La Sagrada Familia sugiere unión, belleza y altura de miras
Algunos medios auguran movimientos conflictivos en Cataluña para la fecha de hoy. No hay que descartar acciones de grupos independentistas radicales. Ya lo han anunciado... En determinados círculos, quiero pensar que minoritarios, se respira un ambiente enrarecido y no exento de temores. Personalmente voy a vivir esta jornada tal y como tenía previsto: aquaying en el gimnasio por la mañana, reunión de voluntariado en la escuela con la que colaboro a las 16 h. y asistencia a la Junta de Gobierno del Centro Aragonés a las 19 h. Casi me atrevería a aventurar que la jornada va a ser más anodina de lo que se anuncia. La sociedad, en general, sean sus componentes de unas u otras ideologías, no quiere conflictos ni enfrentamientos. Adjunto a continuación un artículo interesante y reflexivo de La Vanguardia de hoy
Segunda memoria del 1 de octubre
Jordi Amat
Actos como el de Seva se celebrarán por todas
partes. En Olot se hará una marcha de antorchas y entidades independentistas
organizan una cena en el Estartit. A las 20.30 h, en Garrigàs, se iniciará la
performance La fuerza de un pueblo. Tal como se hizo el año pasado,
cuando el centro sociocultural había pasado a llamarse 1 d’Octubre, se
representará una obra de teatro por las calles titulada El ball de les urnes,
una recreación, entre épica y paródica, de los hechos de hace dos años. La ANC
también hará su particular vía crucis en Barcelona: la manifestación que
acabará delante del instituto Balmes, donde la gente gritaba “democracia”
mientras la policía entraba para retirar las urnas. La Assemblea es quien más
actos organiza por el aniversario.
Entre la agenda de hoy y la del año pasado, sin
embargo, se pueden constatar cambios. No sólo se celebrarán menos. Este año
casi ninguno lo organizará un consistorio. Nada que ver con el 2018, cuando
muchas administraciones hicieron un uso intensivo de una memoria determinada
con intencionalidad política. La apuesta por consolidar un lugar de memoria se
había plasmado sobre todo en intervenciones en el nomenclátor. Aquel día
plazas, calles y rotondas fueron bautizadas o cambiaron de nombre, siguiendo
con la apuesta disruptiva que el Ayuntamiento de Girona había impulsado cuando
votó para que la plaza de la Constitució, precisamente esta, pasara a llamarse
plaza del 1 d’Octubre.
Quizá el ejemplo más relevante del cambio sea el
del Ayuntamiento de Barcelona. El año pasado la tenencia de alcaldía de Jaume
Asens organizó exposiciones y mesas redondas en la Modelo. En la agenda que se
puede consultar en la web de la Casa Gran, en cambio, no consta que haya nada
previsto para hoy. En el Parlament habrá sesiones ordinarias de varias
ponencias. Aquí el dato más relevante será si aumentarán las medidas de
seguridad. La conmemoración del año pasado acabó con el intento de asalto del
Palau en el parque de la Ciutadella. El presidente Quim Torra, que aquella
mañana en Sant Julià de Ramis había animado los CDR a “apretar”, fue abucheado
por los manifestantes por la noche, y los Mossos d’Esquadra tuvieron que cargar
contra ellos durante unos minutos de mucha confusión. Confusión y ambigüedad.
El 1 de octubre es el clímax del proceso, pero es como una rotonda sin salida.
La memoria de aquel día, interesada como lo son
todas, es confusa y ambigua porque es como un espejo roto. En sus fragmentos
una sociedad desgastada por la tensión y la irresponsabilidad política no se
reconoce completa: es una memoria que refuerza una comunidad nacional,
complacida en el recuerdo, pero al mismo tiempo es divisiva, porque polariza el
conjunto. Por su éxito y por su fracaso atenaza la vida política catalana y la
deja en suspensión, esperando las sentencias de los procesos penales abiertos.
Es una memoria que atrapa como un relato circular. Posibilita interpretaciones
infinitas y todavía no sabemos descifrar qué pasó.
Para que fuera políticamente rentable, aunque los
miembros del gobierno sabían que no podrían implementar la ley del Referéndum,
se continuó hasta el final con una escenificación que tapaba la competición
interna entre los dos partidos de gobierno. Dicho de otra manera, para forzar
una negociación con el poder central que la sentencia del Estatut había
cortocircuitado, el Govern optó para mentir a su ciudadanía diciendo que la
independencia prometida estaba a tocar. La CUP ya habla de “autoengaño” y de
aquí vienen tantas confusiones y ambigüedades. Engañar a los tuyos para engañar
a los otros, diciendo que tenías un póquer cuando ibas de farol. Este fue el
doble engaño del 1 de octubre. Sobre la mesa de juego los políticos apostaron
su futuro, el autogobierno y los consensos sobre los cuales se funda la
convivencia. Fue una apuesta unilateral, arriesgadísima. Y aquellos dirigentes,
ellos más que nadie, perdieron.
