Estimado "Pino de Cobatillas" (o de "La Covatilla", según otros): Hoy nos hemos acercado a CiruJeda en lo alto de un valle por donde el río Campos discurre desde la Sierra de San Just. Pertenece al municipio de Aliaga y sus habitantes no rebasan los 30. El objeto de esta bella, larga y dura excursión en grata compañía no es otro que el de saludarte y charlar un rato contigo, porque todos los que han tenido el privilegio de conocerte me han dicho muchas cosas de ti: que sabes escuchar lamentos y deseos y que tienes un corazón tan grande y dadivoso como el resto de tus atributos. Hasta me han contado un chisme. Dicen que has padecido "mal de amores...."
Seguramente que lo que me han dicho de ti es bastante común al resto de los pinos –salvo lo del "mal de amores" -, pero todos matizan diciendo que tú eres especial. Tienes flores masculinas y femeninas separadas en distintas ramas y como todos, la piña por fruto, y por semilla el piñón. Tu tronco, robusto como pocos, necesita de cuatro personas enlazadas por las manos para darte un abrazo total. Por tus venas corre una trementina tibia; las hojas, muy estrechas, puntiagudas, punzantes, perennes han soportado los crudos inviernos de estos lares y están reunidas por la base en hacecillos.
Eres símbolo ancestral y de la inmortalidad, lo que se explica tanto por la perennidad de tu follaje como por la incorruptibilidad de la resina. ¡Cómo envidio tu fortaleza y la seguridad que desprendes! Por tu esbelto cuerpo, por tus ramas protectoras y raíces se expande el licor de la vida y el misterio de su renovación en cada fervor primaveral. El agua copiosa de este mes de mayo te ha reverdecido con tal intensidad que despiertas pasiones casi lujuriosas. ¿Cómo puedes padecer "mal de amores"? Con tus piñas y piñones, dicen, simbolizas esta inmortalidad de la vida vegetativa y animal. La resina simboliza a la vez la luz y el aroma. Por otra parte, la piña simboliza la permanencia de la vida vegetativa, la exaltación de la potencia vital y la glorificación de la fecundidad, pues aún cuando la piña parezca muerta, en su interior los piñones permanecen vivos y capaces de germinar durante mucho tiempo. Tanta fama tienen tus piñas que todos hemos llenado la mochila. ¿Se nos contagiarán tus virtudes?
Tras almorzar con fruición y manosear una y otra vez la bota de vino, todos los fieles que hemos venido a rendirte culto totémico sentimos una especie de bienestar interior, serenidad moral del corazón y del espíritu. Un experto en Orientalismo dice que los inmortales taoístas se alimentan de vuestras semillas, de vuestras agujas y de vuestra resina. Este alimento les dispensa de cualquier otro, torna el cuerpo ligero y capaz de volar. Con tu permiso, comeré unos piñones y ya te contaré...Dicen que la resina de pino, si se escurre a lo largo del tronco y penetra en el suelo, produce, al cabo de mil años, una especie de hongo maravilloso, el "fu-ting", que proporciona la inmortalidad. Si te soy sincero, no me seduce nada esto de la inmortalidad. ¿Qué sentido tiene la vida si no se pierde? En Japón el pino es también el símbolo de una fuerza inconmovible. Simboliza a los hombres que han sabido conservar intactos sus pensamientos, a pesar de las críticas que les rodeaban, porque el pino sale igualmente vencedor de los asaltos del viento, la tempestad y los murmullos.
Otro de los acompañantes, que camina como un gamo y nos pone a todos en evidencia, manifiesta que el pino aparece en el arte como un símbolo de potencia vital. Las mozas de la expedición se miran con complicidad. Todos elogian tus virtudes y aspiran al contagio. Por eso te abrazan con pasión.
En la iconografía occidental, la piña se representa a veces entre dos gallos que se la disputan; lo que no se puede dejar de relacionar con los dos dragones disputándose la perla: el símbolo de la verdad manifestada.
Otra de las asistentas, al tiempo que se pone una "tirita" en el talón, dice que Dioniso (Baco), hijo de Zeus, sostiene, a menudo, una piña en su mano, como un cetro. Expresa, como la hiedra, la permanencia de la vida vegetativa. Él representa la exaltación de la potencia vital y la glorificación de la fecundidad y estaba también consagrado a Cibeles, diosa de la fecundidad y de los “merengones”. Lo de la fertilidad no es necesario que me lo transmitas. Tengo tres hijos y creo que ya he cumplido...
