lunes, diciembre 05, 2011

El Árbol de Santa María de Tule, Rosarito y el trabajo infantil en México







Siempre he tenido pasión por los árboles. Hasta presumo de ser de los pocos que han escrito una larga carta a uno, conocido por el nombre de Pino de Cobatillas. Por eso, camino de Monte Albán, una de las primeras ciudades de Mesoamérica, es obligado detenerse en el pueblo zapoteca de Santa María de Tule, a pocos kilómetros de la ciudad de Oaxaca. Hay razones muy poderosas para recalar en este pequeño pueblo...

Al lado del moderno Palacio Municipal se halla el recinto de la Iglesia y del Árbol de Santa María de Tule, objeto de nuestra visita. Una niña nos está esperando para ejercer de guía del famoso sabino, el árbol más grueso del planeta y uno de los más longevos. Su perímetro alcanza los 58 metros y serían necesarias más de 30 personas con las manos entrelazadas para poder abarcar su tronco. Bajo su sombra caben aproximadamente 500 personas...La iglesia de la Misión, en cuyo recinto cerrado se halla el árbol, parece minúscula a su lado. La impresión de gigantismo no se debe tanto a la altura como a la circunferencia de su ramaje en forma de hongo que corona el desmesurado tronco. Un visitante, con caídos espejuelos quevedescos y  que consulta  un libro con avidez, nos dice que Humboldt viajó especialmente a este lugar para visitar este prodigio de la naturaleza hace casi doscientos años...

Llamaré Rosarito a la niña-guía y ocultaré sus ojos con una breve pincelada porque no me gusta mostrar su identidad en estos medios. Hubiera querido cubrir su mirada con un bonito antifaz o con una máscara veneciana, pero mis conocimientos del Photoshop son muy limitados... Rosarito, con su uniforme oficial de guía, lleva un espejo para proyectar la luz solar sobre toda esa suerte de figuras que se forman en la rugosa corteza de este portento de la naturaleza que de ninguna manera puede ser abarcado en su totalidad de una simple ojeada. Rosarito enfoca su espejo con gran precisión y una variada gama de figuras caprichosas y mágicas, que pasarían desapercibidas sin sus indicaciones y relatos, - el elefante, el cocodrilo, el pez, la melena del león, la casa de los duendes... – se vislumbran con más o menos clarividencia sobre esa dura y arrugada corteza del añoso y desmesurado tronco... Rosarito, un tanto intimidada por las cámaras de vídeo y digitales, recita de memoria unas frases alusivas a tales figuras que siempre acaban con el mismo estribillo: ¿Ya lo vieron? ¡Síganme! Como Rosarito hay varios niños más de esta localidad que desempeñan esta función de guías y que repiten las mismas frases como si estuviese calcadas.

Al terminar el recorrido circular, Rosarito nos muestra un bolsito que lleva en la cintura bajo la chaqueta del chándal y todos, sin excepción, depositamos unos pesos. Rosarito, me dicen, tan solo tiene 7 añitos. Y ya maneja dinero...

Es inevitable la reflexión sobre el trabajo infantil. Según me dicen, la labor de estos niños de Santa María de Tule es privilegiada y además es compatible con la asistencia a la escuela en el turno de la mañana o en el de la tarde. En los lugares turísticos los niños que ofrecen objetos artesanales son multitud y me temo que pocos asisten a las clases. En México se calcula que más de tres millones de niños en edad escolar trabajan, sobre todo en el sector agropecuario. Es conocida la falta de voluntad del Estado Federal para abolir el trabajo infantil ya que es el único país de América Latina que no ha ratificado el Convenio 138 sobre la edad mínima de admisión al empleo. También incumple con el Convenio 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que busca “prohibir las peores formas de trabajo infantil y emprender una acción inmediata para su eliminación”

Una persona se une a esta tertulia improvisada, ya fuera de la Misión de Santa María de Tule, y dice que estas costumbres vinieron de Europa. Durante la época de la colonización española los niños indígenas eran explotados para extraer la plata y el oro de las minas tanto en México como en Perú. Estos niños, añade, una vez lograda la independencia, llevarán a cabo las tareas más ingratas en el medio rural, en el minero y en la incipiente industrialización del país, así como en los vertidos de basura. Cuando le digo que ese capítulo pertenece a la historia pasada donde la explotación de los niños estaba generalizada en todos los ámbitos – le pongo el ejemplo del Lazarillo de Tormes -  y que ahora nos hallamos en el siglo XXI, el mencionado contertulio, que viene monopolizando el uso de la palabra, manifiesta que mientras la economía no mejore y la pobreza siga reinando en los campos y en los barrios marginales de las ciudades la explotación infantil está muy lejos de desaparecer... Uno que tercia en la conversación añade que tampoco hay que dramatizar, “Está demostrado que los niños que trabajan desde la  infancia se espabilan y maduran más”. Y otro añade: "Lo ideal es que vayan a la escuela y trabajen también". Pero nadie concreta a partir de qué edad... 

