lunes, noviembre 26, 2018

Mentira número 2: Lo de la independencia es por el dinero (Mentiras fundamentales sobre Cataluña (Diario 16)



Se trata de una falsedad muy arraigada, a la cual ha contribuido una parte no desdeñable del catalanismo conservador y su discurso –a pesar de todo, bien documentado- sobre la discriminación económica del país. Pero la cuestión económica no es una causa, sino una consecuencia del poder asimétrico entre aquellos territorios -y grupos sociales- que perdieron la guerra civil, y que al no existir unos juicios de Nuremberg no se rectificó. El poder real que se asentó entre las élites franquistas ha fomentado cierto feudalismo económico, mediante unas políticas parasitarias asentadas en el poder financiero y económico de carácter rentista y el alto funcionariado del estado, con una mentalidad latifundista. El Madrid político -que, por cierto, domina los medios de comunicación- ha manipulado la política para sabotear el crecimiento y desarrollo de polos económicos alternativos, no solamente en Cataluña, sino también, y muy especialmente en el País Valenciano, donde la discriminación fiscal es aún más profunda.
El verdadero factor de fondo que explica el independentismo es un choque de culturas políticas. Como ha demostrado la evolución del estado, especialmente a partir del momento en el que el franquismo desacomplejado de Aznar llegó al poder –sobre todo a raíz de la mayoría absoluta de 2000- ha chocado con la hegemónica cultura política antifranquista que caracteriza transversalmente a la sociedad catalana. Como los hechos han demostrado en base a una causa general contra el independentismo, Cataluña se quiere ir porque ha comprobado la naturaleza profundamente antidemocrática del estado español, cada vez con un comportamiento más próximo a Turquía. Cataluña quiere romper con España, porque los últimos acontecimientos este gesto representa romper con el franquismo (y la cultura franquista) hegemónica en el estado, y crecientemente aceptada por acción (pero, sobre todo, por omisión) por la mayoría de la sociedad. Cataluña quiere romper con España porque es republicana, mientras casi nadie cuestiona una monarquía puesta a dedo por el Pol Pot mediterráneo que fue Franco.
(Continuará)

miércoles, noviembre 21, 2018

Mentiras fundamentales sobre Cataluña (Diario 16)



Una amiga, a la que admiro y profeso un gran afecto, pero con la que mantengo notables discrepancias sobre el conflicto de Cataluña/España, me envía el artículo que comienzo a publicar en esta entrada. Cuanta más y plural información tengamos sobre este episodio, mejor podremos alimentar nuestro propio criterio

Mentiras fundamentales sobre Cataluña

Por Xavier Diez - 19/11/2018
El quinto episodio de la tercera temporada de la serie británica Black Mirror, Men Against Fire podría servir como la mejor metáfora a la hora de comprender la manipulación mediática y operación de guerra sucia para administrar el conflicto catalán. Para quien no lo haya visto, una breve descripción de la trama. En un futuro distópico, una organización militar se dedica a perseguir y exterminar una raza mutante (los roaches o cucarachas) que se esconden en lugares poco accesibles y presentan un aspecto aterrador, emitiendo gruñidos incomprensibles, y de quien se dice que se dedican a la violencia. Cada soldado posee un implante neuronal que sirve para agudizar sus sentidos y así perfeccionar su eficacia letal. En una de las persecuciones, el protagonista recibe una descarga de luz que le sobrecarga en el chip, hasta que éste empieza a fallar. Es así como, no solamente empieza a darse cuenta que el implante le engaña sobre su propia existencia, mucho más gris de lo que le muestran unos sentidos manipulados, sino que la presunta raza mutante, corresponde en realidad, a humanos como a él, y que los gruñidos son, simplemente palabras que puede comprender fácilmente. Porque, en realidad, el chip sirve para distorsionar su percepción y, así, deshumanizar a las víctimas, porque en cierta manera, el implante es como la propaganda en tiempo de guerra: anula la capacidad de empatía a fin de ser manipulados al antojo de sus mandos, y así poder practicar la violencia sin cuestionamientos morales ni remordimientos.
Men Against Fire nos sirve para describir el trato mediático y político a Cataluña en los últimos años. Los medios de comunicación convencionales, así como buena parte de las redes sociales se han concentrado a atizar el odio contra Cataluña y a realizar unas tareas de manipulación informativa descaradas. Desde programas como Espejo Público, los informativos de las cadenas generalistas, los medios digitales, la prensa de Madrid se establece una competición a ver quién es más antiidependentista. De hecho, los independentistas son tratados y distorsionados como los “roaches” o “cucarachas”, y, de hecho, los tópicos usados no difieren de los recursos utilizados por los antisemitas en Centroeuropa en los años que precedieron a la segunda guerra mundial. Esto se complementa con un apagón informativo sobre lo que sucede realmente en una Cataluña que, por su parte, y ante la bacanal de mentiras mediáticas, ha dado la espalda a estos medios (la caída del consumo televisivo respecto a las cadenas con sede en Madrid, así como con las cabeceras de los periódicos tradicionales tiene magnitudes históricas). La ofensiva del odio ha conseguido serrar los cables que mantenían unida una ciudadanía diversa a un estado que, vista la represión del 1-O y posterior, y los silencios cómplices de la sociedad civil española, difícilmente se podrán recoser. El divorcio mental ya es una realidad. Y esto se convierte en un grave problema político que no hará sino empeorar mientras no se aborde mediante la política y desde una democracia que tiene que ver con las urnas y el pacto –como entienden los independentistas-, y no con las leyes y la represión -como practica el nacionalismo español amparado en sus instituciones-
Por supuesto, para deshumanizar a catalanes (como previamente se había hecho con los vascos, o con los disidentes respecto al postfranquismo que domina los resortes del estado) es necesario un relato que justifique el odio. Y para ello, es necesario construir mentiras, que para que sean creíbles, requieren dosis homeopáticas de verdad. Esto no pretende ser un inventario exhaustivo, pero sí contiene elementos bastante repetidos desde los medios de comunicación y responsables políticos y que, o bien se han instalado como creencias recientes, o bien llevaban mucho tiempo instaladas en el subconsciente colectivo de buena parte de la sociedad española en una relación España-Cataluña siempre conflictiva. No olvidemos que ya en el siglo XVII, Quevedo, un precursor de intelectual orgánico y de los tertulianos contemporáneos, ya consideraba a Cataluña como “aborto monstruoso de la política.”

