Ante la corrupción social y política que observamos en el ruedo ibérico o en otros ámbitos caben diversas actitudes morales. Haré referencia sólo a dos de ellas:
Una podría ser la de aquella persona con sensibilidad social que reacciona emocionalmente ante las inmoralidades y manifiesta indignación, asco, rabia y vergüenza. Esta alteración de carácter afectivo es vital en primera instancia para poder orientar la conducta personal con más serenidad y firmeza en contra de toda esa suerte de hechos intolerables que llegan a su conocimiento. Con harta frecuencia muchos no vamos más allá de la alteración emocional... Sólo los mejores aprovechan ese impulso para pensar y actuar.
Otra podría ser la que caracteriza al indiferente o desmoralizado (1) (des-moralizado, carente de moral) que, lastrado por la apatía o la comodidad, vive ajeno a tales desafueros como si la cosa no fuese con él... Estas personas, con las que se identifican también no pocos y hasta alardean de ello o tratan de justificarse, son inmorales y carentes de valores éticos porque todavía no han incorporado a su manera de ser la distinción que existe entre el bien y el mal...
(1) Ya sé que otra acepción de desmoralizado es la de desanimado...
Creo que este resumen de actitudes es algo maniqueo y falto de multitud de matices y gradaciones. Conozco a mucha gente que no son indignados y tampoco son apáticos, cómodos o inmorales… Hay mucha gente que sencillamente trata de sobrevivir con toda su bondad a cuestas y no entiende muchas cosas de las que pasan, pero es porque les desborda la situación. Creo que en este caso estás argumentando desde tu punto de vista y eligiendo cuál es el lado bueno y moralmente aceptable. Incluso te arriesgas a calificar de mejores a unos que otros. Hay tanta gente que no están en ninguna de esas dos orillas…
ResponderEliminarUn abrazo.
A Joselu:
ResponderEliminarEn el inicio del texto escribo:"Ante la corrupción social y política que observamos en el ruedo ibérico o en otros ámbitos caben diversas actitudes morales. Haré referencia sólo a dos de ellas"
Por lo tanto, ni hay resumen ni otra pretensión que vaya más allá de introducir el tema... Nunca pretendo dar lecciones magistrales de nada porque tengo bien claras mis limitaciones.
Y por supuesto que se trata de una opinión personal. ¿Qué otra cosa podía ser?
Que manifieste mi admiració por las personas capaces de afrontar esos hechos con algo más que indignación...¿es maniqueísmo? Pues, muy bien, acepto el adjetivo.
Los "desmoralizados" o apáticos son conformistas congénitos a los que seguramente les ha faltado solidez intelectual para llegar a plantearse qué es la ética o la moralidad. O quizás su proliferación sea también cuestión generacional... la consecuencia de ese "pasotismo" que lleva años fraguándose.
ResponderEliminarHaciendo autocrítica, de aquellas carreras en la universidad con los "grises" detrás... queda cansancio y desilusión... ¡Y mucha indignación! pero pocas fuerzas para la acción.
un abrazo
Me quedo con el término "desanimado" ...que es el estado de ánimo que nos está embargando a algunos con más frecuencia últimamente, dada la situación de crisis económica y política que vivimos.
ResponderEliminarUna vez más tienes toda la razón amigo mío, solo que este tipo de español -y digo español, porque es un producto típico nuestro -, y al que ayudado mucho a su existencia la Iglesia (al tener en sus manos la enseñanza), y la Falta de democracia.
ResponderEliminarYa Antonio Machado en "Campos de Castilla" dedica un poema a este tipo de español, poema que luego J.M Serrat pondría música. Es el titulado "Del pasado efímero", y que termina diciendo:
Este hombre no es de ayer ni de mañana;
sino de nunca: de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es un fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
ésa que hoy tiene la cabeza cana.
