Ataques y halagos pueden hacernos daño si no sabemos afrontarlos con dignidad. Y no tengo la menor duda de que defenderse de las agresiones es más fácil que hacerlo de las alabanzas. Si rechazas los parabienes con que puedan obsequiarte los demás, puedes parecer orgulloso y si los aceptas, un vanidoso, pedante y fatuo. (Y ahora vendría otra vez la consabida referencia a la bondad del dichoso "término medio", tan difícil de hallar y más aún de mesurar). A decir verdad, los elogios pueden ser hasta contraproducentes porque ponen a prueba tu capacidad de mostrarte humilde. (Rechazo también el tópico de “¿a quién le amarga un dulce?”). Y si no sabes serlo, puede sonar a falsa humildad, que es la peor de las vanidades... En cambio los ataques se pueden afrontar con actitud orgullosa, crispada y hasta bélica... Incluso se puede errar en la forma de afrontarlos porque el daño del ataque sufrido lo justifica casi todo y no falta la tolerancia para estos casos. Pero los elogios exigen sencillez, modestia, humildad...No tengo claro cómo se expresan estas virtudes sin caer en el uso de frases hechas no exentas de cierta teatralidad. Tampoco tengo nada claro cómo se aprenden. (Y que nadie me venga ahora con lo de “la naturalidad”, porque tampoco sé qué es. Y eso que todo el mundo presume de tenerla y practicarla).Vaya lío, ¿no? (Esta es mi penúltima entrada con tal cúmulo de dudas, contradicciones e interrogantes. Hasta yo estoy hastiado...)
Ilustración: arkinlokin.blogspot.com
Ilustración: arkinlokin.blogspot.com
Creo que lo ideal sería lograr el punto medio, donde reside la virtud, pero es muy difícil. Hay que recibir con agradecimiento pero realismo los halagos excesivos y aceptar con humildad las críticas, siempre que sean constructivas. Con el don de la naturalidad hay que nacer, no se puede ensayar, pero es humano dudar como lo haces tú. Lo que nunca debe faltar es la sensibilidad ante la vida. Carmen.
ResponderEliminarEstaba leyendo tu entrada con una sonrisa por dentro y por fuera. ¿Por qué?, pues porque me sentía totalmente identificada con lo que describes y con lo tremendamente dificil que es enfrentarse a los halagos. A mi me incomodan mucho porque, como comentas, nunca sé como actuar. Cuando digo que "no es para tanto" siento que puedo pecar de falsa modestia, porque también reconozco mis méritos, y si digo que "me lo merezco" siento que peco, esta vez, de orgullo porque también conozco mis limitaciones.
ResponderEliminarEn fin, que sí, que sí, que es un lio.
Estás, laberínticamente,excelente en tus razonamientos.
ResponderEliminar¡Que lío.....!
Un abrazo. Etel.
¿Cómo que la penúltima entrada con dudas, contradicciones e interrogantes? Eso no puedes tenerlo tan claro... las dudas salen sobre la marcha...
ResponderEliminarCon respecto a lo de afrontar con dignidad (defíneme "con dignidad")ataques y halagos opino que hay tantas maneras de hacerlo como tipos de personas hay...
Se responde dependiendo de la magnitud de los mismos, del momento, del estado de ánimo, del dónde sean lanzados, de la intención del uno, de la manera de entenderlo del otro,... pero esto es sólo mi opinión y no pretendo alargarme...
Saludos, Luis Antonio, y sigue cavilando.
La experiencia, que es la madre de la ciencia, nos dota con los años de un apéndice con el que podemos distinguir las intenciones de aquellos con los que nos relacionamos. Hay elogios que son como cebos para que nos traguemos el veneno escondido y hay críticas que realmente nos ayudan a mejorar.
ResponderEliminarSolo el uso adecuado de este apéndice sin dejarse llevar por los cantos de sirena de los elogios o los agravios nos permiten discernir por donde van los tiros.
Amigo mío, no cambiaría ni una coma de lo que has escrito. Hoy, nos has leído el pensamiento a unos cuantos.
ResponderEliminarSiga "dudando" en esta línea te lo ruego. Y cuanto quiera...
Un abrazo.
Elogios y críticas hay que tomarlos según de donde vengan, cuando no son sinceros suenan huecos y por lo tanto falsos, esa especie de pensamiento social compartido nos ayuda a distinguirlos. Cómo los afrontamos igual no importa tanto, cuando se dicen desde el corazón el otro nos va a comprender más allá de nuestras palabras.
