El sentimiento de pertenencia a un país genera no pocos conflictos en esta, aunque vieja, todavía inmadura “piel de toro”. El patriotismo se alimenta de una serie de verdades que el militante convencional considera indiscutibles: derechos históricos, costumbres, tradiciones, religión, unidad lingüística, fronteras, etc. Estas verdades, dogmas para muchos, llegan a revestirse de una moral que empuja a la lucha y a la entrega de la vida si las circunstancias lo requieren... Se trata de un patriotismo con raíces románticas que puede desembocar en la desmesura. Y de ahí al patrioterismo sólo hay un trecho...
Frente a esta modalidad de patriotismo henchido de sentimentalismo encontramos el cosmopolitismo que proviene directamente de la Ilustración y de la fe en una razón de carácter universal. Los llamados cosmopolitas – ciudadanos del mundo – reniegan de esta suerte de modalidades patrióticas de pertenencias limitadas y de los nacionalismos que degeneran en chovinismos, xenofobias e intolerancias fundamentalistas. Al conjunto de la humanidad, que es el objetivo ético cosmopolita, no se la reconoce por medio de emotividades como la españolidad o la catalanidad, sino más bien superando esas diferencias, para algunos identidades, y considerando, sobre todo, lo que hay de común entre todos los seres humanos, al margen de sus peculiaridades.
Simplificando, podríamos decir que patriotismo es a cosmopolitismo lo que el sentimiento es a la razón. El contraste entre ambas maneras de entender la pertenencia es más que evidente. Y de ahí... su aparente antagonismo. Y digo aparente porque es prácticamente imposible desligar la emoción de la razón. Afortunadamente.
Aunque me siento mucho más distante del patriotismo – la carga emocional la reservo para otros quehaceres - que del cosmopolitismo, tengo que reconocer que ninguna de las dos formas de pertenencia me satisface plenamente. La una peca de sentimentalismo y la otra de fría racionalidad universalista.
Y como yo soy de los que no entienden la emotividad sin la racionalidad, aunque sea en dosis variables y en función de las circunstancias, y como lo del término medio, que quizás solventaría esta disyuntiva, es harto difícil de encontrar, hoy la fortuna me ha sonreído al ponerme delante de una frase de Cicerón que solventa mis divagaciones (Patria est ubicumque est bene), “La patria está donde uno está bien”. Y añado yo, “y lo demás son gaitas”
Sin embargo, cuando advierto el culto que se hace de la bandera en la sociedad americana, totalmente omnipresente, o en el episodio de los mineros chilenos en que la bandera chilena se multiplicó con orgullo por la gesta conseguida, o el respeto que se tiene por la francesa o la inglesa, por no seguir… entonces intuyo una carencia en un país (éste) en que uno no puede sentir un patriotismo cosmopolita. De lo singular a lo universal podría ser un camino. No se puede ser español sin conflicto y no se puede ser catalán sin conflicto, ni vasco, ni gallego… Todo enunciado de identidad choca con algo ominoso. Por eso muchos optan por el descrédito de las banderas y las patrias… pero encubriendo tal vez el ansia de alguna que fuera realmente acogedora y cálida, ni madrastra ni llena de soberbia de hoces altaneras, ni de encapuchados sanguinarios.
ResponderEliminarYo no me considero patriota pero me siento española y alicantina. Son mis raices y no quiero perderlas. La bandera española me inspira respeto pero no daría mi vida por ella. Solamente la daría por mis hijos.
ResponderEliminarLa verdad es que me considero, aunque parezca tonto, ciudadana del universo, o sea polvo de estrellas, y me siento bien así.
Lola
La racionalidad nos tiene que llevar a saber que el ser humano, como ser social, necesita identificarse, echar raíces, pertenecer a una "tribu". Y desde ese reconocimiento racional, sin renegar de las raíces, relativizarlas, meterlas en una maceta y transportarlas allá a donde vaya. Sin fanatismos, extremismos ni gaitas.
ResponderEliminarMás que patria, por proximidad afectiva, prefiero el amor al "terruño" por el que no se mata.
un abrazo.
Yo nací en el pueblo A, en el territorio B, en el país C (son nombres), en la familia D, aprendí la lengua E, me formé en el ambiente F, leí los libros G,... Esa es mi identidad, eso ha ido construyendo mi experiencia y eso ha formado parte del material con el que me he ido haciendo. Esa es mi patria (o mi matria), lo que me identifica, lo que me define y eso es lo que reivindico. Y nada de eso entra en conflicto, sino al contrario, con el ABCEFG de cualquier otra persona, el encuentro y mezcla de esos genes ABCEFG nos enriquecen, nos transforman y nos hacen mejores. Las otras patrias, las que se definen mediante fronteras que no están dibujadas en ningún sitio, no me interesan, son falsas, instrumentos en manos de quienes administran y/o detentan el poder y la riqueza, es decir, elementos para conformar y proteger intereses. Digo bien instrumentos porque instrumentalizan, en torno a símbolos artificiales, las emociones de los individuos. No hay conflicto entre razón y sentimientos, y menos a la luz de las últimas investigaciones de los neurofisiólogos, que prueban que entre razón y sentimiento hay una relación dialéctica, que sentimiento y razón forman parte y constituyen el pensamiento. El conflicto deriva sólo de los intereses; en el individuo no hay conflicto ninguno: es como si dijéramos que hay conflicto entre el ojo y el bazo.