Esto es más o menos lo que ocurre con este tipo de personas que se despreocupan de los problemas que les atañen a ellos igual que a los demás, pero se niegan a saber algo como pretexto para no cooperar, o que piensan que se pueden resolver por sí mismos sus dificultades sin tener que recurrir a nadie. En los países sajones tal forma de conducta no es imaginable, en parte por la influencia de la religión protestante en vez de la católica, que les obliga más a la buena acción y da importancia al grupo social, y menos a la fe en el dogma. Pero ese es otro cantar.
Saludos y un abrazo.
Me temo que va llegando el momento de que cada vez sean menos los indiferentes. Es decir, me alegro.
ResponderEliminarResulta curioso cómo la corrupción política no merece el rechazo de los ciudadanos, el fraude recibe el aplauso o la comprensión y la corrupción económica la admiración. Me temo que está en la raíz de buena parte del desánimo o la indiferencia. ¿Habrá una explicación histórica? Supongo, pero mientras la encontramos no estaría demás empezar por desalojar de la vida pública a los sinvergüenzas.
ResponderEliminarTienes toda la razón,Luis, y en ello abundan varios de los comentaristas. No se puede ser indiferente frente a la corrupción, la mentira, la prepotencia o la utilización de la política para el medro económico particular. El problema es que el espíritu crítico es débil en la sociedad española, acostumbrada a comulgar con ruedas de molino y a utilizar distintas varas de medir a la hora de enjuiciar un comportamiento deleznable. Desde luego, hay muchos matices a la hora de manifestar - explícita o implícitamente - el rechazo hacia quienes confunden lo público con la privado (que no otra cosa es la corrupción) pero que, como sucede en Valencia, la corrupción campe por sus respetos, sea avalada electoralmente y se pase por alto además la nefasta gestión de quienes gobiernan en esa Comunidad es un ejemplo patente de que el comportamiento ético de muchos españoles deja muchísimo que desear. A la vista de lo que se avecina soy muy pesimista al respecto.
ResponderEliminarIndiferencia+cobardía+inmoralidad = Corrupción social. Todos tenemos nuestra parte de culpa. Los cargos públicos son elegidos. Cuando se vuelve a depositar su confianza en ellos, sabiendo -o con indicios- de que han cometido irregularidades en su gestión, la responsabilidad se hace extensiva a todos. Es probable que no tengamos los mejores políticos, pero tampoco tenemos la mejor sociedad. El casi un 25% de la economía sumergida, así lo certifica.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con Fernando Manero.
Saludos,
El mundo es ahora igual que hace quinientos años: están los que se indignan y actúan, están los que simplemente se indignan y con eso se dan por satisfechos, están los apáticos y están también los que adoptan la postura del Cándido de Voltaire, libro que he citado y citaré con seguridad en muchas ocasiones, me refiero a los que viendo que la injusticia está generalizada entre tirios y troyanos, deciden cultivar la huerta que tienen a su alrededor, con la pretensión de al menos crear un pequeño huerto de vida y libertad en medio del erial.
ResponderEliminar¿Cómo podemos escandalizarnos ante las grandes inmoralidades si con nosotros mismos y los nos rodean reproducimos las mismas miserias a pequeña escala?
Yo estoy en el primer grupo, y cuando no lo soporto, intento estar en el segundo. A veces pesa tanto que termino ahogá yo sola. Luego vuelvo al primero, y así sin parar.
ResponderEliminarBesos, Luis Antonio.
Es normal que se caiga en la apatía o en la indignación, según los casos. El mundo que nos ha tocado vivir propicia esta bipolaridad de actitudes. Yo creo que cada cual según su carácter (con sus bondades y maldades, claro) se mete inconscientemente en el grupo que más se le acomode.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si tienes razón. Ocurre sin embargo, que la única oportunidad "válida" que tenemos es el voto. De todos modos opino que estos son los mismos argumentos que utilizan los salvadores de las patrias que se erigen en golpes de estado... por nuestro bien.
