Antes del reciente viaje a Nápoles y Sicilia, había visitado en otras tres ocasiones Italia, pero me faltaba el Sur. Haciendo caso omiso de lo que acostumbran a manifestar muchos italianos del Norte, tenía cierta prevención personal con respecto a Nápoles y las mejores perspectivas en lo referente a Sicilia. Con no poca frecuencia se rompen las expectativas y así ha sido en esta ocasión. Nápoles me ha seducido a pesar de sus pesares... y Sicilia me ha dejado un sabor agridulce.
Desde un punto de vista arquitectónico, los tres ingredientes más destacables son los templos griegos, – aunque tras haber visitado Grecia, pocas sorpresas encuentras ya...- las conocidas habilidades decorativas de árabes y normandos y la compleja majestuosidad recargada del barroco. Los restos romanos me han dejado más indiferente. ¿Qué otra cosa se podría esperar tras haber visitado Grecia y Roma? Una salvedad: el templo de Segesta aislado en medio de un paisaje campestre. Extraordinario. Como si fuera un refugio de los dioses que, huyendo de los siempre pedigüeños mortales, buscan la paz y el sosiego.
Que muchos pasajes de la Odisea de Homero transcurrieran en Sicilia y que Platón situara su estado utópico de La República en esta misma isla deben responder a razones del pasado histórico, inéditas y muy difíciles de hallar en la posterior historia de esta isla controvertida. Lectura obligatoria es El Gatopardo
(que sería llevada al cine en la película interpretada por Burt Lancaster, Alain Delón y mi adorada Claudia Cardinale. Esta película te hace amar las villas majestuosas de la Sicilia garibaldiana, hoy un tanto inéditas...) para los interesados en conocer las transformaciones sociales de esta isla a lo largo del siglo XIX. Pirandello, sin embargo, será el escritor siciliano más conocido, sin olvidar a Sciascia, Quasimodo, Camilleri...
En el Oeste de Sicilia, la huella africana es más palpable que en el Este, pero también tiene enclaves medievales inolvidables como es el caso de Erice, donde se evidenciaba la huella hispana. Desde lo alto de este lugar pudimos alcanzar a ver Túnez y el Etna. En este pueblo se rindió culto a la diosa del amor y la fertilidad: Afrodita para los griegos y Venus para los romanos. La visita a la iglesia Matrice con su campanario aislado de origen aragonés me provocó emociones contenidas.
La prensa italina se hace eco de los éxitos de "La Roja"
Del Sur de Sicilia me quedan los imágnes de la arqueología de Selinunte y sobre todo, del Valle de los Templos de Agrigento (según Píndaro, “la más bella de las ciudades mortales”. Cuando era colonia griega, claro... Mucho más espectacular de noche que de día...El Templo de la Concordia, en perfecto estado de conservación, me sorprendió gratamente). Los mosaicos romanos de La Villa Imperiale de Casale, muy valorados por los entendidos, no me acabaron de agradar. El calor y los múltiples artilugios de restauración les restaban belleza. A mi entender...
El Templo de la Concordia
Más fascinante me resultó Siracusa (Teatro Griego, Piazza Archimade, Piazza del Duomo, Santa Lucía y la Fonte Aretusa a la sombra de unos papiros que tan bellos poemas inspiró a Píndaro y a Virgilio...) ya en el Sudeste, con la Isla de Ortigia unida a tierra firme por dos puentes.
Il Duomo de Siracusa
Y ya en el Este de la isla: Catania, que no me gustó nada y Taormina, un encanto de población encaramado en lo alto de una colina, con sus plazas llenas de flores, calles encantadoras y múltiples tiendecitas, jardines con plantas tropicales y lo mejor de todo: las vistas al mar y a la montaña. Algunos hablan con candor de las playas conocidas como Giardini-Naxos. Allí pasamos tres noches, pero las tan celebradas playas – maravillosas desde lo alto de Taormina – dejan mucho que desear en vivo y en directo
Taormina, en lo alto, desde la playa de Giardini-Naxos
De la misma manera que la visita a Nápoles conlleva, como mínimo, acercarse al Vesubio y a Pompeya, la visita a Sicilia quedaría coja sin acceder al Etna, el volcán activo más alto y espectacular de Europa (3.340 m. de altura y 32 km. de diámetro). Las erupciones se repiten cada ciclo de 5 ó 10 años (la última se registró en la mañana del 13 de mayo de 2008, acompañada de un enjambre de más de 200 terremotos y deformación significativa del terreno en el área de la cumbre. ) y a menudo son violentas. Empédocles, un importante filósofo pre-socrático y hombre público del quinto siglo a.C., habría encontrado la muerte en uno de las crateras del volcán Etna. Eso dicen los historiadores
Por supuesto esta imagen la he sacado del Google. Ya me habriá gustado hacerla...desde lejos.
