Dos ratones contemplan desde un estante de la cocina algo que se halla encima de la mesa.
- Es jabón – dice uno de ellos.
- ¡Es queso! – responde el otro.
- ¡Es jabón!
- ¡Es queso!
Hartos de la disputa deciden bajar a comprobar de qué se trata. Ambos dan un bocado y dicen:
- Sabe a queso, como te dije.
- Sabe a queso, pero es jabón – responde el otro sin dejar de masticar.
Esta especie de cuento ejemplarizante me lo contaron hace muchísimos años cuando estaba todavía en Primaria. Vi con claridad que uno de los ratones era listo y el otro bastante “cabezón” (1), pero no lo acabé de entender del todo. Me gustaban los cuentos, pero lo de sacar enseñanzas y moralejas era aburrido y un auténtico incordio...
Hoy, y por azares de la vida, he vuelto a encontrarme con este episodio ratonil. Observo que tiene bastante "miga" y, además, no ha perdido vigencia.
(1) Así llamamos en mi tierra a los tercos como mulas...
En el pueblo de mi padre se dice:
ResponderEliminar"Malico... pero queso."
Y la madre de mi esposaysinembargoamiga solia repetirlo.
Supongo que la raiz es la misma.
SALUD.
Pues se conoce que yo me perdí cantidad de clases de entonces, porque en este cuento tan sencillito, no sé cual es el ratón cabezón y cual el que no.... Y la moraleja, como no me la des mascá, Luis....
ResponderEliminarUn beso y buen finde
Puede que la explicación tenga algo que ver con la fábula de Tomas de Iriarte, "Los dos conejos". ¡Son galgos!. ¡No. Son podencos!. Aquí sin hay moraleja.
ResponderEliminarMe encantaban de muy niño aquellas fábulas de Hartzenbusch, Samaniego o las historias del Conde Lucanor. Algunas se me grabaron en el inconsciente para los restos:
ResponderEliminar¡Qué dolor! por un descuido
Micifuz y Zapirón,
se comieron un capón,
en un asador metido.
Después de haberse lamido
trataron en conferencia
si obrarían con prudencia
en comerse el asador.
¿Lo comieron? -¡No, señor!
Era caso de conciencia.
De tierno infante siempre me preguntaba que pintaba la conciencia en esa historia. En fin, el tuyo es más inteligible.
Las apariencias engañan y hay que ser muy entendido para que no te cuelen algo que simplemente es un sucedáneo.
ResponderEliminarEl ratón más viejo seguro que lo sabía.
Un beso.
Yo tampoco acabo de entenderlo muy bien, no sé qué moraleja sacar...
ResponderEliminartal vez la moraleja sea que cada uno ve lo que quiere ver.
Besoss!
Prometo explicar la enseñanza que encierra este cuento o episodio cotidiano. Me consta que algún comentarista la tiene clara, pero ha desestimado hacerlo....
ResponderEliminarHola, Luis Antonio.
ResponderEliminarA mí sí me gustan las fábulas, porque nos hacen reflexionar, y la que nos has contado está genial, y es que cada uno puede sacar sus propias conclusiones y la moraleja que vea desde la perspectiva de su mirada, y todas las de cada uno pueden ser válidas ¿por qué no?
Mi punto de vista es: que aunque haya solo una verdad, cada uno tiene su propia razón.
Un beso.
Tal vez el listo no sea tan listo y el terco no tan cabezón. El primero va con la verdad por delante. Es sincero e incluso hasta solidario. El segundo sabe que es queso pero insiste e insiste en lo del jabón, seguramente para disuadir al otro de compartir el manjar. Dos actitudes contrastadas, que contraponen, a mi juicio, la sinceridad con el engaño. C'est la vie, mon ami.
ResponderEliminarMe temo que tiene mucho que ver con un tercero que aparece en escena ...
ResponderEliminar¿Son Pixie y Dixie?
Quizá lo sepamos por quien haga pompas...
ResponderEliminarLos niños nos dirian que los ratones comen queso, si o si..
ResponderEliminarFuerte Abrazo.
Jesus
No hay peor ciego, que el que no quiere ver. Me apunto el cuento. Es muy aleccionador.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todos los ratones han tenido siempre esos mismos problemas, desde la noche de los tiempos.
ResponderEliminarPero si dices que el cuentecillo te lo contaron hace años, ahora las cosas han cambiado y habrá cantidad de matices y tonos de color y de sabor que añadir a la duda existencial u ontológica o como queramos llamarla de los dos roedores.
Jabón con PH neutro, por ejemplo, término que no conocí en mis años de parvulario y de EGB.
MI COMENTARIO:
ResponderEliminarCada lector hace suyo el texto y todas las conclusiones, por relativo fundamento que tengan, son respetables.
Esta es la enseñanza que he sacado de este episodio ratonil:
Está claro que uno de los ratones se ha equivocado. Si hubiera sido inteligente habría sabido rendirse a la evidencia y sacar provecho del error. Sin embargo ha optado por negar la certidumbre. Los que se encasillan y obstinan en creencias o prejuicios aunque las pruebas demuestren la falsedad de los mismas son estúpidos.
No muy lejos de la estupidez de los prejuicios se halla... el dogmatismo.
Desde luego en mi época de Primaria estaba a años luz de sacar estas enseñanzas. Cada cosa a su tiempo, ¿no?
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Lo que pasa es que uno de los ratones ya ha aprendido, no me extraña, a ratones y palomas les han hecho grandes p-----s toda la vida.
ResponderEliminarY luego está lo de que las apariencias engañan, yo tengo un gel con olor a chocolate que me dan ganas de comérmelo.
Está genial. Tienes toda la razón del mundo en tu explicación.
Besos muchos.
A Angie:
ResponderEliminarMe alegra tu retorno. Al ratón obstinado nadie le ha explicado que "rectificar es cosa de sabios"...
Besos
Buscando unos dibujos de ratoncitos, me ha llevado a este blog y a los comentarios del cuento. Después de leer todos los comentarios (me parecen respetables e interesantes), he llegado a la conclusión de que se refiere al FANATISMO. El fanático sabe que es queso porque lo parece, lo huele lo prueba... Y dice, "es queso, pero para mi es jabón" Moraleja:Fanatismo puro y duro!
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