Jordi Llovet (Barcelona, 1947), crítico de literatura, filósofo, traductor, ensayista y catedrático de "Teoría de la Literatura y Literatura Comparada" acaba de publicar “Adeu a l’Universitat”.- Galaxia Gutenberg. Se trata de un alegato contra la banalización de la institución universitaria y su contaminación por el nacionalismo catalán retrógrado. En una entrevista que le hacían ayer en “La Vanguardia” adelantaba algunos temas que aborda en su libro:
“una reflexión sobre el estado de humillación, decadencia e indignidad en que han caído las facultades de humanidades”;
“por qué la universidad ha abandonado toda pretensión de formar cívicamente a su alumnado”;
“Poseer cultura (de la alta, se entiende) está hoy completamente desacreditado: parece una superchería y un acto de soberbia. Los que están muy acreditados son los futbolistas y Belén Esteban: ya me dirá”...
Sin embargo, en esta entrada me limito a seleccionar la respuesta que da a una pregunta sobre el uso de las nuevas tecnologías en la enseñanza. Es un tema de debate vivo presente entre los docentes que añoran “la tarima, el guardapolvo y el encerado de tiza” – cada vez en número más exiguo - y los fanáticos de “la pizarra digital” y toda la gama tecnológica que conlleva... Afortunadamente predominan los equidistantes entre uno y otro extremo...
A la pregunta del entrevistador:
¿Qué responsabilidad tiene en este fenómeno el uso de las nuevas tecnologías?
Así responde el profesor Jordi Llovet:
“Yo formé parte de una comisión ministerial en la que una veintena de profesores de todas las universidades del país discurrieron con la ministra Garmendia, y luego con el ministro Gabilondo, acerca del beneficio o el perjuicio que puede significar la entrada indiscriminada de las nuevas tecnologías en las aulas, y otros muchos asuntos. La mayoría de estos asesores coincidimos en que las nuevas tecnologías, siendo como son utilísimas en muchas ramas del saber, de la técnica, de la ciencia y de otras cosas, resultan un instrumento engañoso e ineficaz en el caso de la educación. Me explico: esas nuevas tecnologías –y quizás la técnica en general, incluido el microondas o el minipimer— han acostumbrado a la humanidad a resolver de un modo inmediato labores que antes se realizaban gracias a procesos mucho más mediatizados: es mejor una mahonesa hecha a mano que con el uso de una máquina. La inmediatez y la no-discriminación de la información que procede de Internet, por ejemplo, convierte a cualquier persona, y aún más a un niño o a un adolescente, en señor de un reino puramente virtual. En el fondo, los convierte tanto en amos de algo como en esclavos de lo mismo, porque ya sabemos hasta qué punto la gente joven depende de estos elementos y se comunica mediante ellos de una manera peregrina, mendaz y falta de la elocuencia más elemental. Y algo más. Las nuevas tecnologías se presentan a la civilización juvenil –pues los jóvenes neo-tecnológicos han forjado, hoy, tanto una nueva cultura como una nueva “mentalidad”, como una nueva civilización— como un divertimento. Los profesores que asistíamos a esas reuniones con los ministros que he dicho, coincidíamos todos en que la educación es un proceso lento, mediatizado, esforzado, que no puede jugar con las mismas armas que la cultura del ocio, porque entonces no saldrán de las escuelas personas educadas sino amigos de la diversión. Creo que eso es lo que está sucediendo. Como puede usted imaginar, los ministros no nos hicieron ningún caso, y de aquí a pocos años veremos a toda una generación de estudiantes de secundaria convertidos en una especie de autómatas mucho menos civilizados que el pato de Vaucanson, que era un pato mecánico que comía, digería y defecaba: naturalmente, ni hablaba ni pensaba”.
