Durante
mi estancia en Cuba (2004) me llamaron la atención muchas singularidades del
cariz político de aquel país. Una de las que me dejó peor regusto fue el
conocimiento de las CDR (Comités de Defensa de la Revolución).
Esta
organización fundada en 1960 agrupa a la inmensa mayoría de los ciudadanos y se creó para desempañar numerosas
funciones. Una de ellas es la de vigilar y delatar a las personas o grupos que
den muestras de desacuerdo con los principios marxistas de la Revolución. El
propio Castro, durante los primeros años de su Régimen, manifestó sin pudor
alguno que esos comités surgían para "ver qué es lo que hacen las personas
y a qué se dedican".
Dichas
palabras propiciaron la chivatería, venganzas personales, la delación y, por supuesto, la violación
de la privacidad de las personas. Se trata, en definitiva, de un instrumento
del control que ejerce el Gobierno Revolucionario sobre sus ciudadanos
utilizando a los propios ciudadanos. La conocida consigna de "Unidos,
vigilantes y combativos" es harto expresiva. A decir verdad, las CDR ofrecen información detallada de los objetivos de vigilancia a la policía política cubana y al Departamento Técnico de Investigaciones
Confraternizar
con extranjeros en la cafetería de un hotel de Varadero - como nos ocurrió a
nosotros cuando invitamos a tomar una piña colada a un matrimonio cubano - podía ser motivo de denuncia. Vestir
alguna prenda determinada, hospedar a un
amigo extranjero en tu propia casa, etc. pueden ser consideradas infracciones
merecedoras de ser delatadas a la autoridad competente... Según leo en algún
artículo de los muchos que se publican
estos días, la CDR languidecen y están en una crisis fruto del desgaste de
tantos años de funcionamiento. Seguro que muchos lo aplauden...
Es
cierto, y no hay que ocultarlo, que estos Comités también venían desempeñando funciones de carácter social: limpieza del
espacio público, donaciones de sangre, vigilancia del consumo y tráfico de
drogas, asistencia de carácter humanitario, campañas de alfabetización, etc. Además
de esta labor social, reitero, las CDR ejercen la principal misión de vigilar la vida
tanto pública como privada de las personas y de todos los vecinos, desde un
nivel muy cercano a estas. Para hacernos una idea de lo que supone esto hay que
imaginar qué se puede sentir cuando tienes la certeza de algunos vecinos de tu
escalera están pendientes de quién entra y quién sale de tu casa, de si has
hecho según qué compras, de la ropa que vistes, de lo que hablas en uno u otro
ámbito....
En la
España franquista sufrimos la existencia de la Brigada Politíco-Social, una
especie de policía secreta, encargada de perseguir y reprimir a todos los
movimientos de la oposición al franquismo. Recuerdo que en la Facultad de
Filosofía y Letras de la U. B. había permanentemente algunos agentes. Eran
inconfundibles: llevaban gabardina y lucían bigote. Cuando se convocaba alguna
asamblea, y según la temática tratada, salían disparados en busca del primer
teléfono y no tardaban mucho en hacer acto de presencia los míticos
"grises"...