ResponderEliminar¿Qué más da, si al final todos venimos de la África que ni se llamaba África?
ResponderEliminarYo me quedo con las alcachofas de mi pueblo y la paella de mi madre, más allá, pues no lo sé, te lo diré mañana cuando esté allí. Por suerte estoy estupendamente en cualquier lado -al menos de entre los que estuve-.
Un beso, Luis Antonio.
Completamente de acuerdo. Y si uno está dónde ha nacido (creo que por suerte), la dosis sentimental se amplifica un poquito. Eso sí, sin llegar al extremo del fanatismo que uno tiene sensibilidad con lo que ocurre en todos sitios y no importaría compartir lo que buenamente uno tiene.
ResponderEliminarSi mañana tuviera que emigrar a Berlin, pongamos el caso, creo que pasados unos años (si Dios quiere que nos mantengamos sobre el planeta un poco más) tendría nacionaliad germana igualmente. La patria dónde uno está (lo de las gaitas me mola).
Un abrazo Luis Antonio.
Juan Navarro y yo ¡¡¡SOMOS DEL MISMO PUEBLO!!!
ResponderEliminarUN ABRAZO
PD. Subscribo lo de las GAITAS
Espronceda dixit:
ResponderEliminarQue es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
“y lo demás son gaitas”
¿Pero que manía les ha dado a todos con las gaitas? Ojalá tuviéramos mas gaitas y menos banderitas para proteger nuestras vergüenzas. Banderitas para las ferias y verbenas.
ResponderEliminarA mi es que el concepto de patria me parece en si mismo enfermizo, indica autoridad, jerarquía, predominio. Cuando uno necesita una patria es como si dijera que necesita un padre que lo defienda. Se siente débil y necesita al primo de Zumosol para lo defienda de los otros niños en el patio. Tiene que ver con el sentimiento, pero con un sentimiento de miedo frente al otro. Al que viene de fuera, al extraño, al que no se comporta como nos han enseñado a comportarnos y pensamos que nos va a quitar nuestra merienda.
Es mejor dejar los prejuicios a un lado y compartir las viandas de cada cual, así todos podemos probar de todo. ¿O es que estamos condenados a comer siempre el mismo bocadillo?
Lo de sentimiento y razón como andan enredadas y en permanente disputa mejor dejarlas a su bola. Cada cual que elija con quien simpatiza más.
Los que somos de provincias, Luis Antonio, salimos pitando como Ulises en busca de otra patria, y allá donde estuvimos, jamás pudimos implicarnos demasiado en los terruños en los que vivíamos. De vuelta a nuestro lugar de nacimiento, nos quedan los aromas de la infancia, pero solo eso, y vivimos en un bienestar ficticio pero tampoco podemos ya implicarnos en nuestra propia tierra. Ese desarraigo creo que relativiza bastante las cosas como para no caer en ridículos chovinismos, y al mismo tiempo ayuda a comprender los chovinismos de los demás. Si, además, has vivido un largo tiempo en el extranjero, el patriotismo gregario queda superado para siempre.
ResponderEliminarPero esto que digo son gaitas: ¿estaría yo dispuesto a luchar por mi patria? Depende. Creo que sí lo haría por defender aquello que hace de mi país un lugar civilizado. Con el escepticismo del resto de los comentarios, quizá suene también a gaita, pero yo creo que mi patria es la civilización occidental. Me siento europeo y estoy bien en casi todos los países de Europa. He hecho de la lengua y la civilización de Europa una forma de vida, y siempre quedará un sitio, en las Alpujarras o en los Cárpatos, donde me siga sintiendo bien. A tu ciceroniana frase, en fin, también se le puede dar la vuelta: no sé lo que será la patria, pero sí que sé lo que no es la patria, la tierra donde no me encuentro bien. Y en España te aseguro que hay muchos, muchos lugares donde no me encuentro nada bien.
Yo creo que en España el patriotismo sólo emerge cuando juega la Selección Española de fútbol.
ResponderEliminarPersonalmente, cuando oigo las palabras "patria" o "nacionalismo" procuro ponerme a salvo porque como norma quien las pronuncia suele hacerlo con...digamos excesivo celo.
