Los que nos movemos por estos ámbitos virtuales, generalmente inmersos en grupos de afines, observamos que, de un tiempo a esta parte, las
diferentes redes muestran un día sí y otro también la indignación que nos
corroe ante la avalancha de (des)medidas que toman los gobernantes de turno y que
parecen no tener más objetivo que empeorar más, si cabe, la situación de la
mayoría. Directa o indirectamente, en mayor o en menor grado, todos estamos
sufriendo, salvo unos pocos privilegiados que están haciendo su agosto, una reducción considerable de derechos y de
recursos que hacen de la existencia un paradigma pleno de temores e incertidumbres.
Aunque nuestras voces parecen clamar en el desierto, imagino que nuestra conciencia nos empuja a
ello porque, y esto lo tenemos meridianamente claro, la pasividad o mirar hacia
otro lado no conducen a ninguna parte.
No quiero ocultar que la sensación de impotencia me atenaza
de vez en cuando y, las más de las veces, cuestiono si este cacareo virtual sirve para algo más que para desahogarme, justificarme
o simplemente entretenerme. Por eso, y porque me hastía machacar siempre en el
mismo clavo, abordo temas ajenos a lo que realmente nos preocupa pensando ingenuamente que la evasión, aunque
ilusoria y aparentemente frívola, también puede hacer las veces de árnica
calmante.
El otro día, dándole vueltas a estos asuntos, o sea,
intentando domeñar a estas cabras locas que llevo dentro, a punto estuve de
llegar a la penosa conclusión de que no había nada que hacer, que mi voz,
además de malsonante, no es ni tan siquiera audible y que lo más sensato sería aceptar la realidad con resignación y esperar que el tiempo resuelva lo que
parece escaparse de nuestras menguadas capacidades.
Como en otras ocasiones, busqué un libro donde refugiarme a la
espera de que el interés por la propia lectura cumpliese las veces de ave evasora
que me llevase hacia cielos más azules, nítidos y gratificantes. Y fue precisamente en
este libro donde me reencontré con una de esas célebres frases que un día
lejano me impactó y que ahora vuelve a provocar el mismo efecto revulsivo. La
frase es de Henry van Dike y dice así:
"Utiliza en la
vida los talentos que poseas, el bosque estaría muy silencioso si solo cantasen
los pájaros que cantan mejor"
Exacto. Que por mí no quede.
ResponderEliminarPues eso...
Eliminarese tal Henry no habló por hablar
ResponderEliminarun abrazo
Sin duda, la frase tiene su QUÉ...
EliminarUn abrazo
Los libros han evitado suicidios.
ResponderEliminarPues seguiremos leyendo, por si acaso...
EliminarSaludos
Huy qué bien te comparto. Sin ánimo de molestar, si te das un paseíto por mis blogs comprenderás la razón de mis palabras. Besos.
ResponderEliminarPaso a visitarte porque me has intrigado...
EliminarUn abrazo
Gran frase para enmarcar y a ser posible, ser llevada a cabo.
ResponderEliminarEn cierta manera en este mundo virtual esa frase cobra sentido, pues es aquí donde nos atrevemos a cantar nuestro canto de la manera que sabemos y sin temor, porque hay muchos cantos aunados y el nuestro es uno más; ni mejor ni peor.
En la vida real ya ni tan siquiera hay cantos, cada vez pesa más la enajenación gubernamental, nos acorrala, nos amedrenta...
Creo que este es un lugar de evasión, sin duda alguna.
Besos.
Lo bonito sería que fuera más allá de la mera evasión, ¿no?
EliminarBesos
Resulta necesario evadirse, Luis Antonio, ya que, si no, caes en un pozo. Esto de que nuestras voces parecen clamar en el desierto es un sentimiento que comparto, aunque desde otra realidad. La sensación de impotencia es muy fuerte, y la pasividad, así como la violencia social, no conducen a una salida. Se viven tiempos difíciles, así es que si te sirve para desahogarte, para justificarte, para entretenerte, o simplemente para reflexionar en voz alta y dejar salir toda esa indignación absolutamente comprensible, basta y sobra.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Fer
Tanto la finalidad evasora como la de carácter más comprometido son compatibles. Seguiremos elevando nuestro canto o llanto, aunque nuestras voces apenas se perciban. Para sobrevivir hay que combinarlas. Creo.