ResponderEliminar1- No estamos diseñados igual. Sí, a alguien le puede parecer eso ¿determinismo cutre? pero es así. De no serlo, todos serían eminencias, y los trabajos inferiores (que son muchos, penosos, ineludibles y variados) los tendría que hacer Rita la Cantaora, que habría que invertarla y pluriemplearla.
ResponderEliminar2- ¿Por qué las injusticias son cíclicas y nunca pueden erradicarse del todo? ¿cada generación tiene que tener su dosis de injusticias y bregar con ellas?
3- Y después existen los agravios comparativos, distintas situaciones individuales, camufladas en situaciones generales, en las que se mete a todo el mundo por igual, y se pretende la misma capacidad de reacción.
4- Recuerdo que mi adorado Pepe Rubianes, decía que aquí teníamos problemas de ricos. Con lo que no es lo mismo alguien a quien le niegan el PIRMI, está a punto de ser deshauciado de su vivienda, que unos funcionarios que se quejan porque les han bajado el sueldo.
5- ¿Cómo se canaliza todo eso para que la indignación se materialice en en algo que represente a todas esas subcapas?
6- La indiferencia es un estado que a veces es elegido, pero muchas veces, no.
7- Sentir rabia, asco y vergüenza, son sensaciones que pueden no ir más allá. Y quien las siente, a veces, cuando intenta sumarse al colectivo que se supone debe representar a todos los enrabiados, asqueados y avergonzados, descubre, que en ese colectivo solo hay intereses del tipo: ¿qué hay de lo mío?
8- No es tan fácil, Luis Antonio, como catalogar a unos de inmorales y a otros no.
9- Otra cosa es la gente que está en el ajo. Que ha participado en las indecencias y se ha beneficiado de ellas. De esos hay muchos, y los seguirá habiendo.
10- Todavía hay gente con muchos privilegios, que tratan de lavar su conciencia, con cuatro actos teatrales, que no les cuestan un poroto, y al día siguiente se sienten legitimados a decir que ellos participaron para cambiar algo, cuando sabían de sobras que sus privilegios seguirían intactos.
Y no quiero poner más puntos, porque me darían para escribir hasta el 2050, y esto solo es un entretenimiento, no vamos a cambiar nada.
Saludos.
A De cenizas:
ResponderEliminarQuizás el “pasotismo”, como bien dices, es consecuencia de la desilusión que tuvimos los que quisimos hacer algo, pero nos quedamos con las ganas...
Un abrazo
A Tesa:
La inmensa mayoría utiliza esa palabra con la acepción que tú señalas....
A Carlos Galeón:
No exageres, amigo Carlos, puedo tener mis razones, pero nunca toda la razón.
Me pintas el mundo protestante como algo idílico y no sé qué pensar, pero tengo la intuición de que vuelves a exagerar, aunque mi desconocimiento de esa realidad es bastante considerable...
Un abrazo
A Pedro Ojeda Escudero:
ResponderEliminarMe gustaría compartir ese “temor”...
A Juan Navarro:
Eso responde a una falta de ética. ¿Qué otra cosa puede ser no distinguir entre lo malo y lo bueno? Seguramente hay raíces históricas como bien dice el Dr. Krapp.
A Fernando Manero:
Quizás la indiferencia obedezca a muchas razones o sinrazones, pero a mí me solivianta. Por lo menos algo de cabreo como mínimo, ¿no? Ante tantas corruptelas, ¿se puede uno quedar cruzado de brazos? Supongo que muchos que lo hacen es porque desconfían que haya nada que hacer... Pero lo de votar a políticos corruptos clama al cielo.
A Benjamín:
ResponderEliminarSin duda, la inmensa mayoría somos responsables de lo que está pasando, pero eso no debe conducir forzosamente a la in-acción o cruce de brazos. Si se cambiase la Ley Electoral y se pudiese votar a personas y no a partidos, quizás mejoraría el nivel de los políticos. Pero a los partidos actuales no les interesa y no están por la labor. Y la “madera de héroe” es tan escasa...
