Quisiera fundir en mi persona
todas las bondades
materiales,
estéticas,
intelectuales
y morales
del mundo
Para poder sucumbir
a tus encantos
con el mayor y
más sonoro de los
!!! ESTRUENDOS ¡¡¡
todas las bondades
materiales,
estéticas,
intelectuales
y morales
del mundo
Para poder sucumbir
a tus encantos
con el mayor y
más sonoro de los
!!! ESTRUENDOS ¡¡¡
¡Que bonita gragea !!!
ResponderEliminarQue sensible y bella, para quien se la hayas dedicado.Dichosa sea.
Besitos mi querido Luis Antonio
Bueno y bueno, la verdad es que si consigues fundir eso que deseas no sé quién sucumbirá a quién.
ResponderEliminarBonito, bonito.
Besos.
Cómo me gustaría que me dijeran esas cosas. No digo que mi marido no lo pueda sentir,lo contrario, pero el no encuentra las palabras para expresarlo. Para eso están los poetas como tú, para sentirte identificado. Carmen.
ResponderEliminarEn esta ocasión has sido tú el que ha sabido resumir en pocas palabras un deseo vital fuerte y apasionado. Bella entrada Luís Antonio. Un abrazo
ResponderEliminarMuy buenas, Luis Antonio. Llevo algun tiempo leyendo en su blog aunque hasta ahora no haya dejado comentario alguno. Es cosa que me suele suceder: me gusta leer y disfruto de lo que leo. Me recreo en ello y muy rara vez hago comentario alguno por no perturbar ese momento. Sólo de vez en cuando hago alguna pequeña intromisión con el único propósito de que sepan que sigo ahí leyéndoles cada día.
ResponderEliminarSu entrada, realmente extraordinaria.
La verdad, cualquiera sucumbe al leer estos versos...
ResponderEliminarCariños, querido amigo
¿Una estridente fondue turolense? Hummmmm..muy sugerente.
ResponderEliminarFelicidades, maestro.
vaya...qué mujer no quisiera escuchar eso y dichosa sucumbir en ese estruendo. Fundirse en esa entrega que has expresado maravillosamente y saborear todas las bondades del mundo y del cielo.
ResponderEliminarPara leer mil veces esta gragea Luis.
Besos
¡Qué fuego más apasionado! Saluda a tu yo grageático; espero que no se queme.
ResponderEliminarEnamorados andamos...
ResponderEliminarBesotes
¡Uauh! A quien vaya dedicado puede sentirse bien satisfecha.
ResponderEliminarSaludos!
¡¡¡Gragea nuclear!!! Por fin un uso amatorio del poder del átomo.
ResponderEliminarA Lisebe, Rosa, Carmen, Cristal, Marysol, Mara y Cuyá, Angie, Cristal00k e Inga Luv:
ResponderEliminarVuestros respectivos comentarios son tan similares que me permito la licencia de
contestaros en bloque para no repetirme incesantemente.
Ya lo sabéis de sobras, pero quiero recordaros que hasta el siglo XIX, con la aparición del Romanticismo, el autor no proyectaba su intimidad personal en sus obras. El estilo artístico personal no debe confundirse con la proyección del propio “yo”. Por lo tanto, pensar que Quevedo proyecta su propio yo en ese soneto maravilloso titulado "Amor constante más allá de la muerte" es gratuito. Sin embargo el Romanticismo sí pondrá de moda el egocentrismo: el Yo es la única realidad existente, pues "no hay más objetos que aquellos de los cuales tienes conciencia. Tú mismo eres tu propio objeto". Por tanto sólo el Yo es real, es el absoluto, y la poesía permite hacer sensible y comunicativa esta experiencia en tanto que es representación del alma y representación del mundo interior en su totalidad.
Pero el Romanticismo tuvo una vida efímera, luego vinieron otros movimientos que lo pusieron en cuarentena y ahora estamos en eso que viene a llamarse la Postmodernidad, difícil de definir, pero sin duda es una nueva forma de ver la estética, un nuevo orden de interpretar valores, una nueva forma de relacionarse, intermediadas muchas veces por los factores postindustriales; todas éstas y muchas otras son características de este modo de pensar.
¿A dónde quiero ir a parar con todo este rollo? Pues a deciros que el autor no siempre se proyecta en lo que expresa y que el lector está –vosotras lo estáis- en su derecho de recrear el texto como le venga en gana siempre y cuando distinga la realidad prosaica de la ficción literaria....
Besitos a todas y gracias por hacer una interpretación tan gratificante, de verdad.
A "Corsario sin patente": Gracias por tu comentario y cuenta con la devolución de la visita. Saludos
ResponderEliminarAl Dr. Krapp: Gracias, pero prefiero el jamón de Teruel D.O. y el queso de Tronchón (que ya citó Cervantes en El Quijote)
ResponderEliminarAl Dr. Krapp: Gracias, pero prefiero el jamón de Teruel D.O. y el queso de Tronchón (que ya citó Cervantes en El Quijote)
ResponderEliminarA Fermín Gámez: Como bien dices, no hay que temer nada a este uso de la energía nuclear o hipérbole desmesurada...
ResponderEliminarLuis
ResponderEliminarGracias por tan interesante explicación. Pero en mi derecho de recrear el texto no he pensado si era realidad o ficción. Simplemente he sentido lo maravilloso que sería poder expresar al ser amado la entrega total y el deseo con esas palabras, y también ser el objeto de las mismas.
Vuelvo a felicitarte.
Mil besos
Poder de síntesis.
ResponderEliminarPuntería en las palabras.
Tacto.
¿Para que mas Luis?
Felicitaciones y saludos desde el otro lado
Mara y Cuyá: No sólo tienes el derecho sino la obligación de ejercerlo porque enriqueces la propuesta...
ResponderEliminarOtros mil besos
Gamar: Muchas gracias y enhorabuena por esa remoledación de tu bitácora (lo de "blog" no acaba de gustarme...)
ResponderEliminarSaludos afectuosos
Por muchas explicaciones que quieras darnos....
ResponderEliminarEstoy en la línea de todas las señoras, que han hecho su comentario.Sea el "yo" real o el ficticio, es lo que a toda mujer, le gustaría ser, la destinataria de tu precioso poema.
Felicidades y un abrazo, Luis.
Etel.
Etel:
ResponderEliminarMe habéis convencido y como prueba de gratitud, os lo dedico a todas, sin exclusión. Os lo merecéis
Pues yo, según el momento, me puedo decantar por algo hasta escandaloso o por el absoluto silencio....
ResponderEliminarEs muy bonito, Luís. Gracias por compartirlo.
Novicia: Gracias a ti por tu siempre grato comentario.
ResponderEliminarNovicia: Gracias a ti por tu siempre grato comentario.
ResponderEliminarNovicia: Gracias a ti por tu siempre grato comentario.
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