Me produjo tal decepción la última manifestación pública a la que asistí
que no he vuelto a participar en ninguna más. La convocaron organizaciones
pacifistas contra la invasión de Irak en 2003 y el Sr. Aznar, haciendo caso
omiso del clamor popular, implicó al país para congraciarse con los otros dos
componentes del "trío de las Azores", Bush y Blair. ¡Vaya peña! Espero que la historia los ubique donde les corresponde...
La que se convoca mañana 26 de
agosto en Barcelona contra el terrorismo y para mostrar apoyo y solidaridad con
las víctima de esta tragedia me hace reconsiderar el propósito que me hice en
su día de no asistir a ninguna más.
Confío en que se dejen de lado
las diferencias políticas, al menos durante el acto que se prevé
multitudinario, que no se hagan lecturas capciosas del mismo y que se exteriorice
una imagen de unión cívica, convivencia y unidad institucional para mostrar que
este tipo de manifestaciones, que son consecuencia de irreparables pérdidas de
vidas humanas, tienen muchísima más relevancia que cualquier otro tipo que
pretenda objetivos políticos partidistas.
Luchar contra toda forma de
terrorismo de manera conjunta para proteger a los ciudadanos de los ataques que
perpetran y defender nuestros valores democráticos
está
por encima de cualquier otro tipo de veleidad política que nos divida, enfrente
y debilite. El terrorismo es global y la unidad de acción es imprescindible
para prevenir y limitar al máximo los efectos
demoledores
y sangrientos del mismo. Aunque el miedo es humano e inevitable, sumaré mi voz
al clamor que expresa todo lo contrario.