Al Dr. Krapp:
Pero hace mil años no era igual, ¿no? Yo también estoy por cultivar el huertecito de mi entorno. Menos da una piedra. Bien por Cándido a falta...de otras luces. Tienes razón cuando aludes al imperio de la hipocresía...
A V (de Vero):
Lo de cambiar de grupo es todo menos inmovilismo. El mal de las contradicciones es muy común, estimada Vero.
Un abrazo
Hay cosas que no se pueden entender. Seguir votando a gente corrupta es una de ellas. Son nuestros dirigentes tienen un mandato del pueblo, y ese, en ningún caso, es sacar provecho particular de nada, y menos forrarse.
ResponderEliminarCreo que todos nos alteramos en determinados momentos pero a unos nos alteran unas cosas y a otros otras, justificados por valores y principios diferentes.
Hay que quejarse, hay que decir no, hay que hacerse oír, hay que defender lo que uno cree que es justo.
Besos.
A Miguel:
ResponderEliminarTienes razón, pero con esas respuestas a los conflictos no se cambia nada. Y eso entraña una corresponsabilidad del estado de cosas, ¿no?
Un abrazo
A P Vázquez "ORIENTADOR" :
El voto sería más válido si la Ley Electoral se modificase hacia una mayor apertura: votar a personas y no a partidos, por ejemplo.
A Atalaya:
ResponderEliminarCuando expreso lo que expreso hago autocrítica, ¿eh?, porque yo no me considero mejor que nadie. Tampoco peor, claro.
Tienes razón cuando señalas la dificultad de etiquetar a unos de inmorales y a otros no. Sobre todo a los que no son los causantes directos de tales inmoralidades, pero quedarse impasible ante tales hechos me parece, como mínimo, reprobable. Ya ves que modero el adjetivo.
Te seré sincero. Uno escribe lo que en un momento le preocupa, le interesa, le motiva, le roe las entrañas, etc. Fruto de esa necesidad sale lo que sale... Pero cuando se participa a los demás quienes, a su vez, hacen sus aportaciones y piensas en lo expresado por unos y por otros, con harta frecuencia te enriqueces y si volvieses a abordar el tema, lo harías de otra manera. Seguramente, con más criterio.
Por eso no me duelen prendas para cambiar la palabra “inmoral” por la de “reprobable”...
Y por eso me gusta platear temas de debate y reflexión: se aprende.
Un abrazo y gracias
A Angie:
ResponderEliminarTienes razón, yo tampoco entiendo que se pueda votar a gente culpable o sospechosa de actos inmorales. Pero ya ves... País... como diría Forges.
También tienes razón cuando señalas las respuestas variadas que damos unos y otros a según qué sucesos.
Pero algo habrá que hacer, ¿no? Además de lamentarnos, indignarnos o cruzarnos de brazos.
Un fuerte abrazo, Angie
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLuis Antonio, permíteme un apunte sobre eso que planteabas de cambiar la Ley Electoral, que es algo muy reivindicado sobre todo por el movimiento 15 M ¿serviría de mucho en las grandes ciudades?
ResponderEliminarYo admito no conocer a casi ninguno de los aspirantes a diputado, concejal, o lo que sea, exceptuando a los cabezas de lista, o a los que se exponen en el meollo mediático.
Supongo que en localidades pequeñas, si conocerán a todos los aspirantes que van en las listas de los partidos.
De todas formas, aunque solo fuera para descartar a los corruptos conocidos por sus actos, ya valdría la pena la reforma de esa Ley Electoral.
Yo también estoy muy preocupada por la situación actual, así que te agradezco infinito que plantees estos debates.
Aunque, como es lógico, entre col y col, alternes una lechuga (temas amables) como debe ser.
Estoy de acuerdo con que hay que hacer algo, pero no solo manifestaciones o ruido, que pueden convertirse en algo mecánico, carente de contenido, sino sobre todo, cambiar el chip.
