El futuro baila y se contorsiona misterioso ante el presente como si jugará al escondite.
Prefiero pecar un poco de optimista aunque las
actuales circunstancias no inviten a ello. Suelo identificar al futuro con ese
cuaderno nuevo, inmaculado, con todas sus páginas en blanco. Lo veo lleno de
promesas, pendiente de estreno y lo nuevo acostumbra a ser atractivo. El
futuro, es verdad, nunca se alcanza. Y posiblemente ahí esté su magia, su
encanto, su misterio, su razón de ser...Anticipar lo que va a venir es una
estupidez. Lo que sí está en nuestras manos es soñar con lo que pueda
depararnos. El tiempo nos colocará en nuestro sitio.
Después de todas estas elucubraciones, más que gratuitas, llego a la única conclusión posible: el futuro no existe, esa y no otra es la gran verdad y ahí y no en otro lugar radica su grandeza. Podemos soñar con él y esperarlo en vano, pero nunca debemos tenerle miedo, insisto, porque no existe. Por eso, vuelvo a insistir, predecirlo es una solemne estupidez. No puedo evitar hacer referencia a esa canción, ya casi perdida en el tiempo, aunque parezca contradecir alguna de las ideas expuestas...
"Que el futuro es muy oscuro,
que el futuro es muy oscuro.
Ay, trabajando en el carbón"