Coincido con el análisis de Jordi Llovet al que suelo leer en su columna de El País de Cultura El Quadern. El aprendizaje es un proceso que conlleva esfuerzo y dedicación, y la cultura de lo digital se impone por su inmediatez, su realidad del corta y pega sin reflexionar. Sin embargo, nos dirigimos a muchachos cuyo cerebro ya es digital, especialmente en la escuela pública. En la privada cabría hacer matizaciones. Hoy por hoy no me gustaría nada volver a dar clase con un libro de texto sobre la mesa. Libros de ejercicios sí y de lectura, pero no el clásico libro de texto. La pizarra digital me abre campos increíbles para abrir la clase al mundo. No soportaría dar una clase sin un cañón de proyección y me gusta que ellos tengan su ordenador portátil, aunque les absorba la atención. Pienso que la tecnología puede ser utilizada creativamente. Yo lo intento. El gran reto que yo me planteo es el de estimular el pensamiento libre y, para ello, no es un obstáculo la tecnología. Es más, pienso que puede ser un gran aliado, teniendo en cuenta que el mundo de mis alumnos no es el mismo que hace veinte años. Ya querría que fuera así, pero estamos en el siglo XXI y eso nos mediatiza a todos. Somo hijos de nuestro tiempo. No le tengo miedo a la tecnología. Quizás porque me dedico intensivamente a ella y a buscar sus utilidades educativas. Pero sí, aprecio y respeto a Jordi Llovet.
ResponderEliminarCreo que el camino intermedio es el adecuado, que es que Llovet y Joselu defienden: utilización de las nuevas tecnologías impidiendo ser fagotizados por ellas mismas.
ResponderEliminarSería triste ver jóvenes que no saben escribir correctamente, porque utilizan programas que les corrigen las faltas gramaticales, o que no saben dividir (y no hablemos de hacer una raíz cuadrada o calcular una función) porque se han acostumbrado a las máquinas calculadoras. Hemos de adecuarnos a las nuevas tecnologías, sí, pero evitando que ellas nos dominen a nosotros.
Saludos, y un abrazo.
A mi me gustaba cuando de niño veía como la gente usaba una de aquellas maravillosas cocinas vizcaínas para hacer un rico cocido con su exquisito caldo. La cosa empezaba a las 9 de la mañana y estaba cociendo todo el día. De vez en cuando se echaba un condimento. En algunos casos incluso el cocido podía estar al fuego varios días. Yo también añoro aquello pero en seguida me olvido ya que el mundo ha cambiado y nadie tiene tiempo ni paciencia para volver a aquello.
ResponderEliminarQué siga si quiere el ilustre profesor con sus viejos y elitistas cocidos. Con su cultura del esfuerzo, seguro que los estreñidos siempre serán más sabios.
Muchos dicen que la Universidad muere ahora. Yo, que la vivo desde dentro desde hace muchos años puedo afirmar que, en España, la Universidad está por nacer.
ResponderEliminarEn concreto, no me gustan nada los que afirman que la Universidad se muere ahora y han sido, como Catedráticos, Directores de Departamento, Decanos y Rectores, los principales responsables de que hayamos llegado a donde hemos llegado. Por acción o por inacción. Llovet incluido.
¿Las nuevas tecnologías impiden comportamientos adecuados?. ¿Son culpables de que algunas madres permitan y alienten a que sus hijas escamoteen el colegio por ir a ver a Justin Bieber?. Es posible que las tecnologías hayan pillado a todo el mundo, incluidos los encargados de impartir enseñanza con el pié cambiado. Supongo que muchos de ellos tendran que recibir clases de los alumnos que en esta materia están más adelantados que los propios profesores. La enseñanza en un mundo en el que hay que reciclarse continuamente y a veces los expertos terminan por coger parálisis. ¿Puede que en éste rechazo albergue el temor a que las mismas puedan en el futuro sustituir al profesorado?. ¿Pueden las nuevas tecnologías en el futuro crear una educación "virtual" que será recibida por el alumno sin necesidad de moverse de casa?. Esto se desplaza virtiginosamente ... Yo no me atrevo a hacer ningún pronóstico.