Mentira número 1: Cataluña

“Las familias se rompen”, “se persigue a los ‘constitucionalistas’”, … En fin. Cualquiera que tenga un mínimo contacto con la realidad, comprobará esta falacia de magnitudes olímpicas. La cuestión del independentismo, contrariamente a la burda propaganda impulsada por Ciudadanos, no divide a la sociedad catalana en absoluto, sino que, como cualquier otra cuestión polémica, permite visibilizar opiniones y posiciones diferentes. Toda sociedad democrática se caracteriza por su capacidad de administrar discrepancias, y el discurso catastrofista suele utilizarse como mecanismo, más que conservador, inmovilista. La cuestión de la independencia puede dividir tanto o tan poco como el aborto, la legalización de la prostitución, la inmigración, la multiculturalidad, la permanencia en la Unión Europea o los matrimonios de personas del mismo sexo. Las personas y familias pueden mantener discusiones tensas sobre cuestiones trascendentes que marcan los conflictos contemporáneos. Pero la actitud de evitar administrar la complejidad del presente o de decidir sobre temas importantes, no es de conservadores, sino de reaccionarios. Vetar los debates o impedir la búsqueda de soluciones suele venir acompañado de argumentos falaces en base a un pasado idealizado (y, por tanto, falso) que viene a romper la teórica armonía de una supuesta arcadia feliz, en un mecanismo intelectual que recuerda al integrismo religioso. La actitud de, “no tratemos el tema de la autodeterminación, porque eso romperá familias” no es muy diferente a “no legalicemos el divorcio porque el país se sumirá en el caos y la anarquía”, que sostenían los franquistas a inicios de los ochenta, “no toleremos la libertad sexual de las mujeres, porque eso va en contra de la voluntad de Dios”, que sostienen los fanáticos religiosos, o “impidamos que los hijos de los inmigrantes puedan adquirir la ciudadanía porque esto va a romper con los valores de la nación” que intenta poner en práctica Donald Trump.
Bonus Track 1: A lo largo del último siglo, el nacionalismo catalán ha debatido reiteradamente sobre “quién es catalán”. Fue durante los años sesenta, en un momento en el que la inmigración peninsular hizo que la población catalana se duplicara en cuarenta años, y que llegó un momento, hacia mediados de los setenta, en que había más residentes nacidos fuera que dentro de Cataluña. En estas circunstancias extraordinarias, se llegó a un acuerdo tácito. La fórmula, a medias entre Jordi Pujol, Paco Candel y el antifranquismo militante fue: “es catalán todo aquél que vive y trabaja en Cataluña”, a la cual sigue una coletilla que no siempre se recuerda: “y que no le sea hostil”, dirigida especialmente a las jerarquías de altos funcionarios y policías franquistas instalados en el Principado como garantes de la represión. Cambiemos ligeramente los términos: “¿Quién es español?”. Administrativamente, quien posee la nacionalidad, que por si no lo saben, en España funciona el “ius sanguinis”, lo que implica que a los residentes de otra nacionalidad y sus descendientes no se les consideran españoles. Bien. ¿Es español aquel residente británico que no habla español ni bajo tortura y que desprecia continuamente su identidad, símbolos y costumbres? La respuesta es obvia. En el caso catalán, buena parte del “constitucionalismo”, en realidad, un postfranquismo poco disimulado, implica que amplios segmentos de los residentes de Cataluña odian, desprecian o ignoran aquellos elementos definitorios y muestran una amplia hostilidad hacia el territorio, su lengua, costumbres y deseos de sus ciudadanos. Debemos recordar que Ciudadanos fue un partido creado expresamente en Barcelona para canalizar el odio hacia lo catalán, y que representa a los herederos intelectuales de los altos funcionarios y policías garantes de la represión. En sus manifestaciones es muy habitual que se paren a homenajear al cuartel de la Policía Nacional de Vía Layetana, conocido por ser un centro de torturas y atentados contra los derechos humanos desde inicios de siglo XX, un verdadero Abu Grahib ibérico.
(Continuará)

