Salvo
los jóvenes que quieren ser mayores cuanto antes, casi todos los mayores desean
ser jóvenes. Lástima que el trueque no sea posible. Belleza y juventud son las
palabras fetiches de nuestra sociedad.
Mientras
la vejez es aniquilada y marginada, la juventud se ensalza y se persigue. Incluso los que han
traspasado los umbrales de la tercera edad pretenden mantenerse jóvenes ”eternamente”.
Lejanos y obsoletos quedaron los tiempos en los que envejecer estaba revestido
de autoridad y sabiduría...
Hoy
se estila luchar contra la vejez sin regatear recursos: gimnasios, cirugía
plástica, estética, cosmética, ropa, postizos, poses, actitudes... Lo que haga
falta...aun a costa
de resultar patéticos.
La
juventud, divino tesoro, es la mayor de las aspiraciones que debemos alimentar
y la vejez, un engorro que hay que combatir e ignorar... Es el lema de los
tiempos en curso.
Si
los mitos literarios se hiciesen reales hoy y viniese el diablo a vendernos la
eterna juventud - la sabiduría es prescindible - a cambio de nuestra alma...la
cola de Faustos y Dorianes Grayes... llegaría hasta la cumbre del Everest...
Los
hombres también encontramos duro y costoso el proceso de hacernos mayores, pero
la sociedad es mucho más permisiva con nuestro envejecimiento y mucho más
intolerante con el de la mujer. Si para la inmensa mayoría es importante ser
jóvenes, para las mujeres es casi imprescindible...