Hay personas que saben
escuchar, sonreír, mostrarse agradecidos y con buen humor. No sé si son
auténticas y naturales, pero no me importa nada. La obsesión por lo auténtico
es tan absurda como la obsesión por lo natural. La autenticidad es aplicable a
algunas cosas. ¿Qué sentido tiene decir que una persona es auténtica?
¿Auténtica con respecto a quién, cuál es el patrón de la autenticidad personal?
La amabilidad no es, pues, una merma de autenticidad, sino una exigencia
social.
La amabilidad o la simpatía no
son algo que unos tienen y otros no. No son rasgos "naturales". Se aprenden o no durante el proceso
educativo. Todo es convencionalismo, artificio de cara a la galería. Rousseau
ya lo dijo en su día: "la vida en
sociedad significa el predominio de la apariencia. Ser social significa dejar
de ser uno mismo y empezar a ser para los otros". Esto me conduce a la
siguiente conclusión: la amabilidad, postiza o no, es un detalle de buena
educación y hace bien a quien la recibe y por supuesto también a quien la
practica. Personalmente admiro a las personas amables y tengo la suerte de
conocer a alguna. No abundan, ¿eh?
Da gusto encontrarse con personas amables, aunque no me gusta que sean muy exageradas, todo en su justo equilibrio, que tampoco es cuestión de ser unas "pelotas", sino de demostrar lo que se sienta en cada momento, me gusta la naturalidad y espontaneidad.
ResponderEliminarQue tengas una feliz tarde, mi estimado Luis Antonio.
Besos.
Muy bien lo de "justo equilibrio". El problema, a veces, es saber dónde se encuentra---
EliminarMuchas gracias por tu amabilidad, María
Besos
Amigo Luis Antonio, la amabilidad, las buenas maneras, la simpatía, el buen humor... son manifestaciones de buena educación, son muestras de civilización. Somos seres civilizados y como tales debemos comportarnos, lo contrario es salvajismo. El aprendizaje y la cultura tienen como objetivo principal alejarnos de la brutalidad animal, domesticar al animal que dicen que llevamos dentro.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Como de costumbre, no puedo estar más de acuerdo con lo que expones, Francesc.
EliminarUn abrazo
Asi es Luis, la cortesía dice mucho de la persona,
ResponderEliminarsu manera de hablar, escribir con armonia,es muy
bonito, cuando uno es educado gana mas en ser oido,
y atendido, un gusto pasearme por tus letras.
Besitos dulces
Siby
A veces cuesta ser amable con según quién, pero hay que intentarlo...
EliminarMuchos besos, Siby
La amabilidad es un arte, una forma de estar en la vida. Quien la practica encuentra muchas puertas abiertas.
ResponderEliminarPor eso vale la pena ejercer de persona amable.
EliminarSaludos
Ser amable de corazón implica poseer un buen carácter natural.
ResponderEliminarSer amable por peloteo o porque resulte más breve y cómodo que no serlo implica alguien con quien no conviene convivir.
Ser amable por interés para conseguir algo a cambio se me antoja abominable.
Ser amable, sin esperar nada a cambio, es el camino que nos marca la buena educación.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPor supuesto que se agradece la actitud receptiva de unos y otros. Es como una puerta abierta. Luego ya se verá qué hay de sinceridad o empatía, pero al menos hay un cierto grado de bondad. Porque cuidado que hay gentes negadas...
ResponderEliminarLa amabilidad, aunque no sea del todo natural, siempre es de agradecer. La buena educación, en el fondo, tiene mucho de convencionalismo-
EliminarNo, no abundan. Personas amables, sinceras y empáticas. Ese debería ser el mínimo para tener la cédula humana.
ResponderEliminarFíjate si se aprende y no viene por naturaleza, que se detecta en las arrugas del rostro.
Porque no abundan, hay que hacer lo que sea para que no sean excepciones
Eliminar"Que Dios me libre del agua mansa que de la brava me libro yo"...
ResponderEliminarNo me gusta la amabilidad impostada, me gusta que la gente se manifieste tal cual es y yo sacaré mis conclusiones con sus afecciones o desafecciones...
Yo debo vivir en ese absurdo que dices, porque me gusta lo auténtico y lo natural, aunque no me obsesino con ello...
Y, como en todo, hay momentos para la amabilidad y otros no... depende de cómo y dónde se desarrolle cada momento de acción e interacción...
Anecdota-Chiste:
Dicen que se encontraban cuatro amigos sentados merendando en una calle, a la puerta de casa de uno de ellos y en el plato había unos cuantos muslos de pollo, depués de comer un par de ellos cada uno, sobraba uno... pero claro, ellos eran cuatro... en esa tesitura apareció esa amabilidad y empezaron a cederse el muslo unos a otros, que si cómelo tú, que no cómelo tú, no yo no, cómelo tú, y así estuvieron un rato sin que nadie quiesiera pasar por "tragón y descortés"... de repente se fue la luz y al momento cuatro manos chocaron entre sí dentro del plato... dicen las lenguas enteradas que, desde entonces, esa calle se llama CALLE DE LA CORTESÍA.
Bueno, ya sabes también ese dicho de que "lo cortés no quita lo valiente"... estoy de acuerdo en que la amabilidad es una buena compañera de viaje y de encuentros... pero la amabilidad impostada me cuesta aceptarla...
No sé si la amabilidad se aprende, pero la simpatía o se tiene o no se tiene... quererse hacer el simpático sin serlo no suele dar buen resultado...
Abrazo