EliminarAbrazos, estimada Fer
Lo malo de estas crisis, que no son algo excepcional en la historia, es que las personas terminan interiorizando en su propia vida lo que ocurre a nivel colectivo. Sinceramente creo que ese es un error, hay que deslindar muy bien lo personal de lo que afecta la conjunto de la sociedad. Quizás parezca egoísta la idea de "Viva yo caliente..." pero no lo es. El abatimiento interiorizado es el mejor sostén para los desmanes y la injusticia. Por eso Nietzsche hablaba del superhombre que no se conformaba con ser masa y seguía luchando con sus propios medios aunque puedan parecer inútiles. La sociedad cambia cuando cambian las personasporque se muestran inmunes a los cantos de sirena de la desesperanza.
ResponderEliminarAbrazos
Solo se me ocurre una cosa, tras leer tu comentario, APLAUDIRLO.
EliminarGracias y un abrazo, amigo Krapp
La revolución colectiva de abajo a arriba es la única revolución que merece la pena, las demás fracasan en mayor o menos medida o se terminan convirtiendo en lo que combatieron. Comparto con Doctor Krapp.
ResponderEliminarUn saludo.
Tienes razón, igual que el Dr. Krapp. Lo reitero
EliminarSaludos
No creo que sirva de mucho desfogarnos en el mundo virtual si después no hay reflejo en la realidad de nuestro puesto de trabajo, de asistencia a manifestaciones, de desobediencia en mil y un pequeños actos en que nos dejamos domeñar, etc.
ResponderEliminarNunca he acostumbrado a hablar mucho por aquí, prefiero otros ámbitos presenciales :))
Un beso, cabra loca (estoy leyendo el libro de Cuerda)
No opina lo mismo el Sr. Erdogán. En China, Cuba, Corea del Norte también limitan o prohíben el acceso a determinadas redes...
EliminarTienes razón, pero tampoco hay que desconsiderar las posibilidades de estos medios. A veces, es verdad, yo también los cuestiono.
Abrazos (ya me contarás de tus cabras, quiero decir del libro,,,,)
Creo LUIS ANTONIO que a veces nos colocamos pesadas losas sobre nuestras espaldas que ni nos corresponden, ni tiene ningún sentido cargar. A parte de que el agobiarnos, angustiarnos y preocuparnos no sirve de nada nunca. Frente a lo que ni siquiera está en nuestra mano como meros individuos que formamos un colectivo no solo no ayuda en nada a nadie, si no que nos hace muchísimo daño a nosotros mismos. Es en nuestro día a día donde cada uno puede interactuar dentro de las posibilidades con la realidad que nos toca. Ser conscientes de lo que ocurre no implica que debamos contagiarnos de la oscuridad histórica que nos toca vivir, todo lo contrario, se trata de evitar ese contagio, una por nuestra propia salud físico-mental y otra porque si enfermamos malamente vamos a ayudar en nada a que claree el panorama.
ResponderEliminarUn blog no deja de ser un tablero en el que cada uno cuelga lo que le apetece en forma y fondo, de manera alguna podemos suponer ingenuamente que un blog tiene como misión arreglar los males de la humanidad, ni los de nadie... Precisamente por eso es preciosa tu frase, todas las voces son valiosas, se trata de cantar lo que en cada instante te apetezca cantar sin esperar nada, ni siquiera que te hagan los coros... luego resulta que a lo mejor escuchas un murmullo que tarerea tu misma melodía y sonríes porque encima, la cosa suena hasta bien y sale una polifonía improvisada de la que tú más que nadie debe disfrutar...si sucede esto, misión cumplida para ti y sobre todos para nosotros que siempre te agradeceremos que nos dejes cantar contigo... siempre que tengamos ganas de cantar, habrá esperanza para todos...lo terrible de los bosques es escucharlos en silencio eso significa que... algún peligro acecha :))
No dejes de cantar, lo que te salga, a mi me parece que siempre cantas armónicamente pero hasta si te salen gallos será genial escucharte... ¿vale pajarito? y tú por favor perdóname si a veces desafino, porque yo... sieempre tengo ganas de cantar jajaja
Muuuuchos muchos besos LUIS ANTONIO.