Aceptar que este modelo que nos habíamos creído, de eterno endeudamiento (dicen los expertos que en España el endudamiento particular o de las familias, es superior al del Estado) no es sostenible.
La gente se creyó que tenía derecho a pisos de tropocientos millones, hipotecados a 30 años, a cochazos, a vacaciones a crédito...
Hay que volver a una modestia asumible. Y sobre todo exigir un mayor control sobre los mercados y la especulación financiera.
Pero todo eso, ahora, con la amenaza constante de ser un país intervenido, parece ser que no es viable.
Ahora se imponen las tijeras, y de ahí no se va a mover ningún gobierno, ni el central, ni los autonómicos.
Ya ves lo que está pasando en Cataluña con la Sanidad Pública, y con el despido de sanitarios de todas las categorías. Por no hablar el recorte en educación.
Y ya ves lo que está pasando con un país como Grecia, cuna de nuestra civilización, al borde de la bancarrota, y ya pueden manifestarse o quemarse a lo bonzo, no servirá de nada, ya que su propio gobierno ha admitido que no tiene fondos públicos más allá del mes de octubre.
Como anécdota, decirte que me ha parecido lamentable esta última sesión de control al Gobierno actual, con una oposición impresentable, a cara de perro con el árbol caído.
Eso es lo que me aterra, que la alternancia la tengan que representar estos supuestos gestores eficaces, de soberbia infinita, que parecen ser siempre los salvadores de los entuertos de la izquierda. Es algo que me encoleriza; esa arrogancia revestida de eficiencia que me da repelús.
En fin, ya te dije que podría escribir hasta el 2050, pero no porque tenga nada nuevo que decir, ya que todo lo que he escrito lo sabemos todos, sino porque el tema, al igual que a ti, me preocupa mucho, e incluso me cabrea.
Te eximo de que me respondas, ya que ha quedado clarísima tu postura y respuesta dada a todos, y agradecerte de nuevo que abras estos debates de interés general.
Saludos.
A Atalaya.
ResponderEliminarGracias por tu generosa participación, siempre bienvenida.
En los pueblos pequeños y medianos, las personas que encabezan las listas tienen más relevancia, a veces, que los propios partidos.
Las listas abiertas también tienen detractore porque quitan poder a los partidos y lo dan a los electores, porque los elegidos hacen una política muy local, etc. Hay diversas modalidades. Tengo buenas referencias de Finlandia, Suiza, Luxemburgo, etc.
Hola, Luis Antonio:
ResponderEliminarA ver si me voy poniendo al día con vuestros blogs, que últimamente, he estado muy liada.
Y me quedo en esta entrada tan interesante.
Yo creo que cada persona es un mundo diferente y por ello mismo ante la misma situación puede reaccionar de distinta manera, mientras unos lo hacen con rabia, otros con apatía, pero yo creo que donde deberíamos mostrar nuestra indignación es a la hora de ir a votar.
Un beso.
A María:
ResponderEliminarMe alegra saber de ti, María. Tienes razón, votar es algo más que una mera participación. Trataremos de hacerlo de forma reflexiva.
F
Un abrazo.
La indiferencia siempre es un peligro.
ResponderEliminarSe convierte en inmoralidad a veces.
Demasiadas veces.
Parece que todo esté dicho ya en esta entrada, amigo, pero se me ocurre, que más allá de cualquier análisis sociológico, creo que nunca la pasividad ante el desmán, ha sido buena. Y desgraciadamente, hoy, hay motivos más que sobrados, para estar "indignao y reindignao" Luis.
ResponderEliminarY no moverse en ese sentido, hace bueno el aserto de que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen.
A Fermín Gámez:
ResponderEliminarDemasiadas veces es mucho y eso preocupa..
A cristal00k:
ResponderEliminarHago mío, en su totalidad, tu comentario.
A veces me pregunto qué tendrá que ocurrir para que pasemos a la acción... Y me asusta lo que imagino que tiene que ocurrir....