España ha sufrido desde los Reyes Católicos regímenes integristas y con frecuencia se ha educado a las nuevas generaciones de ciudadanos en la intolerancia. El proceso de superar este triste legado se ve facilitado, no sin esfuerzo, por la recuperación del sistema democrático que en teoría facilita el pleno ejercicio de las libertades. Pero como dicho marco de libertades se ha prodigado poco históricamente, queda mucho camino por recorrer en beneficio de la tolerancia deseada.
La tolerancia es la virtud moral y cívica que consiste en saber conceder la misma importancia a la forma de ser, de pensar y de vivir de los demás que a nuestra propia manera de ser, de pensar y de vivir sin peros y sin reparos.
La tolerancia bien entendida es la capacidad de un individuo de aceptar una cosa con la que no está de acuerdo. Y por extensión moderna, la actitud de un individuo frente a lo que es diferente de sus valores Si comprendemos que nuestras creencias y costumbres no son ni mejores ni peores que las de otras personas, sino simplemente distintas, estaremos respetando a los demás. No es preciso compartir una opinión para ser capaz de considerarla tan válida como cualquier otra. Lo que hace falta es tratar de ponerse en el lugar de los demás. A eso se le llama empatía. Desde cada perspectiva, las cosas se perciben de una manera distinta. Compartir las diferencias nos enriquece.
Por supuesto, la tolerancia no debe hacerse extensible hacia las formas de ser, pensar y vivir que no respetan, a su vez, los derechos humanos y las normas de convivencia establecidas democráticamente. Dejar pasar actitudes desconsideradas e injustas es una manera indirecta de no respetar a quien las sufre. Por eso, ser tolerante es también definirse, dar un paso al frente, hacer una opción por la justicia y la paz.
El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de una conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia. La tolerancia es una herramienta irremplazable para tener una mayor y mejor perspectiva de vida, que si nos recluimos en el callejón estrecho de la intolerancia. Se ha dicho que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar y muy difícil de explicar.
Es un error confundir la tolerancia con la permisividad indiscriminada y la ausencia de normas. El miedo a caer en el dogmatismo se ha proyectado en miedo e incomprensión hacia la disciplina , y la ausencia de ésta hace tambalear las bases de la buena educación.
Los niños no entienden de teorías; aprenden por lo que ven y por lo que oyen, día a día, sin equívocos ni ambigüedades. Para transmitir reglas hay que saberlas bien, ejercerlas constantemente y proponerlas con convicción. Sólo así se crean hábitos.
No respetar ni hacer cumplir las reglas de juego que hacen posible la convivencia equivale al deterioro de la misma. Quienes detentan la autoridad bien entendida –gobernantes, padres de familia, educadores, etc.- están obligados a defender el cumplimiento de las normas comunes. No ejercer esta obligación sería caer en la tolerancia mal entendida que equivaldría a identificarla con la permisividad total.
La tolerancia es la virtud moral y cívica que consiste en saber conceder la misma importancia a la forma de ser, de pensar y de vivir de los demás que a nuestra propia manera de ser, de pensar y de vivir sin peros y sin reparos.
La tolerancia bien entendida es la capacidad de un individuo de aceptar una cosa con la que no está de acuerdo. Y por extensión moderna, la actitud de un individuo frente a lo que es diferente de sus valores Si comprendemos que nuestras creencias y costumbres no son ni mejores ni peores que las de otras personas, sino simplemente distintas, estaremos respetando a los demás. No es preciso compartir una opinión para ser capaz de considerarla tan válida como cualquier otra. Lo que hace falta es tratar de ponerse en el lugar de los demás. A eso se le llama empatía. Desde cada perspectiva, las cosas se perciben de una manera distinta. Compartir las diferencias nos enriquece.
Por supuesto, la tolerancia no debe hacerse extensible hacia las formas de ser, pensar y vivir que no respetan, a su vez, los derechos humanos y las normas de convivencia establecidas democráticamente. Dejar pasar actitudes desconsideradas e injustas es una manera indirecta de no respetar a quien las sufre. Por eso, ser tolerante es también definirse, dar un paso al frente, hacer una opción por la justicia y la paz.
El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de una conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia. La tolerancia es una herramienta irremplazable para tener una mayor y mejor perspectiva de vida, que si nos recluimos en el callejón estrecho de la intolerancia. Se ha dicho que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar y muy difícil de explicar.
Es un error confundir la tolerancia con la permisividad indiscriminada y la ausencia de normas. El miedo a caer en el dogmatismo se ha proyectado en miedo e incomprensión hacia la disciplina , y la ausencia de ésta hace tambalear las bases de la buena educación.
Los niños no entienden de teorías; aprenden por lo que ven y por lo que oyen, día a día, sin equívocos ni ambigüedades. Para transmitir reglas hay que saberlas bien, ejercerlas constantemente y proponerlas con convicción. Sólo así se crean hábitos.
No respetar ni hacer cumplir las reglas de juego que hacen posible la convivencia equivale al deterioro de la misma. Quienes detentan la autoridad bien entendida –gobernantes, padres de familia, educadores, etc.- están obligados a defender el cumplimiento de las normas comunes. No ejercer esta obligación sería caer en la tolerancia mal entendida que equivaldría a identificarla con la permisividad total.