(TV Mexicana)

28 comentarios:

  1. No conocía la historia de este árbol.
    La forma en la que una comunidad trata los árboles -desde los pimpollos hasta los más singulares y únicos- la define.

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  2. Sabes Luis, los charrúas y guaraníes, luego de un nacimiento enterraban la placenta y plantaban un árbol, es que creían que el alma del niño fertilizaría los árboles que en todo caso servían de combustible, herramiento, vivienda, etc.
    un abrazo

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  3. Formidable e imponente el árbol. Sobre el comentario de ése que dice que los niños espabilan y maduran más, trabajando desde niños, habría que preguntarle si a sus hijos también los quiere espabilar así, o prefiere que vayan al colegio.
    Saludos y un abrazo.

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  4. El debate que planteas es difícil y apela inmediatamente a la colección de lugares comunes que tenemos como retahíla en nuestro acervo políticamente correcto. ¿Es comprensible que los muchachos de doce a catorce años trabajen para mantener a su familia en países en que la supervivencia es muy precaria? He viajado por alguno de estos países hace tiempo y observé a numerosos niños realizando tareas que en nuestro mundo están proscritas. El pensamiento rutinario dice en seguida: eso está muy mal. Es explotación infantil. Pero nuestra historia reciente está llena de dicha explotación. ¿Podemos aplicar a sociedades disímiles lo que nosotros no pudimos o no quisimos aplicar en las nuestras? Porque los niños en la moderna Europa trabajaron, y poco a poco algunos pudieron ir a la escuela. Y progresivamente se llegó a sistemas de escolarización que extendió la asistencia obligatoria hasta los catorce años, luego hasta los dieciséis, y algunas corrientes actualmente quieren hacerlo hasta los dieciocho. El resultado es que hemos convertido las escuelas en centros de almacenamiento de muchachos desmotivados que aprenden el hábito de la pereza y la molicie en el aula. Cuando veo a algunos de ellos, me pregunto si no estarían algunos de ellos mejor aprendiendo un oficio y no perdiendo el tiempo en el aula, asumiendo responsabilidades en lugar de pasarse años interminables en una actividad cero. No todas las culturas tienen nuestra visión idílica de la niñez extendida hasta los dieciocho años. Mi hija misma de doce años ha realizado tareas en un taller de confección recibiendo orgullosamente un salario que la enorgulleció. Esto no significa evidentemente que ella descuide los estudios. pero creo que una actividad laboral en cierta medida alienta la responsabilidad. No hay nada que enseñe lo que vale un peine que darse cuenta de lo que significa el trabajo. Alumnos que habían perdido el tiempo en el aula, luego me los he encontrado cavando zanjas y lamentando amargamente el haber perdido el tiempo. Ahora, en cambio, no tendrán ni siquiera esa opción por la crisis. Una dosis laboral no viene mal a nadie a partir de los doce años. Y cuando digo dosis, me refiero a dosis, no a una actividad única ni permanente.

    Saludos.

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  5. Trabajar de niños para madurar. Una idea peculiar que sostiene Newt Gingrich (http://www.elmundo.es/america/2011/11/22/estados_unidos/1321927403.html)azote de Clinton desde la ultraderecha republicana y candidato a las elecciones presidenciales. Bueno, mejor que lo hagan los niños con menos recursos, ya se sabe que todos los vendedores de periódicos llegan a presidentes y es una oportunidad para que salgan de la pobreza y para que sus contratadores ahorren dinero.
    En este país recientemente pasó algo pero el estilo pero nadie parece recordarlo. Muchos adolescentes abandonaron la ESO para ir a la construcción a Canarias o la Costa del Sol. Siendo unos jovencitos se vieron con los bolsillos llenos se compraron sus motos, sus bugas e invitaban a sus colegas estudiantes a ir de marcha. Llegó la crisis y todos ellos están en la puta calle, sin estudios, sin futuro, sin oportunidades en la construcción, malviviendo o trapicheando. ¿Ahora son más maduros o lo eran antes cuando tiraban sin miedo de su billetera?

