Gabriel García Márquez en la Plaza de Cataluña (1973)
Nos abrió la puerta Mercedes, la esposa del escritor,
que se dirigió a su marido con el nombre de Gabo. Era la primera vez que
escuchaba esta expresión que acabará popularizándose entre la muchedumbre de
sus lectores actuales y futuros. García Márquez nos recibió con una amplia
sonrisa, el bigote muy recortado y una camisa floreada. Nos invitó a tomar un “cuba
libre” con ron, como debe ser, y no con ginebra como acostumbramos a
tomarlo en España. No hizo falta hacer uso de las
cuestiones preparadas. García Márquez estaba locuaz y apenas dejaba participar.
Se sorprendió de que en un colegio religioso se leyesen sus obras, pero
prefería que la tertulia no siguiese un guión preestabalecido. Nos explicó que
en Colombia conoció a un librero catalán, Don Ramón Vinyes, que le habló con
nostalgia de Barcelona y al que rendirá tributo incorporándolo en Cien
años de soledad (“sabio catalán”). Nos habló de su estancia en
París donde había pasado hambre y penalidades, pero allí también encontró a
personas, como la dueña del hotel donde estuvo hospedado, que le protegió y
ayudó mucho. Nos dijo que estaba encantado con Barcelona, según él, la única
ciudad europea de España. También explícó que esta ciudad se había convertido
en la preferida para escritores, arquitectos, fotógrafos, diseñadores y, sobre
todo, de editores. No abordó, para nada, el tema político y dijo que le
encantaba pasear por las Ramblas, detenerse ante los impresionantes quioscos de prensa, pero que cada vez tenía más problemas para
pasar desapercibido.
Curiosamente, en la conversación de aquella noche,
México, París y Barcelona fueron los lugares más recurrenes en su larga y
amena plática. También insistió en que le había costado más de cuarenta
años poder vivir de la literatura. Ahora, por fin, incluso estaba pensando en
comprarse una casa en la misma Barcelona. Un alumno, Pepe M., le interrumpió
diciéndole: “Para los genios como Vd. es muy sencillo escribir porque
les viene la Musa y ya está”. Gabriel García Márquez pareció enfadado ante
esta expresión ingenua. Golpeó un enorme cesto de mimbre que se hallaba en un
rincón de la estancia desparramando por el suelo una considerable cantidad de
papeles arrugados. Los presentes nos quedamos sorprendidos. A continuación
abrió un cajón de un escritorio y sacó una hoja, tamaño holandesa –inferior a
la actual DINA4 - escrita a máquina a doble espacio con algunas tachaduras y
exclamó: “Lo que tú, muchacho, llamas inspiración, son ocho horas de trabajo
con el resultado de todos estos papeles arrojados a la basura y esta mera
hojita escrita y quizás aprovechable”. También se tocó los codos con
énfasis expresivo como si quisiera identificarlos con las “musas”... Ya
más tranquilo, nos dijo que estaba acabando una novela que se titularía El
otoño del patriarca, que le estaba suponiendo mucho esfuerzo desde el
año 1968 en que la comenzó, pero ya estaba llegando a su fin. Nos adelantó que
trataba de la muerte de un dictador sin concretar nada más. Al mismo tiempo
también escribía unos cuentos sin especificar titulo ni nada.
El cierre próximo de los Ferrocarriles Catalanes que
tenían que tomar unos alumnos para regresar a sus casas precipitó el final
de este feliz encuentro. Algunos alumnos me comentaron al otro día, y ya en
clase, que el concepto de inspiración del escritor les había decepcionado, pero
que ahora lo tenían muy claro. Yo me eché a reír porque siempre les he
explicado el mismo concepto y de la misma manera, pero, claro, García Márquez
es García Márquez y, sin duda, tiene mucha más credibilidad por ser quién
es....
Qué bonita experiencia. Al menos sirvió para que tus alumnos vieran de manera más realista al escritor y el oficio (o divertimento) de escribir. Supongo que tu iniciativa te haría ganar puntos entre los chavales. Si me traslado a esa época -fue por entonces cuando empecé a tomar contacto con Barcelona y el Vallés Oriental- no puedo sino dar la razón al escritor de que Barcelona era la ciudad europea de España. Yo tuve esa misma percepción, no tanto porque conociese entonces algo de Europa, sino porque ya se la veía metrópoli abierta y en apariencia menos provincia que la provincia española, digamos. Me ha gustado tu anécdota.
ResponderEliminarLos que ganaron puntos fueron los alumnos por haber conseguido ese histórico y emotivo encuentro.
EliminarUn ejemplo para muchos escritores de ahora, que se hacen tres o cuatro libros al año...
ResponderEliminarGracias por recordarnos tu experiencia.
Veo que tienes una buena memoria. El otro día leí algo sobre la calle Caponata, donde vivió García Márquez y se me avivaron recuerdos
EliminarInteresantísima la anécdota del homenaje al librero catalán Ramón Vinyes. Siempre me pregunté que hacía un librero, y por ende catalán, en medio de Macondo.
ResponderEliminarGracias
salut
Era, como bien dices, un detalle chocante. Realidad y fantasía, ingredientes substanciales de la narrativa de G. Márquez
EliminarInteresante lo que compartes hoy mi estimado Luis Antonio.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, María
EliminarBesos
Una experiencia así se torna imborrable. Me ha resultado muy interesante. Gracias.
ResponderEliminarAbrazo
Indeleble, diría yo...
EliminarAbrazos, amigo
Cuánta magia en esa tarde. Adoro este relato.
ResponderEliminarTe dejo un video y muchos besos.