Cantare y desafinaré. Puedes estar segura de ello, pero a veces me pregunto si sirve de algo...Y tú haz lo mismo, aunque necesites muchas líneas para sacar ese caudal inagotable de ideas y emociones.
EliminarMuchos besos, estimada María
El caso es que la cabra, aunque a veces nos pese... acostumbra a tirar al monte... y siempre hay un día o algo que nos puede ¿verdad?
ResponderEliminarPero sea como sea, un poco de cordura (que nunca te falta) y de distancia... entre tanta desmesura, me parece una acertada y sabia medida. Bienvenido al club!
Y un abrazote!
Valoro tu apreciación y procuraré combinar cordura con lamentos, con indignación y con ciencia ficción...Para sobrevivir, claro
EliminarBesos, Cristal
Es una gran verdad lo que encierra esta frase. El concierto de la vida tiene sentido si vivimos todos y todas cada una con nuestras vibraciones. Así funciona el mundo. Y no hay otra manera de que funcione.
ResponderEliminarUn abrazo.
La frase me llegó muy adentro. No sé si el eco perdurará o no.
EliminarUn abrazo, Miguel
No me extraña que te llegara muy adentro, Luis Antonio, toca la esencia de cada uno. El talento, sea el que sea, es nuestra potencialidad por desarrollar. Hablamos en términos de crisis social - o el invento que nos han colado- y parece que el ser individual queda inmerso en la gran masa. Pero si lo trasladas a situaciones particulares, quedarse sin hacer nada significa renunciar a uno mismo. Hay mucha gente que se abre paso de la nada, pero hay que querer. Lo que escribimos sirve, lo que leemos sirve. Si te hace reír sirve y si te hace llorar también. No sé cómo saldremos de la crisis social y económica pero no podemos dejar que, si podemos evitarlo, se convierta en una crisis personal. Y esto te lo digo desde un sentimiento de decepción.
ResponderEliminarBesos.
Si albergaba alguna duda, estimada Angie, tu comentario me la ha despejado. Seguiremos en la brecha aunque nuestra voz suene un tanto apagada...
ResponderEliminarBesos
Sería necesario, quizás, huir de esta epidemia de utilitarismo... pero no es fácil. En un mundo global, donde todo se reduce a comprar y a vender, y a que lo que no resulte rentable, no deba ser considerado en cuenta, cualquier intento que no presente visos de eficacia parece inútil. No obstante, como ya se ha comentado por aquí, estas redes sociales que al principio parecían ser gaseosas, al final consiguen reunir en un periquete a colectividades diferentes en torno a una causa, reivindicación o protesta. Las contingencias siempre están ahí, y nuestra -demasiadas veces (y es lógico)- apesadumbrada impotencia se ve incapaz de afrontarlas, cambiarlas, mejorarlas, o lo que toque... pero la voz y la palabra, cuando están un día sí, y otro también, clamando por las injusticias, al final consiguen un efecto, que a menudo, los propios habladores y escribidores no llegan a conocer. Tal vez alguien recoge de aquí y de allá, y traslada una sugerencia, o una queja, que empezó de forma anodina en una red, o en un blog... y esa queja sigue un curso que se nos escapa, y tal vez, repito, tal vez, llegue a un destino en el que pueda convertirse en algo más útil, ya que de utilitarismo se trata al final, pese a que fastidie.
ResponderEliminarEstimado Anónimo, solo se me ocurren palabras de agradecimiento por lo bien que escribes, por el fondo de tu comentario y por el deje de esperanza que transmite:
Eliminar" y esa queja sigue un curso que se nos escapa, y tal vez, repito, tal vez, llegue a un destino en el que pueda convertirse en algo más útil"
Saludos cordiales y reiteración de mi gratitud por tu aportación
Pues eso, que habrá que seguir cacareando, por mal que suene, al menos sonamos, si no sonamos es como si no existiéramos o nos diese todo igual. Dicen que el que calla otorga, y creo que este país está ya cansado de otorgar, o de consentir.
ResponderEliminarSólo espero que no sea demasiado tarde y que aún nos quede algo por lo que seguir cantando (por mal que lo hagamos). Recuperar lo ya perdido quizá requiera algo más que palabras y canciones.
Besos