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  6. A Pedro Ojeda Escudero:
    Y la forma en que trata a sus niños, también, ¿no?

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  7. A enletrasarte(Omar):
    Supongo, entonces, que en el corazón de este árbol se enterraron placentas de muchos niños zapotecas...
    Un abrazo

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  8. Me ha impresionado este árbol. Y me ha gustado como lo has narrado. Respecto al otro tema, al del trabajo infantil, yo diría que no me parece mal que los niños trabajen, pero con matices, con muchos matices. Primero hay que formarse, estro está claro, y luego, a una cierta edad, pongamos a los doce o trece años (hablo por mi caso) no encuentro mal que pudieran realizar (en vacaciones, por ejemplo) alguna labor acorde a sus limitaciones. Esto no es explotar. Por lo menos yo no me sentí explotado. Yo trabajé todas las tardes de verano ayudando en las labores de la subasta del pescado de la barca de mi padre, desde los doce años, y tengo de ello un buen recuerdo. No está mal que los niños prueben el sabor del trabajo. Pero hay que ir con mucho cuidado. No estoy hablando de que realicen el trabajo de un adulto, sino de que ayuden. Y sin descuidar los estudios en invierno, por supuesto. Y ya puestos, te diré que yo limitaría la edad obligatoria de escolarización a los catorce.

    Un abrazo.

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  9. Es precioso el árbol e increíble, y eso q es en fotos, en persona debe imponer mucho.
    Lo del trabajo de los niños depende del trabajo q sea, a veces se lo toman ellos mismos como un juego, siempre q no sea un trabajo de esfuerzo físico y cosas por el estilo.
    Besoss

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  10. Que árbol más mágico! me encantaría verlo y también a Rosarillo. Pena lo del trabajo infantil, pena que se hagan adultos antes de hora sin conocer bien la maravillosa infancia.
    Yo también soy una amante de los árboles y las plantas: tengo una maceta con perejil y cada vez que le corto una ramita para la comida del día, noto que sufre y lo hago con cuidado.
    Un abrazo Lola

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  11. A Carlos Galeón:
    Pues no sé qué diría, pero me temo que tienen circunstancias y principios muy diferentes a los nuestros... Y eso hace ver las cosas de otra manera.
    Un abrazo

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  12. A Joselu:
    Haces un comentario que comparto casi en su totalidad. Mi experiencia es muy parecida a la tuya. Todavía conservo el primer reloj que tuve y que me compré con el primer dinero que gané en una fábrica de tejas, ladrillos, etc. durante un verano que trabajé en ella. Fue una experiencia enriquecedora. El único “pero” que pondría a tu comentario es que tanto tu circunstancia como la mía nada tienen que ver con la que están viviendo nuestros alumnos actualmente. Y las circunstancias de México aún se hallan más alejadas de las nuestras para verlas con una perspectiva unilateral...Sin embargo, llevar a cabo alguna actividad compatible con el estudio, retribuida o no, sí que puede resultar educativa en todos los sentidos. No albergo la menor duda.
    Saludos

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  13. Al Dr. Krapp:
    Leí el artículo que mencionas y, en cierto modo, propició el que he escrito en esta entrada. Me consta que en USA hay multitud de niños chicanos que trabajan... Y mucho me temo que el camino hacia la Casa Blanca lo tengan más que empinado.
    Sé de muchachos en edad escolar que aquí también están llevando a cabo trabajos de forma clandestina. Y no hay más ciego que el que no quiere ver...Sin embargo, y puestos a matizar, no es lo mismo trabajar a los 14 años que a los 7...
    En México, como en la mayoría de los países latinos, la jornada escolar solo ocupa la mañana o la tarde. Ese es otro factor diferencial.
    Las circunstancias adversas no sé si te hacen madurar o no, pero seguro que endurecen. La cuestión es saber a qué conduce ese endurecimiento.

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  14. A Miguel:
    Totalmente de acuerdo con tu comentario. La duda, como vengo diciendo en comentarios anteriores, es si nuestra visión se ajusta a circunstancias tan distintas como las que están viviendo en aquellos países... ¿Qué hay que hacer cuando los padres no pueden soportar las cargas familiares?
    Un abrazo

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  15. A Vanessa:
    De acuerdo contigo, pero mucho me temo que ese “lujo” no se lo pueden permitir en cualquier circunstancia geográfica.
    Besos

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  16. A Lola:
    En el fondo, aunque pueda hacer “gracia” la actividad de Rosarito, da pena que se vean obligadas a trabajar cuando aún debería estar jugando con muñecas, pelotas o lo que sea... Las circunstancias, sin embargo, son tan distintas...
    Un abrazo

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  17. Más que un árbol, parece un "manojo" de árboles.
    Impresionante.