Hola, que entrada más reflexiva nos ofreces, en definitiva es muy difícil lograr el equilibrio del que hablas. Mi familia materna siempre ha sido pacífica y tolerante, pero como tu lo mencionas, hay puntos en los que se cae en la permisividad. Al hermano de mi madre lo asesinaron cuando era muy joven, acababa de cumplir 18 años, y mi abuelo concluyo que investigar y conocer a la persona que había cometido tal acto no le regresaría a su hijo. Así que casi 5 décadas después, es un crimen que sigue sin resolver. Que quiero expresar con esto, que se cayó en la permisividad de la delincuencia, a esos extremos podemos llegar facilmente. Saludos y buen fin de semana.
ResponderEliminarReflexionar es importante. Llevar a la práctica el fruto de tales reflexiones cuesta más.
EliminarSaludos, Jova
"...dicho marco de libertades se ha prodigado poco históricamente..." Hay que partir de esa frase tan objetiva como lograda. El problema que veo es que existe un déficit de cultura política en España desde la Transición, marcada en parte por el vacío anterior, en parte por la falta de información y conocimiento general, tanto sobre la historia como sobre los procesos constitucionales, y en parte por la adscripción simplona y la intervención mediática que no sabemos digerir muy bien. En fin, no soy un especialista precisamente en análisis, pero últimamente parece estar pesando más en el entendimiento generalizado el posicionamiento por banderías irracionales que la racionalidad, y como se imponga lo primero mal vamos a ir. De todos modos el asunto es mucho más complejo y la situación de crisis productiva y en general socioeconómica no ayudan a vislumbrar salidas prudentes y pacíficas. Encima el covid...
ResponderEliminarLa falta de cultura, como bien indicas, y de criterio propio son lacras de nuestra sociedad. Todos somos responsables de estas carencias.
EliminarSaludos
En el segundo y tercer párrafo dejas muy claro lo que es la tolerancia. Desde luego nada que ver con la permisividad ñoña y ramplona. Hay que cumplir con las leyes y las normas que nos hemos dotado y, con justicia, reprobar su incumplimiento.
ResponderEliminarLa permisividad hace tanto mal como un aprobado mal concedido. A aquel que se le premite la transgresión y el desacato a las leyes, insistirá desacatando.
Salud
Francesc Cornadó
Me alegra verificar que estamos de acuerdo en este asunto.
EliminarUn abrazo, Francesc
La situación actual la resume muy bien esta cancion:
ResponderEliminarQue el mundo fue y será una porquería
Ya lo sé...
(¡En el quinientos diez
Y en el dos mil también!).
Que siempre ha habido chorros
Maquiavelos y estafaos
Contentos y amargaos
Valores y doblé...
Pero que el siglo veinte
Es un despliegue
De maldá insolente
Ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos
En un merengue
Y en el mismo lodo
Todos manoseaos...
¡Hoy resulta que es lo mismo
Ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro
Pretencioso estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
Que un gran profesor!
No hay aplazaos (¿Qué va a haber?)
Ni escalafón
Los inmorales
Nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
Y otro afana en su ambición
¡da lo mismo que sea cura
Colchonero, rey de bastos
Caradura o polizón!...
¡Qué falta de respeto, qué atropello
A la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Toscanini va Escarfaso y Napoleón
Don Bosco y "La Mignón"
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
De los cambalaches
Se ha mezclao la vida
Y herida por un sable sin remaches
Ves llorar la Biblia
Junto a un calefón...
¡Siglo veinte, cambalache
Problemático y febril!...
El que no llora no mama
Y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
Nos vamo a encontrar!
¡No pienses más
Sentate a un lao
Que a nadie importa
Si naciste honrao!
Si es lo mismo el que labura
Noche y día como un buey
Que el que vive de las minas
Que el que mata, que el que cura
O está fuera de la ley....
Poco más se puede añadir, vivimos tiempos de "apostolados" varios y el que no comulga con el de turno es inmediatamente "tirado a la hoguera".
Palabras como Dignidad ya no se estilan. Perdidos en "hacer de Moises de pueblos" nos olvidamos o atropellamos a los individuos.
Un saludo.
La desconocía, pero está plena de verdades...Gracias
EliminarSaludos
En efecto, la tolerancia siempre tiene que tener un límite: la legalidad y el bien común. Y en una democracia, ser tolerantes no nos debe hacer débiles, porque quienes no lo son, se aprovechan.
ResponderEliminarA veces no distinguimos los límites porque están borrosos o no los queremos ver con nitidez
EliminarCuidado, la tolerancia es aceptar las ideas de los demás, no pensar que tienen igual valor que las ideas propias, no tendría sentido mantenerlas si no se consideran mejores.
ResponderEliminarEl problema educativo generado por la sobreprotección es lo que está volviendo intolerantes a muchas generaciones. Nadie les ha enseñado a debatir con ideas diferentes, no han asistido al hecho de qque les cuestionen y les contradigan por eso de adultos les cuesta tanto aceptar opiniones contrarias.
Un abrazo
Muy acertada tu matización. Te la agradezco mucho
ResponderEliminarUn abrazo