Mañana
marcho hacia las estribaciones del Maestrazgo en busca del sosiego que nos
niega la urbe y del fresco que caracteriza a las casas de un pueblo que se
halla a casi 1200 m. de altitud. También espero cobijarme en esas sombras hospitalarias de los chopos
cabeceros que siguen permaneciendo vigilantes y leales a uno y otro lado del río Guadalope a pesar del abandono en
que se les tiene. Él río, escaso de aguas, según me dicen... por culpa de la “pertinaz”
(1) sequía que viene azotando esta tierra desde tiempo casi inmemoriable. Pocos paisajes resultan tan desoladores como
los ríos secos, sin vida y sin música...
Con
la biblioteca iBooks atiborrada
de libros y alguno de papel para no perder los buenos hábitos y aromas, amén de
música, naipes de última generación, mi colección de gorras y sombreros
veraniegos y algún que otro artilugio... me dispongo a desconectar de la
rutina, incluida la bloguera... Mi ausencia de la bitácora LUIS ANTONIO es
imprecisa – sine die – porque no descarto que “el mono” haga acto
de presencia y me obligue a reconsiderar esta decisión. Después de casi 800
entradas en este espacio, ya toca desenchufarse un poco. La presumible
limitación de cobertura que voy a tener por esos tranquilos y angostos espacios turolenses también se halla, en
cierto modo, en el trasfondo de esta
decisión.
Os
debo visitas y pienso llevarlas a cabo, pero el ritmo de los comentarios
también tenderá a la baja. Lo presiento. No sé cuándo, pero volveré porque
estos menesteres blogueros son más
aditivos que cargas onerosas...
Abrazos, besos y más...
Abrazos, besos y más...