domingo, junio 08, 2008

EUGENIO MONTEJO (1938-2008): EL POETA DE LOS VERSOS QUE NO RESULTAN AJENOS

Gracias al blog de mi amigo Pedro Baques ( http://espacioabiertodos.blogspot.com/), que residió en Venezuela durante muchos años, me entero de la muerte del gran poeta venezolano, Eugenio Montejo, el pasado jueves a la medianoche en Carabobo. Se trata de uno de esos seres que nos hace privilegiados, porque aunque se vaya nos lega sus palabras. Afortunadamente nos dejó muchas, porque el vacío que su muerte abre es inmenso. A veces, es necesario que se muera un poeta para conocer, como mínimo, algún retazo de su obra. No es el caso de Eugenio Montejo.

Una virtud de los versos de Montejo es que tienen la cualidad de no parecerle ajenos a quien los lee. Cosas, a veces simples, son protagonistas en sus versos, que fueron escritos con un lenguaje íntimo, cargado de sensaciones y de belleza.

Este poeta venezolano, ensayista y diplomático, algo que más allá de un cargo ejercido parecía una de sus características, estaba preocupado por el acontecer cotidiano. Jubilado y liberado de sus obligaciones diplomáticas, en los últimos años fue muy crítico con Hugo Chávez, al que acusaba de "violar todas las normas", empezando por el significado de las palabras. La cuestión no era baladí para un poeta que siempre consideró un enigma la mera existencia del abecedario.

“Alfabeto del mundo” se llamó, de hecho, el volumen que en 1988 reunió sus seis primeros libros de poemas, tanto el que abrió su carrera en 1967 como el que marcó la primera mitad de su vida poética, “Terredad” (1978). Aquel poemario de título inequívoco fue la piedra de toque de un universo enigmático pero no hermético, hecho a la vez de claridad y de hondura. Así, en la obra de Montejo conviven las imágenes fulgurantes y el lenguaje cotidiano, la elegía y el erotismo. Los suyos son los versos de alguien que confía en la poesía (el canto) pero desconfía de los poemas (la escritura):
.
"Alguna vez escribiré con piedras
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.
Estoy cansado de palabras".


Tras recibir el Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz, en 2005, hizo reflexiones como la siguiente: "El hecho de que nada sepamos del futuro, salvo que debemos crearlo entre todos, aumenta la responsabilidad del artista. Su adhesión ética ha de estar del lado de la civilizada tolerancia y de parte del desarme tanto por fuera como por dentro del hombre".

El guionista Guillermo Arriaga le hizo un favor a la historia al poner en boca de Sean Penn, en una escena de la película “21 gramos” (2003), unos versos de Montejo. Esas breves líneas allí, casi tan leves como los mismos 21 gramos del alma que se va, proyectaron la obra de este venezolano a personas que normalmente no se acercan a la poesía y que, sin embargo, se vieron tocadas por aquellas:

La Tierra giró para acercarnos
giró sobre sí misma y en nosotros,
hasta juntarnos por fin en este sueño.


Ahora, que tras un giro más de la Tierra su voz se ha silenciado, hay que reencontrarse con Montejo en palabras como las que nos dejó en

Los ausentes:

Viajan conmigo mis amigos muertos.
A donde llego, van por todas partes,
apresurados me siguen, me preceden (... )
Muertos de nunca habernos muerto,
de estar en algún tiempo, en algún parque,
juntos y apartes, conformes, inconformes,
mudos, charlando, con voces, sin voces,
en verdad ya ni vivos ni muertos (... )
contentos de estar en la Tierra y de no estar en ella,
en eternas tertulias donde, se hable o no se hable,
todo queda para después o para antes,
para cuando no sabíamos que después era entonces
ni que nuestras sombras de pronto levitaban
visibles e invisibles en el aire.



ÍTACA
(Para un homenaje a Konstantinos Kavafis)

Por esta calle se va a Ítaca
y en su rumor de voces, pasos, sombras,cualquier hombre es Ulises.
Grabado entre sus piedras
se halla el mapa de esa tierra añorada.
¡Síguelo!

El pájaro que escuchas está cantando en griego.
No lo traduzcas. No va ahorrarte camino.
Aquellas nubes vienen de su mar.
¡Contémplalas!
Son más puros los cielos de las islas.

Por esta calle, en cualquier auto,
hacia el norte o el sur
se viaja a Ítaca.
En los ojos de los paseantes arde su fuego,
sus pasos rápidos delatan el exilio.
Aún sin moverte –como estos árboles-
hoy o mañana llegarás a Ítaca.
Está escrito en la palma de tu mano
como una raya que se ahonda, día tras día,
aunque te duermas, despertarás en Ítaca.

La lluvia de este valle,
todo lo arrastra, despacio, hasta sus puertas,
no tiene otro declive.
Ya puedes anunciarnos tu llegada,
buscar hotel, dar al olvido tu destierro.
Por esta calle no ha cruzado un hombre,
que al fin, no alcance su paisaje.
Prepara el corazón para el arribo,
una vez en su reino, muestra tu magia.
Será el reto supremo del exilio.

A ese mar no se miente,
la furia de sus olas todo lo hace naufragio.
Pero no te amilanes.
¡Demuéstranos que siempre fuiste Ulises!

2 comentarios:

  1. no no fui ULISES, prefiero ser Elena

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  2. Los suyos son los versos de alguien que confía en la poesía (el canto) pero desconfía de los poemas (la escritura)

    Esto que ha escrito me hace reflexionar mucho.

    Gracias.

    ResponderEliminar

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