El desastre del 98 sumió a sociedad española en un estado de
ánimo de profunda crisis. La necesidad de replantearse el sentido de su
existencia como comunidad en la historia propició el surgimiento de la
Generación del 98. Esta idea exige alguna matización:
Fueron varios los países europeos (Portugal, Italia y
Francia, además de la propia España) que
en el último cuarto del siglo XIX sufrieron importantes derrotas en la
descarnada competencia por el reparto colonial característica de la época,
acompañadas de crisis internas de parecido dramatismo.
El sentimiento de decadencia fue común al conjunto de la cultura europea finisecular.
El 98 fue un estado de ánimo, pero mucho más de las élites políticas e intelectuales que del conjunto de los españoles. Fueron ellas las que vivieron la derrota como un desastre y las que, una vez producida, reconstruyeron la historia de la nación como la de una fracaso
Hicieron una lectura muy diferente a la que los japoneses hicieron luego de la devacle de la Segunda Guerra Mundial
ResponderEliminarCierto.
EliminarLo que era, y
ResponderEliminarlo que son
Y lo que serán...
EliminarTe tiene absorbido el seso este libro jaja a finales del siglo XIX el pueblo llano en España estaba más interesado en llevarse algo caliente a la boca, que en la debacle hegemónica del imperio español, allende los mares ; )
ResponderEliminarUn besito Luis
(Y no me hagas caso, tú sigue disfrutando de tu lectura ; )
Cambio de tema. Me paso a una "gragea de palabras". Por supuesto, sigo leyendo...
ResponderEliminarBesos, María
¿Tú crees que antes del 98, y tras el fregao de un siglo XIX convulso y guerracivilista en extremo, había habido entre los españoles un sentido de su existencia como comunidad en la historia? No lo creo. Muchos conceptos que utilizamos actualmente no tenían espacio en las sociedades anteriores y no sé hasta qué punto entre los no demasiados intelectuales empapados de cierta Ilustración. No estoy a favor de interpretar el pasado con imágenes de un nacionalismo que ha quedado rancio, sea en su rostro centralista o las inventadas caras periféricas provenientes desde el siglo XIX avanzado.
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