ResponderEliminarCreo ambos términos muy ligados al mundo de los sentimientos -y como tal muy fácil de ser manipulables - creando falsos conceptos con una alta carga afectiva.
Para ello todo es válido; desde la tergiversación histórica, convertir leyendas en historias verdaderas, inventar batallas inexistentes, hacer ver enemigos donde no los hay, crear sentimiento de ofensa y agravio continuo... y un largo etcétera.
Por eso, yo que he nacido en un lugar, vivo en otro, y he viajado y vivido en diferentes lugares del mundo, me considero un ciudadano del mundo, sin esa frialdad que dices que se tiene al pensar así. Porque sigo amando a mi tierra natal, pero no soy un nacionalista de esa tierra (como muchos confunden amor a la tierra con nacionalismo), amo el sitio donde vivo porque lo elegí libremente para vivir, porque me gusta y porque me interesa que funciones bien para poder vivir bien, pero no por ello soy nacionalista catalán cerrado en banda a la solidaridad con el resto de comunidades de España del mismo modo que exijo por parte de Europa la misma solidaridad entre países ricos y pobres para que llegue a ser Europa.
En resumen, ciudadano del mundo, residente en Barcelona, ciudad a la que amo del mismo modo que amo mi tierra natal sin precisar ser nacionalista ni de una ni de otra. Y por una patria no doy ni una gota de sangre. Que la den los burgueses. Yo, en todo caso, defendería los Derechos Humanos, pero patrias...para eso ya está la guardia civil.
Saludos y un abrazo.
Pues yo el mismo abecedario de Juan aunque yo sí siento ese patriotismo que tanta grima os da a todos. No enfermizo, desde luego, y no solo cuando juega la selección española... Yo defiendo lo nuestro allá donde vaya, hasta los toros si hace falta, taparle la boca a algún colega gabacho que me toque las narices en un momento dado....
ResponderEliminarBesos, Luis.
Eeeeeeh ¡a las gaitas ni tocarlas! Por lo demás, suscribo toda tu entrada, amigo. Y sin despreciar a ninguna, abundo en lo que dice Bernardinas en cuanto a la cultura "occidental". Me siento mucho más a gusto en ella que en cualquier otra. No en vano crecí en ella.
ResponderEliminarEs este, un tema recurrente que se presta a muchas interpretaciones sesgadas, porque tal como dices en tu entrada, los sentimientos andan de por medio... y aunar sensibilidades nunca ha sido fácil, salvo que el espectro sea muy amplio e incluya con generosidad todo tipo de "visiones".
Pasa también que siempre nos parece más amplia y sobre todo más "verdadera"nuestra mirada que la del vecino... y para eso sólo existe un remedio que se llama "tolerancia" pero para que sea justa, debe de ser recíproca. Pero no seré yo quien se meta en ese jardín... que me pierdooooo.
En fin, un abrazo Luis.
Eso mismo!!!!!!!!!!!!!!! Y lo demás son gaitas!! suscribo tu entrada en su totalidad sin quitar una coma.
ResponderEliminarBesos Luis!! Feliz resto de semanita
No entiendo ni las banderas ni las fronteras ni siquiera los crucifijos que intentan hacer diferencias entre unas personas y otras. Muy enriquecedores los comentarios que he leído.
ResponderEliminarPor supuesto amamos la tierra en que hemos nacido, pero debemos abrirla y abrirnos a los demás, es enriquecedor y liberador. No entiendo ese sentimiento especial del patriotismo. Todos tenemos sentimientos hacia el entorno en que vivimos, la cuestión es cómo lo canalizamos y la otra vertiente, su utilización como argumento para fines que no tienen nada que ver con el afecto al territorio en que vivimos.
Besos.
A JOSELU:
ResponderEliminarQuizás las banderas que citas no tienen las connotaciones de la “roja y gualda”, ¿no?
A LOLA:
No es incompatible sentir las raíces más próximas y tener más amplitud de miras, ¿verdad?
A DE CENIZAS:
Me gusta mucho lo de transportar la maceta de las raíces allá a donde se vaya...
A JUAN NAVARRO:
ResponderEliminarAdemás de aprender de tu comentario, lo comparto en su totalidad. Sobre todo, por la amplitud de miras.
A V (VERÓNICA):
Te deseo que sigas encontrando ese bienestar dondequiera que te halles.
Un abrazo, Vero
A JOTA MATE:
Me satisface también verificar que sabes apreciar y estimar lo que está más allá de las fronteras políticas.
Un abrazo Jota Mate
A GROUCHO:
ResponderEliminarPosiblemente el mar del pirata de Espronceda sea la imagen más amplia y libre que se pueda tener de la patria
AL DR. KRAPP:
Menos lo referente a las gaitas – como si no hubiera más que las gallegas - comparto el resto de tu comentario y lo aplaudo calurosamente.