jueves, noviembre 15, 2018

VICTIMISMO CRÓNICO




El que más y el que menos, en alguna situación de su vida, ha tenido que asumir el rol de víctima. En general, este papel se asume en base a hechos objetivos que sirven de justificación de dicho desamparo. Sin embargo, existen personas que alardean hasta la presunción de una especie de victimismo al que podríamos catalogar de crónico. Se hallan en un estado permanente de quejas y lamentos sin fundamento alguno. Estas personas se escudan en una personalidad victimista. Algunos, es posible, que adopten dicha actitud de manera inconsciente. Así se liberan de cualquier responsabilidad en sus acciones y culpan a los demás de lo que les ocurre.

Este modo de afrontar la vida cotidiana puede traer consecuencias negativas. Una de ellas es la visión pesimista de la vida. Esta actitud crea malestar y desconfianza tanto para  la persona "quejica" como para el entorno.

Los victimistas suelen deformar sistemáticamente la realidad y creen, con pleno convencimiento, que la culpa de lo que les sucede es responsabilidad de otras personas no escatimando exageraciones, quizás inconscientes, de lo negativo de las mismas. El rol de victimistas les quita responsabilidad y muestran un deseo incontrolable de llamar la atención sin ejercer el mínimo atisbo de autocrítica. Suelen mostrarse intolerantes ante los errores de otras personas, pero sus propios fallos los perciben como nimios y, en cualquier caso, plenamente justificables...

El objetivo de los victimistas es que otros sean y se sientan culpables. Utilizan una retórica cuyo objeto es ridiculizar y descalificar cualquier argumento de sus "enemigos" huyendo de refutar a los mismos en base a datos y argumentos mejores. Los adversarios siempre son autoritarios, carentes de empatía y agresivos. 

Una de las estrategias que más frecuentemente usan los victimistas crónicos es el chantaje emocional. Cuando conocen bien las virtudes y defectos de su "adversario", no dudan en manipular sus emociones para intentar salirse con la suya y mostrarse como víctimas. Las personas que van de víctimas suelen tener una gran capacidad para reconocer emociones, y usan las dudas y flaquezas de las otras personas en su propio beneficio.

Pienso que la única manera de lidiar con estas personas es la de intentar no ser enredadas en ese juego de manipulación. Hay que hacerles saber que sus lamentos siempre son los mismos y que lo valiente en esta vida es intentar hallar soluciones. Si están dispuesto a encontrar salidas a sus problemas, debemos echarles una mano y hacerles notar que estamos con ellos, pero también hay que dejarles claro que no vamos a perder el tiempo escuchando sus quejas reiteradas. En cualquier caso, lo que procede es evitar en lo posible que te contagien las malas vibraciones...

miércoles, noviembre 07, 2018

¿Las dudas y las rectificaciones ennoblecen?



Me cuesta aceptar a las personas que se manifiestan intolerantes, autoritarias  e incapaces de adaptarse a las metamorfosis que el tiempo y el entorno nos provocan. Ignoran que las rectificaciones y las dudas dignifican a quienes las practican.
Me apena también que no pocos sientan una especie de alergia a admitir algo tan elemental como que, a medida que las circunstancias cambian, pueda uno también experimentar la misma mutación.
La flexibilidad es signo de inteligencia y no de debilidad. Demuestra capacidad de adaptación a nuestro entorno y rebeldía contra el maniqueísmo inmovilista de las doctrinas.

EL ARTE DE LA FELICIDAD

  Me viene a la memoria, sin saber por qué, un pensamiento del Dalai Lama que dice así: "La felicidad no es un don, sino un arte que ex...

VANESSA INCONTRADA: Hija de padre italiano y madre española: Nacida en Barcelona. Rostro del Año

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LLEGAR HASTA EL FINAL TIENE PREMIO

De ANGIE para LUIS ANTONIO

"Haikuquero es
el beso que se entrega
cuando hay querer".