De regreso a Aliaga le he contado esta historia a un lugareño que conoce el término municipal como pocos y me ha mirado con estupor total, pero me ha pedido unas piñas...
El chisme que me han contado, estimado "Pino de Cobatillas" (o de "La Covatilla), es que has rendido culto platónico al otro árbol que casi te iguala en relevancia, el "Chopo de Santa Bárbara". Pero alejados como estáis uno del otro y privados de movimiento, todo ha quedado en eso: desamor y cotilleo. Hemos venido a verte en exclusiva, pero si quieres que le llevemos un recado de tu parte, nos lo dices...
Seguramente que lo que me han dicho de ti es bastante común al resto de los pinos –salvo lo del "mal de amores" -, pero todos matizan diciendo que tú eres especial. Tienes flores masculinas y femeninas separadas en distintas ramas y como todos, la piña por fruto, y por semilla el piñón. Tu tronco, robusto como pocos, necesita de cuatro personas enlazadas por las manos para darte un abrazo total. Por tus venas corre una trementina tibia; las hojas, muy estrechas, puntiagudas, punzantes, perennes han soportado los crudos inviernos de estos lares y están reunidas por la base en hacecillos.
Eres símbolo ancestral y de la inmortalidad, lo que se explica tanto por la perennidad de tu follaje como por la incorruptibilidad de la resina. ¡Cómo envidio tu fortaleza y la seguridad que desprendes! Por tu esbelto cuerpo, por tus ramas protectoras y raíces se expande el licor de la vida y el misterio de su renovación en cada fervor primaveral. El agua copiosa de este mes de mayo te ha reverdecido con tal intensidad que despiertas pasiones casi lujuriosas. ¿Cómo puedes padecer "mal de amores"? Con tus piñas y piñones, dicen, simbolizas esta inmortalidad de la vida vegetativa y animal. La resina simboliza a la vez la luz y el aroma. Por otra parte, la piña simboliza la permanencia de la vida vegetativa, la exaltación de la potencia vital y la glorificación de la fecundidad, pues aún cuando la piña parezca muerta, en su interior los piñones permanecen vivos y capaces de germinar durante mucho tiempo. Tanta fama tienen tus piñas que todos hemos llenado la mochila. ¿Se nos contagiarán tus virtudes?
Tras almorzar con fruición y manosear una y otra vez la bota de vino, todos los fieles que hemos venido a rendirte culto totémico sentimos una especie de bienestar interior, serenidad moral del corazón y del espíritu. Un experto en Orientalismo dice que los inmortales taoístas se alimentan de vuestras semillas, de vuestras agujas y de vuestra resina. Este alimento les dispensa de cualquier otro, torna el cuerpo ligero y capaz de volar. Con tu permiso, comeré unos piñones y ya te contaré...Dicen que la resina de pino, si se escurre a lo largo del tronco y penetra en el suelo, produce, al cabo de mil años, una especie de hongo maravilloso, el "fu-ting", que proporciona la inmortalidad. Si te soy sincero, no me seduce nada esto de la inmortalidad. ¿Qué sentido tiene la vida si no se pierde? En Japón el pino es también el símbolo de una fuerza inconmovible. Simboliza a los hombres que han sabido conservar intactos sus pensamientos, a pesar de las críticas que les rodeaban, porque el pino sale igualmente vencedor de los asaltos del viento, la tempestad y los murmullos.
Otro de los acompañantes, que camina como un gamo y nos pone a todos en evidencia, manifiesta que el pino aparece en el arte como un símbolo de potencia vital. Las mozas de la expedición se miran con complicidad. Todos elogian tus virtudes y aspiran al contagio. Por eso te abrazan con pasión.
En la iconografía occidental, la piña se representa a veces entre dos gallos que se la disputan; lo que no se puede dejar de relacionar con los dos dragones disputándose la perla: el símbolo de la verdad manifestada.