A BERNARDINAS:
Cuando dices que en España hay muchos lugares donde no te encuentras bien me viene a la memoria una frase que nos decía mucho un profesor de FEN : “Amamos a España porque no nos gusta”. Por cierto dicho profesor (I. Caballero) alardeaba, aunque por la bajines, de ser pariente de Largo Caballero...
No sé si te pasa a ti, pero yo, a veces, ejerzo de aragonés en Cataluña, de catalán en Aragón y de español en el extranjero... Todo con mucha moderación, ¿eh?
A TESA:
ResponderEliminarY cuando gana Fernando Alonso, Rafa Nadal... Si aplaudir esos triunfos es ser buen patriota, yo también los aplaudo...
A CARLOS GALEÓN:
Ciertamente, como decía mas arriba, no está reñido amar la tierra natal, la tierra de adopción y la que se tercie. En eso estoy totalmente de acuerdo contigo. Yo también siento afecto por mi tierra natal (Aragón) y por la de acogida (Cataluña) En esta bitácora lo he expresado por activa y por pasiva y sólo me ha granjeado cierta incomprensión en Aragón. Ya ves...
Un abrazo, Carlos
A NOVICIA DALILA:
Pues yo no veo que lo que expresa Juan Navarro – que comparto totalmente – tenga que ver con lo que tú manifiestas... Seguramente estoy espeso.
Un abrazo, Novicia
A CRISTALOOK:
ResponderEliminar¿Qué os pasa a los gallegos con las dichosas gaitas? Ni que fueran de vuestra exclusiva propiedad...
Las palabras “tolerancia” y “recíproca” que traes a colación de forma tan oportuna lo solventa todo. Pero si algo aborrezco del patriotismo vociferante es la intolerancia que muestran hacia los de según qué de otras patrias...
Vuelvo agradecerte el esfuerzo que haces y la fidelidad que manifiestas. Ya sabes a qué me refiero, ¿no?
Un abrazo, admirada Cristal
A LISEBE:
Menos mal que tu compartes las gaitas conmigo y no como otros...
Besos, estimada Lisebe.
A ANGIE:
Me encanta tu comentario y lo comparto en su totalidad. Con unas u otras palabras la mayoría de los comentaristas han coincidido en el fondo. Sin embargo, todos sabemos que hay más que piensan de otra manera. Más que pensar, sienten de otra manera. Y los sentimientos, ya se sabe...
Besos, Angie
Pasar por tu espacio, es siempre un placer Luis. No te quepa la menor duda de que si no fuese así, no lo leería todo de cabo a rabo... jeje.
ResponderEliminarUn beso.
Pues igual estabas tú espeso y yo tb me expliqué mal (o poco).
ResponderEliminarPara mí no hay (o no debería haber) más fronteras que las físicas. Cualquier otra de índole político, o incluso social, me parece artificial que ha obedecido nada más que a interes, mayormente económicos. Esto lo he dicho varias veces en mi blog, porque este tema ya lo toqué yo en su día...
Pero, viviendo como vivimos en un mundo con todo tipo de distinciones, de ninguneos, de límites y prejuicios, cuando yo hablo con algún colega extranjero, si salen a relucir nuestros tópicos, yo los defiendo si se tercia con uñas y dientes, porque no tolero que ninguno de ellos menosprecie a nuestro país dejándose llevar por ideas preconcebidas o por etiquetas que nos hemos colgado mutuamente... Y sobre todo, que nos consideren inferiores a ellos porque sí. Y esto pasa, lo queramos ver o no.
Feliz semana, Luis
No sé si ahora está más claro.
A cristal00k:
ResponderEliminarEres como el sol de mediodía que no provoca sombras
A Novicia Dalila:
ResponderEliminarMe aclaras algunas dudas, pero no todas.
Para mí la marca ESPAÑA tiene - como todas, supongo - luces y sobras. Me encantan las luces y me apenan las sombras por más avaladas que estén por la historia, la tradición y las costumbres. Yo defiendo lo defendible y ataco lo que me avergüenza y rechazo enérgicamente toda suerte de prepotencias patriótica descalificadoras de propios y ajenos.
Unos conocidos franceses que residen en Montpellier me preguntaron qué opinaba de esas costumbres que perviven en Manganeses de la Polvorosa (Zamora) de tirar a una cabra desde lo alto de la torre y del toro alanceado de la Vega, Tordesillas. Les contesté que, aunque se trataba de algo muy local y minoritario, me avergonzaba mucho. Para algunos esta respuesta es antipatriótica... Ah, se me olvidaba, a estos franceses les encantan las corridas de toros y acostumbran a ir a las que se celebran en Nimes...
Feliz semana, Novicia y un abrazo