Se
trata de una falsedad muy arraigada, a la cual ha contribuido una parte no
desdeñable del catalanismo conservador y su discurso –a pesar de todo, bien
documentado- sobre la discriminación económica del país. Pero la cuestión
económica no es una causa, sino una consecuencia del poder asimétrico entre
aquellos territorios -y grupos sociales- que perdieron la guerra civil, y que
al no existir unos juicios de Nuremberg no se rectificó. El poder real que se
asentó entre las élites franquistas ha fomentado cierto feudalismo económico,
mediante unas políticas parasitarias asentadas en el poder financiero y
económico de carácter rentista y el alto funcionariado del estado, con una
mentalidad latifundista. El Madrid político -que, por cierto, domina los medios
de comunicación- ha manipulado la política para sabotear el crecimiento y
desarrollo de polos económicos alternativos, no solamente en Cataluña, sino
también, y muy especialmente en el País Valenciano, donde la discriminación
fiscal es aún más profunda.
El
verdadero factor de fondo que explica el independentismo es un choque de
culturas políticas. Como ha demostrado la evolución del estado, especialmente a
partir del momento en el que el franquismo desacomplejado de Aznar llegó al
poder –sobre todo a raíz de la mayoría absoluta de 2000- ha chocado con la
hegemónica cultura política antifranquista que caracteriza transversalmente a
la sociedad catalana. Como los hechos han demostrado en base a una causa
general contra el independentismo, Cataluña se quiere ir porque ha comprobado
la naturaleza profundamente antidemocrática del estado español, cada vez con un
comportamiento más próximo a Turquía. Cataluña quiere romper con España, porque
los últimos acontecimientos este gesto representa romper con el franquismo (y
la cultura franquista) hegemónica en el estado, y crecientemente aceptada por
acción (pero, sobre todo, por omisión) por la mayoría de la sociedad. Cataluña
quiere romper con España porque es republicana, mientras casi nadie cuestiona
una monarquía puesta a dedo por el Pol Pot mediterráneo que fue Franco.
(Continuará)
Muy interesantes estos comentarios. Ahora bien, una cosa es querer romper y la otra "poder romper". Ya en 1918, según nos cuenta hoy Borja de Riquer (LV) se organizó un boicot contra casas industriales catalanas acusando al catalanismo de querer romper la unidad de España, O sea en aquel entonces ya se debatía el tema de las relaciones bilaterales y se pedía un referéndum para que los catalanes pudieran opinar. No pudo ser y se pregunta si pasado un siglo las cosas siguen igual y si será necesaria una gran ruptura política para que las demandas puedan finalmente negociarse.
ResponderEliminarEfectivamente, el conflicto viene de muy lejos. Ni los políticos de ayer ni los de hoy han demostrado competencia alguna. Hablar de ruptura, sin embargo, me parece muy fuerte...
EliminarPrimero un copia y pega.
ResponderEliminar«El Madrid político -que, por cierto, domina los medios de comunicación- ha manipulado la política para sabotear el crecimiento y desarrollo de polos económicos alternativos, no solamente en Cataluña, sino también, y muy especialmente en el País Valenciano, donde la discriminación fiscal es aún más profunda.»
Las sinergias económicas entre las autonomías; Cataluña, Madrid, Valencia, Andalucía, Extremadura, Galicia, País Vasco, etc, etc, nos hablan de una red tupida de intercambios económicos (industria pesada, agrícola, turística, textil, etc, ) que siempre ha estado por encima de los políticos. Es un tejido económico y financiero que extiende sus redes por todo el país… ya se dijo con el dañino boicot a los productos catalanes (una estupidez supina alentada por los nacionalistas del otro lado), el cava catalán lleva corcho de Andalucía y Extremadura y, con frecuencia, vidrio de Zaragoza. Y así una larga lista de productos que se combinan y con ello dinamizan el mercado nacional.
Pues no señor. Eso de que Madrid (u otras grandes capitales) se empeña en “Sabotear el crecimiento y desarrollo de ¿polos económicos alternativos?” (eihn??) , es un órdago de tomo y lomo… que no se cree nadie.
Abrazos, Luis Antonio.
Como bien dices, la economía no tiene fronteras. Los nacionalismos - lo vengo repitiendo hasta la saciedad - son muy dañinos. La vinculación de la economía catalana al resto de España es una realidad incuestionable. Lástima que la carga emocional desempeñe un papel tan relevante...
EliminarAbrazos
«Polos económicos alternativos». ¿De qué está hablando? Por eso lo de eihn?
ResponderEliminarUna economía de libre mercado, o capitalista si se prefiere, como la nuestra (y lo extiendo a Cataluña), es un fenómeno global, y por tanto no ha lugar a “polos económicos alternativos”… una posibilidad anula a la otra. La única economía alternativa de la que cabe hablar frente a la de libre mercado, es la economía estatal o intervenida (propia del Comunismo, por ejemplo). Cualquiera deduce esto sin ser economista, yo no lo soy.
Saludos!
La economía estatal, al margen de la iniciativa privada, ya ha demostrado su ineficacia. Sólo es interesante sobre el papel...
EliminarOtro abrazo, Paco
Ahora comprendo un poco más por qué Cataluña quiere romper con España.
ResponderEliminarUn beso enorme, amigo mío.
Pues yo sigo sin tenerlo nada claro. Lo de ruptura me parece más que demasiado.
EliminarBesos, estimada María