Las restricciones que estamos padeciendo parecen hacerse
extensibles a todos los órdenes. No descarto que alguna culpa tenga el gobierno
de turno, pero mi imaginación, como tantas otras capacidades, está en hora bajas.
Por eso, me permito repetir una felicitación del año 2009 (inspirada en El
Quijote) que me dejó buen sabor y la consiguiente nostalgia.
Observo con pesar que la mitad de los comentaristas de
esta entrada de aquel entonces ya han desaparecido del espacio cibernético. De
algunos sé algo; de otros, absolutamente nada. Por estas fechas la presencia de
los ausentes se hace más palpable. Sabor agridulce navideño... Como siempre.
Quiero que en estas celebraciones:
En tu hogar haya lumbre y afecto;
en tu mesa, más “palominos que duelos y quebrantos”
y en tu entorno, sanchopanzas que te escuchen y ofrezcan
lealtad por tan poco como el humo de una “ínsula” ignorada.
Deseo también que el Año Nuevo, 2013, a pesar de los malos
presagios;
Comience para ti como el alba de nuestro ilustre hidalgo
cuando “salió de la venta tan contento, tan gallardo, tan alborozado por
verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del
caballo”;
te colme de proyectos y ansias renovadas para “desfacer
agravios y sinrazones”;
te proteja con una sólida “adarga” de los flacos
rocines y de los molinos sujetos “a continua mudanza”;
te sea cicatero en dolencias del cuerpo y penas del alma y
pródigo en “bálsamo de Fierabrás”
por si hubiera menester...
y, para terminar,
que en tus fantasías no falten “amadises o dulcineas”
por los que valga la pena luchar...