El acceso al Etna se hizo en tres fases: tras dejar el autocar en el Rifugio tomamos una teleférico hasta donde nos esperan unos minibuses todoterreno que nos acercarán a 2.697 m. (No pocos visitantes desisten de seguir ascendiendo por culpa de avisos de riesgo para los hipertensos, para los que tengan problemas respiratorios o que superan determinada edad...También se recomienda llevar prendas de abrigo porque existe el riesgo de frío. Todos los avisos resultaron infundados. Afortunadamente). Desde este punto un guía nos conduce a pie unos 200 m. más arriba. A partir de aquí, la pendiente ya es lugar de alta montaña, abrupta y sólo apta para escaladores con cierto nivel. Sin embargo el acceso al borde del cráter está prohibido desde que en 1979 murieron 9 visitantes a causa de las erupciones. Tenemos que conformarnos con cráteres humeantes o fumarolas de menor entidad, pero también interesantes y que contrastan con restos de nieve del pasado invierno. El entorno y las vistas compensan y justifican sobradamente la visita.
El volcán Etna
Messina: Torre del Reloj
Estrecho de Messina, desde la Torre del Reloj
Ya de camino a Palermo con la “máquina" alquilada y por la autoestrada estatal, económica pero bastante dejada, con no pocos baches, atravesamos por infinidad de túneles mal alumbrados y son frecuentes las interrupciones por supuestas obras. Digo supuestas porque no se ve trabajar a nadie. Un alto en Messina para visitar la catedral con su famosa Torre del Reloj a la que accederemos a pie contemplando todos los artilugios y figuras del “carrillón” que puntual, desgrana una hermosa música clásica, nos permitirá también contemplar el estrecho de Messina y la costa montañosa de la península itálica.
Cefalú
Cefalú, ya en la costa norte de la isla, también me agradó mucho. Se trata de una población anclada a los pies de un inmenso peñón de corte “gibraltareño”, pero sin monos... Me chocan las cortinas de lona con rayas blancas y verdes de casi todos los balcones... Un estupendo granizado de limón en la bella Piazza del Duomo se desliza placentero por nuestro reseco gaznate... Lo más característico de esta catedral es la techumbre de madera, las enormes columnas romanas y el Pantocrátor del ábside hecho con mosaico. Tras varias vueltas en busca de la “maquina” estacionada en una calle sin nombre reiniciamos la ruta que nos conduce a Palermo.
Sería injusto no hacer referencia a la gastronomía siciliana. Me queda un buen sabor del pescado, el marisco y la variedad de los "antipastos" muy creativos mejor que de la carne. Los platos son muy variados, mezcla de todas las influencias extranjeras que ha recibido y sus vinos blancos (visitamos una bodega en Marsala que me dejó gratamente sorprendido), estupendos.
Me habría gustado visitar Corleone, el pueblo que fue inmortalizado por Francis Ford Coppola como el lugar de nacimiento de Don Vito Corleone, el jefe ficticio de la saga mafiosa de El Padrino, pero no ha podido ser. Lo dejamos para otra ocasión, aunque ésta sea más que hipotética...
¿Cómo son los sicilianos? Como no tengo respuesta ni me gusta generalizar con tópicos, voy a responder a esta difícil pregunta con esta frase que figura en un epitafio que aparece al lado del olivo plantado en Via D´Amelio de Palermo.
"Tú que vienes aquí a contemplar, recuerda que no todos los sicilianos son mafiosos y no todos los mafiosos son sicilianos”