Séneca
El conocimiento de la lengua nos enriquece como seres humanos en todos los sentidos. La lengua es el signo de nuestra propia condición humana. La lengua es el elemento principal y vehículo de transmisión de la cultura heredada de nuestros antepasados tanto del entorno más próximo y propio como del más lejano y universal. Nos permite expresarnos y comunicarnos con nosotros mismos y con los demás. Gracias a la lengua podemos pensar -dado que sin ella esta función se torna imposible- y transmitir ideas, sentimientos y emociones. La lengua es un don inapreciable, construido a lo largo de nuestra historia con aportaciones de otras lenguas, fruto del mestizaje de nuestra sociedad, y que se nos ha entregado gratuitamente. La lengua vive en perpetuo cambio y movimiento. Esos cambios aseguran su continuidad, y ese movimiento, su permanencia. Si queremos pensar o vislumbrar siquiera el universo, tenemos que hacerlo a través de la lengua ¿Existe algún otro invento que admita parangón con la lengua? ¿Y alguna otra seña de identidad que defina a los pueblos más que la propia lengua? Por ello no podemos permitir que sea objeto de malos tratos tanto propios como ajenos. Si de verdad la amamos y la respetamos debemos usarla con responsabilidad y corrección: seleccionando las palabras, cuidando la sintaxis, matizando los giros expresivos y aprovechando también los múltiples recursos que la misma lengua nos brinda con generosidad, tanto en su vertiente oral como escrita.
El cordobés Séneca nos pide mesura y el aragonés Gracián nos aconseja brevedad.. Pues bien, mesurada y brevemente, siguiendo estas dos sabias y prudentes normas, podemos también defenderla y no hay mejor manera de hacerlo que añadir a esos sabios principios, en la medida que podamos, algo que sí está en nuestras manos: cariño y respeto. Los padres y educadores no debemos olvidar nunca que la lengua que usamos es, en definitiva, la que enseñamos...
No ignoremos tampoco que con las lenguas se puede crear arte: ahí está la literatura para todos aquellos seres privilegiados que, conocedores de su belleza, pueden recrearse con ella.
Y para terminar, recordar que no hay una lengua por encima de otra. Ningún pueblo, ningún ser humano puede considerarse superior o inferior a otro por haber heredado una u otra lengua. Nadie ha de sentirse acomplejado ante una cultura ajena, ni caer por ello en el error de imitarla, porque ninguna como la suya propia le servirá para expresarse y definirse. Sólo hay algo mejor que el conocimiento de una lengua: el conocimiento de dos, de tres...
El cordobés Séneca nos pide mesura y el aragonés Gracián nos aconseja brevedad.. Pues bien, mesurada y brevemente, siguiendo estas dos sabias y prudentes normas, podemos también defenderla y no hay mejor manera de hacerlo que añadir a esos sabios principios, en la medida que podamos, algo que sí está en nuestras manos: cariño y respeto. Los padres y educadores no debemos olvidar nunca que la lengua que usamos es, en definitiva, la que enseñamos...
No ignoremos tampoco que con las lenguas se puede crear arte: ahí está la literatura para todos aquellos seres privilegiados que, conocedores de su belleza, pueden recrearse con ella.
Y para terminar, recordar que no hay una lengua por encima de otra. Ningún pueblo, ningún ser humano puede considerarse superior o inferior a otro por haber heredado una u otra lengua. Nadie ha de sentirse acomplejado ante una cultura ajena, ni caer por ello en el error de imitarla, porque ninguna como la suya propia le servirá para expresarse y definirse. Sólo hay algo mejor que el conocimiento de una lengua: el conocimiento de dos, de tres...
Para mí la mejor defensa es utilizarla del modo más apropiado posible. Tal vez uno no lo consiga cada vez que intenta hacer uso de ella, pero al menos da la cara cuando siente herida su sensibilidad por las barbaridades que se cometen con el idioma, que unas son por exceso y otras por defecto. Utilizar la lengua con fines nacionalistas, partidistas, creyente o como quiera ista que se manipule me parece abyecto. La lengua está para comunicarnos y aproximarnos. Comparto el texto, y ese final excelente. Dos o tres lenguas mejor que una.
ResponderEliminarMe alegra que estemos de acuerdo. Saludos cordiales, Fackel
EliminarLa lengua ha de servir para cominicarse. Es la expresión más directa del pensamiento. La mejor manera de respetar y proteger la lengua es utilizarla de la forma más correcta. Cuando se utiliza como arma de manipulación ideológica se está estropeando la comunicación y el pensamiento. Es manipulación política.
ResponderEliminarSaludos
Politizar las lenguas es propio de ignorantes,
EliminarSaludos cordiales,
Secundo todo lo que has escrito.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alí.
EliminarTotalmente de acuerdo, y quitar esas barreras de protagonismo que es lo que quita la esencia a las cosas-.Acabo de ver la entrevista a Francesc Cornadó en catalán , soy catalana y resido en otro lugar y dos no riñen si uno no quiere.Me ha venido a la memoria unas palabras dichas por Joan Margerit: la diversidad de lenguas como riqueza , no como obstáculo-
ResponderEliminarUn abrazo y espero que ya estés más animado pues sabes que te queremos con comentario y sin:)
e de otras lenguas y no hay más satisfacción cuando dos no riñen por estupideces
No sé qué pasa con tus comentarios, pero me desconciertan. Por ejemplo, este que precede al mío...
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