ResponderEliminarTu blog es bueno, no me cabe duda y no lo dudes Luis Antonio porque la duda ofende.
Qué temita eh!!!
ResponderEliminarCoincido contigo....es que no sé responder a los halagos, claro que según de quién vienen les doy credibilidad o no. Pero de una u otra forma no sé responder. Si digo nada más Gracias, el otro puede pensar, mira lo que le he dicho para que responda sólo Gracias...si exagero el agradecimiento pensará, qué soberbia, no es para tanto. Muy difícil y todavía más en un texto escrito; porque si estás en persona ahí juegan las expresiones del rostro, la mirada, hasta un abrazo o una mano que se extiende hacia el otro. En fin...no sé, me siento más cómoda respondiendo críticas.
Por qué dices que no habrá más interrogantes...no creo que se pueda vivir sin ellos, así que piénsalo.
Besos
Creo que tener dudas y contradicciones es de lo más sano, estimado Luís Antonio. Me merecen poca confianza los que siempre están tan seguros de todo y alardean de ello como una bandera que se enarbola, quizá porque no se quiere admitir ni aceptar la propia inseguridad. Pienso que ante ambas cosas, hay que intentar reaccionar con naturalidad. Podemos aceptar, sin pedantería, que, en ocasiones, logramos expresarnos ante los demás, o nos salen las cosas bien, como aceptar que, otras veces, nos equivocamos, o no estamos tan acertados. No pasa nada, la perfección no existe, (afortunadamente) de eso no me cabe la menor duda. Un abrazo.
ResponderEliminarCarmen: Dices que se nace con el don de la naturalidad. Me gustaría también que se pudiese aprender, pero es tan difícil de definir y de saber realmente qué es. Lo de la sensibilidad ya lo tengo más claro. Gracias por tus palabras, Carmen.
ResponderEliminarRosa: Me gusta saber que compartimos cosas, dudas, reflexiones...Resulta más soportable su carga y hace que te sientas menos raro. A veces, también es cierto, lo complicamos con nuestras reflexiones...Un saludo, Rosa. Me encanta que te dejes caer por aquí.
ResponderEliminarEtel: No sé si es fácil razonar con acierto en un laberinto...Otro abrazo, maña
ResponderEliminarDr. Krapp: Pues yo todavía no debo tener ese apéndice –y del biológico ya me operaron- porque los nacidos en 29 de febrero tenemos el don de la eterna juventud... Y puestos a preferir, me quedo sin ninguna duda con las críticas constructivas que ayudan a mejorar. Es más fácil un elogio convencional que elaborar un critica y esto puede provocar muchos equívocos...
ResponderEliminarCristal00k: Seguiré dudando porque me lo pides tú, pero con la condición de que no me trates de Vd. Otro abrazo próximo para TI.
ResponderEliminarAngie: Es tanta la confianza que me inspiras y tan alto el crédito en que te tengo que todo lo que venga de ti será bien recibido. Cuando tengas que hacerme una observación, no lo dudes, Angie, que también será gratificante porque nacerá de la confianza y esta es un bien escaso. Besos
ResponderEliminarMara y Cuyá:
ResponderEliminarMe alegro de que tengamos cosas en común, incluidas las dudas. Decir que es mi penúltima entrada sobre dudas e interrogantes significa que no es la última. Faltaría más...Es una manera de hablar: la penúltima copa, etc.
Besos
Cristal: Totalmente de acuerdo con tu comentario. La perfección no existe. Seguiremos dudando y compartiendo interrogantes con la confianza que da saber que hay receptoras tan sensibles como tú. Otro abrazo, Crista
ResponderEliminarBorraeso:
ResponderEliminarMe he saltado el orden de contestación sin darme cuenta. Pero aquí estoy contigo. Ya he aclarado anteriormente que para mí penúltima sólo significa que no es la última. O sea que continuará, pero procurando no empalagar, ¿vale?
Como bien dices, las circunstancias son tan variadas que hacen que las situaciones sean bien distintas.
Un abrazo y gracias por compartir tu pensamiento conmigo
Sin duda me has alegrado el día, Luis Antonio. Te mando beso sonoro.
ResponderEliminarAngie: Y yo lo recibo con humildad, pero con gran deleite
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