    Los niños no deberían trabajar, para eso estamos los mayores. Es triste que por hambre, no les quede más remedio.

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  18. No me lo puedo creer, acabo de perder el comentario.

    Resumo.Te decía que no está justificado que los niños trabajen. No por trabajr van a valorar lo que hacen. Hay que educarlos en la responsabilidad. Trabajar y ser responsable y saber valorar lo que tienen no siempre va unido. A veces es peor, el dinero hace que les crezcan alas.

    Algo diferente son las ayudas esporádicas que puedan hacer en la familia bajo la supervisión de un adulto durante la época en que no tienen cole. Muchas veces es la motivación por conseguir determinada cosa lo que les impulsa a ayudar y claro, no los vas a tener dos meses sin hacer nada. A colaborar todos.

    Ni siquiera entiendo compaginar escuela y trabajo. Los niños tienen que jugar y relacionarse con sus pares, es fundamental.

    Y respecto al árbol, me ha encantado leer tu historia. me la sabía: un día llevé a mi cuñada a ver el ahuehuete de El Retiro y cuando lo vió dijo: ¡niña, tenemos en México el ahuehuete más grande que existe! - yo no sabía que aquel árbol era un ahuehuete, solo sabía que era muy viejecito. Y me contó la historia de su perímetro y de las personas que se necesitan para abarcarlo...etc..etc

    Vamos, que le voy a tener que decir a mi cuñada que se pase por tu blog...

    Muchos besos, hoy no se me olvidan. Y me alegra que te dieras cuenta de que se me habían olvidado.

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  19. A Tesa:
    El drama es que quizás no les quede más remedio...
    Un abrazo

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  20. A Angie:

    Todo lo que dices está muy claro en nuestro mundo, pero no tanto en el conocido por 3º

    Será muy interesante saber, según tu cuñada, qué grado de subjetividad llevan estas entradas.

    Muchos besos, ¿eh? Que consten

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  21. Juzgar es fácil y casi nunca justo desde una realidad diferente a la propia, pero no por eso debemos de bajar el listón. Y aunque la teoría es mucho más fácil que la práctica, todos sabemos donde deben de estar los niños...
    En cuanto a ese árbol y su historia es una maravilla, no en vano está en tierra de poderosos chamanes.

    También yo, como tantos otros... me siento muy apegada a los árboles. No hace mucho, uno de mis hijos me hacía una observación en ese sentido, sobre la cantidad de fotos que tengo abrazando a esos gigantes. Ancestros de un pasado remoto, supongo...

    Pues eso, y un abrazo.

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  22. A cristal00k:
    Otra cosa más que tenemos en común, pero yo disfruto más abrazando otras "cosas"...
    Por ejemplo, a ti.

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  23. Luis Antonio, ¿conoces la historia del <a href="http://historias-de-la-frontera.blogspot.com/2007/04/el-rbol-garo.html>árbol Garoé</a>?

    Respecto a los niños trabajadores, no quiero relativizar... pero a muchos aquí se les llena la boca con los derechos de la infancia y después tienen a los niños en guarderías desde los tres meses y jornadas escolares y extra-escolares de más de ocho horas, cuando no están con cuidadoras. Hay muchas formas de abandono.

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  24. Vaya, siento que el enlace haya salido mal. A ver si así: árbol Garoé

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  25. A Cristina:
    Tienes razón al mencionar otra clase de abandonos de los niños, quizás menos justificados...
    He visitado el blog que me has recomendado sobre el árbol de Garoé y ha valido la pena. Gracias.
    Saludos

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  26. Anónimo4:46 p. m.

    Sin duda alguna venir a Oaxaca y visitar el árvol del tule hará tú estancia más agradable y placentera, dejandote llevar por su maravillo esplendor verde que delita nuestros ojos, asi como poder admirar su enorme tronco de muchos años; les dejos una página que tal vez los ayude a saber un poquito más de este hermoso árbol.Buen día... Mariela García


    http://www.oaxaca-mexico.com/el-arbol-del-tule/

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    Respuestas
    1. Gracias por tu visita y por tu aportación, Mariela
      Saludos

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  27. Anónimo4:48 p. m.

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