Hay gentes de todas las clases. Una que me provoca admiración y envidia es la positiva. Sonríen, saludan con efusión, son generosas, aprecian las cualidades de los demás, tienen autoestima, buscan soluciones responsables, aprovechan las oportunidades, son muy activas, saben perdonar, muestran ganas de vivir y ser felices, se despiden con un cálido abrazo y cuando se caen, se levantan con presteza, se curan los arañazos y dicen: "Ahí voy de nuevo". He tenido la fortuna de conocer a alguna de estas personas, pero no me contagiaron el virus que les caracteriza. Lástima…
Yo intento ser de esos, pero, a veces, es tan difícil...
ResponderEliminarHola Luis Antonio, en este aprecio de lo gentil y positivo me identifico con tu comentario y a estos seres que no abundan mucho, siempre les reservo un rincón en mi costado. Gracias por tu aporte
ResponderEliminarUn abrazo
Lo bueno,
ResponderEliminarno abunda,
lo sabemos.
Coincido completamente con tu escrito. Gente positiva, buena educación, amabilidad, todo esto nos hace la vida más agradable.
ResponderEliminarOjalá, yo también soy afortunada de haber conocido personas así, las tóxicas en su grupo.
ResponderEliminarUn abrazo y un feliz resto de semana
Oye, y todas esas personas ¿ponen además la otra mejilla?
ResponderEliminarA mi me encanta la gente positiva !
ResponderEliminarMe alegra q pienses así, me temo, sin embargo , q a los q viven permanentemente instalados en la cara oscura de la luna , este tipo de personas les pone enfermos ...no soportan la luz de una sonrisa, son como los vampiros : )
ResponderEliminarUn beso !
Se podría hacer casi un tratado de sociología sobre el tema que planteas. La iglesia nos metió el temor de Dios; la sociedad, la identificación entre ser positivo y ser iluso; la tradición, el valor del piensa mal y acertarás; el grupo, la envidia incontrolable,...¡ Nos lo han puesto tan difícil !
ResponderEliminarUn abrazo.