Su
//www.eltiempo.com/cultura/cine-y-tv/actores-latinos-leen-fragmento-de-cien-anos-de-soledad-en-cortometraje-506142
Gracias por tus palabras y por el video que he visto con mucho interés.
EliminarMuchos besos, Su
Hola, a veces creemos que la inspiración es divina y en un chispazo se logran grandes obras de arte, cuando en realidad cada trabajo lleva un sinfín de desvelos a cuestas. Un abrazo cariñoso desde México.
ResponderEliminarEsa es una de las enseñanzas importantes que se impartió en ese encuentro. Creo que los alumnos tomaron nota
EliminarAbrazos, Jova, desde Barcelona
Muy interesante esta entrevista Luis Antonio, y de ella me quedo con esa respuesta al alumno tan directa y eficiente, dejando perfectamente definido el valor del esfuerzo que se traduce de una genialidad manifiesta. Feliz semana
ResponderEliminarUn abrazo
Veo que eres muy observador. Ese detalle que mencionas fue tremendamente educativo para todos...
EliminarUn abrazo, Dionisio
Con frecuencia hay personas que piensan que a los grandes escritores les salen sus escritos como churros y habitualmente suelen ser los más meticulosos para escribir y los más puntillosos a la hora de darle luz verda a un escrito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Escribir bien tiene mucho mérito y requiere cualidades varias. Admiro a los autores de libros buenos. No abundan, ¿eh?
EliminarUn abrazo
Que experiencia tan magnífica (he ido hacia atrás y he escuchado todos tus audios de voz) conocer a García Márquez y, además, en su casa. Seguramente tus alumnos/as la recordaran siempre y, por supuesto, tú también.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Estoy desconectado de aquellos alumnos, pero yo recordaré esa experiencia por cualquier motivo que pueda asociarse con García Márquez y su obra. No puedo evitar presumir de esa vivencia.
EliminarAbrazos
Fue un momento muy importante y tiene cierto aire de epifanía. Los escritores de la talla de Gabo sabemos que existen pero ver de cerca en su propio medio es tremendamente revelador y hasta un hito. Tú siempre has sabido disfrutar con el recuerdo de aquel momento.
ResponderEliminarUn abrazo
No puedo evitar revivir esa experiencia. La obra de Gabo sigue viva y esos también alimenta los recuerdos
EliminarUn abrazo, amigo
No importa cuántas contradicciones pueda uno tener con la figura de García Márquez, con sus relaciones con el poder, con sus decisiones frente a Colombia, lo fundamental está que nos dejó enseñanzas profundas sobre el oficio de escribir, esa tarea que él realizó como un relojero; con tino y minuciosidad. Hace pocos días hablábamos en mi clase sobre el alcance de la literatura, de los escritores y escritoras, y sus narraciones. Esa nebulosa discusión sobre la buena y la mala literatura. Y llegamos a dos categorías básicas: hay autores que cuentan el mundo y otros que lo descifran. Dicho de otro modo, escritores que dan cuenta de la realidad, del sujeto en las contradicciones cotidianas de la vida, esos son los que la cuentan; otros que tienen ya un talento más elevado, que logran descifrar en esas contradicciones más cotidianas lo que no es visible en el simple trazo del contar, y eso ya va perfilando algo de la grandeza. Sin embargo, habría una tercera categoría, en la que sin duda se sitúa García Márquez, y es la de aquellos escritores o escritoras que con su escritura logran volver a cifrar el mundo.
ResponderEliminarAutora del texto: Alejandra Jaramillo Morales
EliminarGracias por esta interesante aportación
EliminarPorque en esas obras que vuelven a cifrar la vida, hay una decisión abismal de confianza, en que la palabra tiene la capacidad fundacional del universo. Y esos autores, como el escritor de Cien años de soledad no sólo cuentan y descifran el mundo, sino que inventan maneras diversas de contarlo y abren así campos inmensos de significación. Es por eso que muchos colombianos y colombianas nos hemos sentido inventados en algún momento de nuestras lecturas de juventud por García Márquez, por su forma de narrar Colombia. Porque además, aunque se dé el debate eterno de que García Márquez abandonó Colombia y nunca quiso regresar, al punto que algunas personas se preguntan si no es más bien un escritor mexicano, es innegable que él nunca dejó de escribir sobre Colombia, sobre ese mundo del Caribe, que lo acompañó hasta el final de su vida.
ResponderEliminarAutora del texto: Alejandra Jaramillo Morales
EliminarEn 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura. El jurado destacó la gran imaginación de sus historias, que mezclaban lo real y lo fantástico, pero también su capacidad para retratar una época muy convulsa en Latinoamérica.
ResponderEliminarSe le hizo justicia
EliminarEncantado en saludarte
ResponderEliminarOi Boa tarde Luís Antônio. Comecei a seguir o seu blogue e gostaria de ter o privilégio de você me seguir também.
ResponderEliminarUna anécdota imborrable, sin duda!. Al respecto de las 'musas', no puedo estar más de acuerdo con Gabo, pero es cierto que hay un cierto 'tirón' para escribir sobre una y otra cosa... lo demás son 'codos' y muchas horas de dedicación, claro que sí!
ResponderEliminarMe gusta García Márquez, ¡como no! pero de toda esa hornada, si tuviese que escoger, me quedo con Cortázar y Alejo Carpentier, este último especialmente!.Leer el Siglo de las luces o el Reino de este mundo, significó para mí un antes y un después en la literatura. Creo además, que es un poco el 'padre' de todos ellos. Aunque nada tengan que envidiarle, claro está.
Buena entrada!!!
Disculpa, el comentario anterior, es mío. Crystal
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