Mentira número 3: el independentismo es un movimiento burgués
Esta
es una acusación típica lanzada desde las izquierdas en base a una lectura
indigesta de un Marx poco leído y desde el mal comprendido texto de Jordi Solé
Tura sobre el catalanismo. En cierta manera, esta es una afirmación categórica
y simplificadora que contiene algunos elementos que llevan a tener este
análisis erróneo. En primer lugar, la propia idea de “burguesía”, entendida a
la manera tradicional, es decir, patrones, propietarios de empresas y de gran
capital, hoy en día es más que discutible de acuerdo con las nuevas reglas del
juego del capitalismo neoliberal. Pero lo que llamaríamos la alta burguesía
catalana, vinculada a los negocios en base a sus relaciones privilegiadas con
el poder político es más que hostil al republicanismo. Según los diversos
estudios sociológicos y demoscópicos sobre la cuestión, en Pedralbes, el barrio
paradigmático de las clases altas barcelonesas, el sentimiento independentista
no llega al 40%. En cambio, sí existe una mayoría de independentistas en lo que
serían las clases medias y sobre todo las nuevas clases medias emergentes, muy
vinculadas con parámetros más objetivos como el nivel de estudios. Así, según
el barómetro de opinión pública de 2017, se consideran independentistas quienes
poseen una titulación de Bachillerato y FP (51%), y estudios universitarios
(entre el 61-63%), mientras es minoritario entre quien posee la ESO (42%) o no
posee estudios (20%). Esto se complementa con la edad: 59% favorable a la
independencia, 29% en contra para el segmento de 18 a 24 años; 58% a 32% para
quienes tienen entre 25 y 35 años; 48% a 39% entre los 36 y 49 años, y
solamente el unionismo empieza a ser mayoritario para los mayores de 50; 43%
independentistas respecto al 47% unionistas entre 50-64 años y 40% a 51% entre
mayores de 65. Esto ofrece un panorama complejo, silenciado en los medios
españoles, que tiene menos que ver con la clase que con el nivel de
politización, arraigo y participación social. En otros términos, el
independentista no es ningún “roach” ni burgués, sino una persona nacida en
Cataluña, con estudios postobligatorios, que participa activamente de la vida
social de su comunidad, que ideológicamente mantiene valores democráticos, se
considera de centro-izquierda y cuyas motivaciones suelen estar más en
construir un futuro libre de la hipoteca del franquismo superviviente de la
Transición, algo, por cierto, muy lejos de los tópicos insertados en el chip
que los medios madrileños y la clase política del estado ha implantado en la
percepción de la sociedad española.
Mentira número 4: el independentismo es un souflé
Esta
fue la excusa para no hacer nada cuando las cosas empezaron a deteriorarse a
raíz del culebrón del Estatut de 2006. Desde el entorno nacionalista español,
fomentado en el bipartidismo PSOE-PP, pero sobre todo desde el potente
franquismo sociológico que nunca se fue, se consideró que las heridas abiertas
por los ataques catalanófobos durante la tramitación, aprobación y sentencia
del Estatut generaría un malestar pasajero. Acostumbrados al pactismo
pujolista, las instituciones del estado cometieron el error típico de analizar
situaciones nuevas con categorías viejas y no fueron capaces de percibir las
mutaciones sociales y políticas profundas que ya se intuían des de la década
anterior, en el que buena parte del independentismo iba saliendo del armario
catalanista, e incluso se iba gestando un independentismo postnacional, que
contempla el derecho a decidir como algo natural y la monarquía centralista
como algo insoportablemente retrógrado. Mientras las difamaciones sobre el
sistema de inmersión, las descalificaciones hacia el nacionalismo ajeno (sin la
autocrítica del propio), los fracasos de las políticas de memoria histórica se
iban sucediendo, entre las generaciones que no vivieron el franquismo ni la
Transición se estaba cociendo un cambio de paradigma político: la idea que la
Transición había fracasado a la hora de administrar la cuestión de la
plurinacionalidad del estado, que la monarquía se trataba de la continuación
del franquismo por medios constitucionales, y que la reforma (especialmente la
necesaria transformación de una mentalidad española que no parece capaz de tratar
de igual a igual a aquellas realidades nacionales no castellanas) era
imposible. Y, aunque pareciese una paradoja, la independencia era la opción más
realista para vivir sin la interferencia, no solamente del franquismo
omnipresente en los mecanismos estratégicos del estado, sino de una nación, la
española, que no admitía otra relación que la subordinación de quienes no
comparten sus referentes culturales e ideológicos.
Es
así como el independentismo fue creciendo de manera continua hasta llegar a
casi la mitad de los residentes catalanes. Los acontecimientos del último año,
mediante una represión que recuerda a la de la primera mitad de los setenta,
los presos políticos, los exiliados, la criminalización de la disidencia, no
está reduciendo en absoluto su número. Y la composición demográfica del
republicanismo hace suponer que éste se reforzará con el paso del tiempo
(Continuará)
(Continuará)
Cabe destacar como una de las mayores chorradas que he leído últimamente esto:
ResponderEliminar" mentalidad española que no parece capaz de tratar de igual a igual a aquellas realidades nacionales"
Me la guardare con otras "realidades" del proceso como:
"Los españoles sólo saben expoliar", "vergüenza eres una palabra que los españoles hace siglos que han eliminado de su diccionario"
“Marta, ve a mi despacho y tira los papales por la ventana”
“Me han roto 6 dedos y me han tocado las tetas”
“Me persigue un tipo de mediana edad en patinete”
“Me han sacrificado, como dijo Junqueras”
Y algunas más...
Un saludo.
Los mensajes de tinte etnicista del candidato a presidir la Generalitat han sido ampliamente criticados por las principales formaciones políticas y por toda persona que tenga un mínimo de criterio y personalidad.
EliminarIncluso fuentes de Junts per Catalunya consideran "desafortunados" los tuits en los que Torra afirmaba que "los españoles solo saben expoliar" o "hace siglos que han eliminado de su diccionario" la palabra vergüenza
Saludos
Lo que he observado es que las clases medias se han hecho independentistas -conviene analizar las razones- pero que esas clases medias ya no son la "burguesía", que nunca lo fue, en efecto.
ResponderEliminarSigo meditando con estas entradas.
Así es, pero no sé darte ninguna explicación racional. También medito, pero con cierto hastío porque este asunto se está "encalleciendo"...
EliminarEste señor sigue, erre que erre, con que la Transición es algo así como la continuación del franquismo, solo que disfrazado de democracia, madre mía.
ResponderEliminarSobre esa base inicial cualquiera de sus opiniones me parecen un desatino total.
Cuídate, amigo Luis Antonio.
Y estos días que se ha celebrado el XL aniversario de la Constitución todavía hay los que no ven en ella más que huellas franquistas...¿Sabrán leer? o mejor dicho, ¿la habrán leído?
ResponderEliminarMe cuido, Paco, todo lo que puedo.
Un fuerte abrazo