ResponderEliminarSi al final todo se reduce a una frase muy antigua: "La virtud está en el justo medio". Ni obviar las TICs ni que éstas nublen los caminos del pensamiento. Todo en su justa medida, pienso, es virtuoso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que pueden convivir perfectamente tradición y modernidad sin necesidad de entrar en conflicto y sin que una excluya a la otra.
ResponderEliminarUn beso, Luis
Estoy de acuerdo con Jordi LLovet en el abandono que se tiene hoy en día con la formación humanística.
ResponderEliminarPienso que toda sociedad avanzada debe seguir cultivando el gusto por el pensamiento, la Historia, el arte...; pero para nada creo que deba entrar en contradicción con las nuevas tecnólogías que, bajo mi punto de vista, son herramientas que pueden facilitar el conocimiento, hacerlo universal y accesible a todo tipo de personas en cualquier parte del mundo.
Nada es bueno ni malo en sí mismo, sino que depende del uso que hagamos de ello. Tampoco pienso que sin las nuevas tecnologías estemos perdidos, creo que no debemos caer en una dependencia absoluta de ellas (esto cada vez es más frecuente entre los jóvenes), pero sí utilizarlas adecuadamente y sacar el mejor partido de ellas.
Me ha parecido muy interesante tu entrada, Luís Antonio y los comentarios que ha suscitado.
Un fuerte abrazo.
He estudiado Filología en dos etapas, una sin teconología informática y otra con la teconología ocupando casi todos los ámbitos. En ambas etapas, he tenido profesores que estimulaban el pensamiento -los menos- y otros que lo domaban.
ResponderEliminarCreo que el desarrollo del pensamiento y la promoción de la independencia y formación de criterio dependen de la actitud que tengan la institución universitaria y el profesorado y el etímulo que sean capaces de suscitar en el alumnado; en definitiva, institución y profesorado son una muestra de la sociedad dirigente y el alumnado que surge es su reflejo.
Nuestra sociedad vive fascinada por el avance rápido y la novedad; el alcance de objetivos y la obtención de resultados a corto plazo. Es una sociedad condicionada por la necesidad de la acción, el competir y el ganar a cualquier precio.
Algunos ejemplos:
1.Internet- tener mucha información se asocia a tener conocimiento aunque no la comprendas ni seas capaz de relacionarla.
2. Móbil - conectar continuamente se asocia a tener relaciones personales.
3. TV - ver programas culturales se asocia a la contemplación y la vivencia de exposiciones y espectáculos.
Sin embargo, todas son herramientas que si ocuparan su lugar "al servicio de" y no "en vez de" tendrían su utilidad.
Por ejemplo:
1. en mi primera etapa de estudios era practicamente imposible acceder a los textos -descatalogados en el mercado editorial- de la biblioteca que necesitaba durante el curso ya que eramos muchos alumnos y pocos ejemplares-; actualmente he accedido a muchos más textos.
2. pedir hora para ver al profesor era casi imposible; actualmente he podido escribirles correos eléctrónicos y me solían contestar.
3. estudiar el teatro se reducía a leer los textos; actualmente se han podido contemplar las obras mediante los proyectores y analizar en toda su amplitud en el aula.
Lo que cuenta Jordi Llovet sobre la Universidad me ha traido a la memoria:
- el vacío que he sentido en ella por la falta de reflexión colectiva.
-la falta de cooperación que se vislumbraba entre los profesores.
-la discrepancia en la forma de evaluar al alumno que en ocasiones me ha llevado a la desorientación.
-la desconexión en relación a la sociedad en la que está inserta la universidad.
- la falta de cooperación entre el alumnado.
Cristina
Hay otra cosa, desde mi ignorancia,es cierto que los clásicos eran sabios, pero desde entonces: ¿cuantas cosas han dejado de saber?...
ResponderEliminarEl pasado lunes, La 2 de TVE, proyectó la película "La Ola", bastante desconocida y muy inquietante sobre la educación. Pone de manifiesto la importancia del profesorado en el comportamiento de los alumnos.