Otra de las asistentas, al tiempo que se pone una "tirita" en el talón, dice que Dioniso (Baco), hijo de Zeus, sostiene, a menudo, una piña en su mano, como un cetro. Expresa, como la hiedra, la permanencia de la vida vegetativa. Él representa la exaltación de la potencia vital y la glorificación de la fecundidad y estaba también consagrado a Cibeles, diosa de la fecundidad y de los “merengones”. Lo de la fertilidad no es necesario que me lo transmitas. Tengo tres hijos y creo que ya he cumplido...
De regreso a Aliaga le he contado esta historia a un lugareño que conoce el término municipal como pocos y me ha mirado con estupor total, pero me ha pedido unas piñas...
El chisme que me han contado, estimado "Pino de Cobatillas" (o de "La Covatilla), es que has rendido culto platónico al otro árbol que casi te iguala en relevancia, el "Chopo de Santa Bárbara". Pero alejados como estáis uno del otro y privados de movimiento, todo ha quedado en eso: desamor y cotilleo. Hemos venido a verte en exclusiva, pero si quieres que le llevemos un recado de tu parte, nos lo dices...
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Volveré con mi familia para poder abrazarte otra vez del todo. Hasta siempre
¡Ya tenía ganas,de leer algo así!
ResponderEliminarComo hemos podido comprobar tus lectores, en Teruel disfrutamos de excelencias, tanto vegetales como el "pino de cobatillas", así como del filósofo-poeta, que se inspira en él. Me ha parecido estupendo Luis.
Un abrazo. Etel.
¡Que bonita carta al "pino de cobatillas"!
ResponderEliminarPor la fotografía parece ser un árbol muy viejo, y con mucha historia, ¡Ay, si pudiera hablar!!!
Como siempre es un verdadero placer leerte.
Afectuosamente.
Creo que nadie ha escrito sobre este soberbio ejemplar de pino como tú.Casi me entran deseos de visitarlo y charlar un rato con él. ¿Crees que me contestará?. Un placer leer estas cosas.
ResponderEliminarA. Sangüesa
Qué bonito, menos mal que aunque se me pasó esta entrada pude llegar hoy a ella.
ResponderEliminarMe quedo intrigada con lo del mal de amores; quizás se deba a que algunos árboles tienen que plantarse macho y hembra para que den frutos; o que sea algo de tipo poético para describir la nostalgia que rememoran los pinos... Y para cuánto más éste, al que deben abrazar cuatro para abarcarlo.
Me encantan los árboles, es una de mis pasiones.
Enhorabuena por esta entrada tan bonita.
Luis
ResponderEliminarcon tu emocionante carta al Pino de Cobatillas me has dado ganas de darle un abrazo, que aunque los brazos no lleguen, el calorcito se siente igual.
También quiero dártelo a ti por habernos acercado este hermoso texto.
Luis, me vas a matar, pero en el libro de Barbarita, ese del que tanto he opinado en los comentarios pero tú sólo te quedaste con el título de la entrada, cuenta cómo es amiga de un árbol al que abrazaba de chica y de mayor iba de vez en cuando a tocarle y acariciarle... Pero de una manera infinitamente más bonita que ésta tan burda en que lo cuento yo.
ResponderEliminarMe lo ha recordado Mara con sus deseos del abrazo que yo también siento con todos los árboles, para cuanto más con estos tan interesantes, con éste tan preciosísimo.
ResponderEliminarHace ya tiempo encontré tu blog, me hizo mucha ilusión leer tu carta al pino de cobatillas el cual ha pertenecido a mi familia desde hace varias generaciones, siento decirte que ha ardido en el terrible incendio que todavía padecemos, no puedo explicarte lo que siento al ver como toda la herencia de mi familia se quema, como el pueblo en el que me crié casi arde, como todos los sitios que jugaba en mi niñez ahora son cenizas.
ResponderEliminarBueno sin más palabras GRACIAS
¡Madre mía!
ResponderEliminarSin palabras.
Leyendo el comentario anónimo y observando estas fotos...
ResponderEliminarhttps://picasaweb.google.com/buenchentar/Quemados#
Qué fue del pino? Sabes algo?
Un millón de besos!!!
A Borraeso:
ResponderEliminarComo puedes comprobar, por el comentario de anónimo, el pino quedó parcialmente afectado por las llamas y parte de él, que resultó ser un pino adosado al otro, quedó desgajado. En la colección de fotos que aportas puede verse. No estoy seguro, pero creo que abordé este tema en no sé qué entrada.
Otros tantos besos para ti