Fue una derrota extraña. El 1 de octubre fue una
escenificación, pero no sólo. Para buena parte de la ciudadanía, también para
los que se quedaron en casa honestamente desamparados, fue una experiencia
auténticamente transformadora. Miles de personas se encontraron en una
situación en la que no se habían imaginado nunca. Si desde el 2012 la
mesocracia catalanista se había habituado a participar en manifestaciones cada
Onze de Setembre, durante las semanas previas al referéndum y sobre todo aquel
día experimentaron un cambio en su compromiso con el movimiento
independentista. En los colegios se encontraron ante las fuerzas de orden y,
codo con codo, hicieron fracasar el tronado operativo que tenía que impedir la
votación. Y con este gesto de resistencia, mientras recibían los golpes o las
imágenes de los golpes rebotaban en sus móviles, se descubrieron hermanados en
un acto de desobediencia civil masiva.
Aquel capital político, que adquirió una
dimensión insurreccional cuando la desobediencia civil confluyó con la
institucional, no era sólo un farol. Lo era y era otra cosa. La magnitud de la
desobediencia fue tal que durante horas de caos consiguió: 1) poner en cuestión
la idea de nación española ortodoxa, y 2) imponer una atmósfera
prerrevolucionaria que en el corazón del Estado creó un vacío de poder. Los
dirigentes independentistas, cautivos de una deriva iliberal, quedaron engullidos
y el ejecutivo de Mariano Rajoy, en shock por la magnitud de una desobediencia
duplicada por la catástrofe de
su operativo policial, quedó desbordado. El caos institucional, constatado de facto por el discurso del Rey, generó una oleada
nacionalista española. La reacción se puso en marcha. El vacío lo ocupó primero el alineamiento del poder legislativo. Después
lo sepultó la querella del fiscal general, con la anuencia soterrada de altas instancias del poder judicial. Y bajo aquella losa seguimos, sin que la política nos pueda hacer salir de una rotonda convertida en bucle de memorias contrapuestas.
su operativo policial, quedó desbordado. El caos institucional, constatado de facto por el discurso del Rey, generó una oleada
nacionalista española. La reacción se puso en marcha. El vacío lo ocupó primero el alineamiento del poder legislativo. Después
lo sepultó la querella del fiscal general, con la anuencia soterrada de altas instancias del poder judicial. Y bajo aquella losa seguimos, sin que la política nos pueda hacer salir de una rotonda convertida en bucle de memorias contrapuestas.
No creo que las gente esté para bromas. Hoy he visto el mismo movimiento que otros días.
ResponderEliminaresperemos a ver que pasa.
salut
Sigo pensando que la jornada fue más tranquila de lo esperado...
EliminarSaludos
Así es amigo Luis Antonio, responder con toda la normalidad y con sentido común. Atender a nuestras obligaciones y compromisos, esta es la forma más civilizada de progresar, el desorden y los altercados no hacen más que producir desgracias.
ResponderEliminarSaludos
Francesc Cornadó
A veces son los medios y los mismos políticos los que provocan un clima un tanto soliviantado...
EliminarSaludos, Francesc
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLo de las sentencias es muy enigmático. Algunos vaticinan altercados y desobediencia civil según sean las mismas...
EliminarHaces bien al mantener tu vida, el adoctrinamiento requiere almas cándidas y frágiles necesitadas del calosr de la masa.
ResponderEliminar"Al día siguiente, 1 de octubre, en una ceremonia solemne celebrada ya en la sede de Capitanía General de Burgos el general Franco fue investido con sus nuevos poderes como «Jefe del Estado», que fue el título que ostentó durante su larga dictadura —el 1 de octubre sería conmemorado oficialmente todos los años como el día de la «Exaltación de Franco a la Jefatura del Estado» o simplemente como «Día del Caudillo»"
Ceo que vuelven las antorchas como aquellas que llevaba la Falange.
Ay la Patria, se recubre de diversos disfraces, se refiere a distintos territorios pero sigue siendo la misma soez y repugnante mentira.
Un abrazo
Patrias, banderas, himnos....!Qué cansino resulta todo ese cóctel!
EliminarUn abrazo
Como ya te han comentado, haces lo correcto manteniendo tu rutina que, leído lo leído, es buena para el cuerpo y la mente, y no dejar que la otra rutina, la del hostigamiento independentista, acabe por instaurar “su normalidad”.
ResponderEliminarUn abrazo, Luis Antonio, y ánimo a pesar del desánimo.
Personalmente tuve un día tranquilo y sin sobresaltos. También es cierto que me mantuve a distancia de la manifestación independentista que según la prensa atrajo a muchísimo menos público que en los pasados años...
EliminarUn abrazo
No voy a hacer una reflexión a toro pasado (escribo el 2), entre otras cosas porque las emociones, que hoy aparecen acalladas y cansadas, pueden despertarse en cualquier momento. Hay que buscar soluciones racionales y dejar que el tiempo obre su labor.
ResponderEliminarEsperemos que los protagonistas de estos tinglados tomen nota de tu última frase...
EliminarPues no hay como no romper los quehaceres cotidianos -y menos por causas ajenas a la higiene política- y más si esos deberes son de libre elección. Es lo que nos hace.
ResponderEliminarLa cuestión es no seguir consignas ni competir con las ovejas de rebaño...
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