ResponderEliminarA TODOS LOS COMENTARISTAS:
ResponderEliminarSeguro que las humanidades están languideciendo en nuestras universidades y en nuestra cultura. Seguro que la deshumanización de nuestro entorno algo tiene que ver con ello, pero como bien dice Pedro Ojeda Escudero alguna responsabilidad tendrán los que han venido gestando los destinos de la Universidad española en estos últimos años... Jordi Llovet pone el dedo en la llaga, pero lo hace después de abandonar la Universidad acogiéndose a una jubilación anticipada...
Y en lo que respecta al tema central de esta entrada, poco tengo que añadir a lo que habéis expuesto todos los comentaristas con gran criterio.
Que la vida es un cambio, es una gran verdad. Es el principio que impregna las bases de la estructura de la vida. Las nuevas tecnologías forman parte de este cambio desempeñando un papel de acentuado protagonismo. Ignorar la existencia de las nuevas tecnologías es tanto como vivir de espaldas al presente y al futuro. Es cierto que las novedades se suceden unas a otras sin apenas tiempo de asumirlas, pero nos gusten o no, están ahí y forman parte de nuestro entorno más próximo. La escuela no puede estar al margen de esta realidad que debe hacer suya de la manera más ponderada y educativa posibles. Es la sociedad de la información y de la comunicación virtual y aunque nos conduzca a la incertidumbre, dado el ritmo vertiginoso que lleva y el rumbo impreciso, no podemos emular a los avestruces cuando tienen miedo. Tenemos que asumir estas novedades y procurar aprender y enseñar lo mejor de ellas, incertidumbres al margen... Hay alumnos muy aventajados en estas disciplinas que pueden ayudar mucho a los profesores. Y los profesores tenemos que ser humildes y aceptar que el tiempo de saber de todo un poco más que los alumnos ya pasó...
Tanto profesores como alumnos debemos adaptarnos a una nueva forma de entender la enseñanza y el aprendizaje. Las nuevas tecnologías facilitan la formación continua ya que se trata de herramientas que permiten la aparición de entornos virtuales de aprendizaje, libres de limitaciones del tiempo y del espacio que caracterizaba a la enseñanza presencial de corte tradicional. Saber utilizar estas herramientas, conocer lo básico del funcionamiento de los equipos, aprender a buscar información y a procesarla, o sea seleccionarla, son objetivos irrenunciables que conllevan estas novedosas tecnologías. Tanto si se trabaja individualmente como en equipo no debe renunciarse a adquirir una posición crítica y autónoma.
Atrás quedan o deben de quedar las excelsas clases magistrales de antaño con el profesor enfundado en austero guardapolvo y blandiendo el puntero en la mano y el alumno tomando apuntes de forma mecánica y pasiva. Y el polvo de la tiza y los viejos encerados chirriando lastimeros ante la agresión nerviosa de la inmaculada tiza blanca, mejor conservarlos en los museos. El mundo no avanzaría sin cambios y sin riesgos...
De las metáforas materiales que señalaba con cierta sorna – materialización del pasado - quizás me quedaría sólo con la tarima que, lejos de potenciar la autoridad del profesor como piensan algunos, facilita la visión del alumnado y a éste la del mismo profesor y la pizarra digital, la pantalla o lo que sea...Todo eso no está reñido con saber leer con criterio, escribir con corrección y creatividad y calcular....lo que se tercie
Gracias a todos y un cordial abrazo
Rectificación:
ResponderEliminarDonde pongo "gestando" debía haber escrito "gestionando" (primer párrafo del comentario anterior)
Hola Luis Antonio:
ResponderEliminar¡Felicidades de parte de este homónimo!
Si dispongo de tiempo, disfrutaré con tu blog que ya dejo referenciado en una entrada en el mío para tener bien presente durante el mes de agosto.
Saludos cordiales.