Voy
a un Punt Verd del Ayuntamiento en la Plaza Gala Placidia a tirar un montón de
revistas viejas y descubro entre los libros, allí depositados, un ejemplar casi
nuevo de Alejandro Dumas. Se trata de El
conde de Montecristo. Gracias a sus
novelas y folletines, A. Dumas se convirtió en un auténtico fenómeno literario. Se
le atribuyen más de 1.200 obras, aunque muchas de ellas, dicen, fueron escritas
con colaboradores.
A. Dumas
amasó una fortuna enorme y hasta llegó a construirse un castillo en las afueras
de París. pero su carácter hedonista le llevó despilfarrar todo su dinero hasta
verse obligado a huir de París para escapar de sus múltiples acreedores.
El conde de Montecristo es una de las primeras novelas que leí en mi infancia.
Edmundo Dantés, protagonista de la obra, es un marino joven y agraciado en
todos los sentidos que despierta envidias entre sus enemigos. Enamorado de una
mujer, cuyo nombre no recuerdo, desea casarse con ella. Acusado de ser un
partidario bonapartista, será encarcelado en una isla, lugar del que nadie sale
libre.
Muchos
años de su vida transcurren en esa prisión donde se encontrará con un hombre
culto y sabio, que le abrirá las puertas del saber y le dará la clave para escapar. Libre ya, se desquitará con sus
enemigos. Aventuras apasionantes e historia se confunden y dan pie a que temas
como la justicia, la venganza y el perdón se erijan en protagonistas del mismo.
Junto
con estos recuerdos se asocian otros sobre una serie de libros que están adormilados
en mi memoria, pero que a veces afloran sin saber muy bien el porqué: Los tres mosqueteros, Los Medici, El tulipán
negro, El hombre de la máscara de hierro...
Todas y cada una de ellas me han hecho soñar.
ResponderEliminarCreo que son de lo mejor.
Salut
Nos hicieron soñar en su día....
EliminarSí, yo también tengo buenos recuerdos. Confundo en mi memoria muchos de sus títulos, pero recuerdo que leí uno de ellos, estando interno en Los Escolapios de Zaragoza. Como decían los curas que alguno de sus libros estaban prohibidos, recuerdo leer uno de ellos, enorme, bajo las sabanas y con una linterna. VVM.
ResponderEliminarVicente, me satisface mucho tu presencia en este espacio.
EliminarProhibir los libros incentivaba el interés por leerlos...
Estupendas historias ideales para leer en verano. Dice la leyenda negra que tenía un ejército de "negros" escribiendo sus textos y no sé porqué motivo se ve fatal semejante cosa y parece bien que los grandes pintores del Renacimiento y Barroco realizarán sus grandes obras con el equipo de sus talleres.
ResponderEliminarUn abrazo
Interesante observación. Se nota que entiendes, ¿por qué será?
EliminarUn abrazo
Un autor vital, con una gran producción, seguro que no se distraía con el telefonillo, los whatsApps, la televisión y todos estos medios que nos hacen perder el tiempo.
ResponderEliminarSaludos
Seguro. Cada vez tengo más claro que hay que luchar porque esas distracciones vayan a menos...
EliminarSaludos cordiales
"EL conde de Montecristo", una serie muy bien hecha y recuerdo que el protagonista era Pepe Martín un actor catalán, un guaperas de la epoca...
ResponderEliminarDe Dumas mis hermanos mayores leían sus aventuras y me da por la portada que aqui muestras sea de la misma editorial
Un abrazo y un tranquilo finde L.A.
Otro abrazo para ti, L.A.
EliminarSoy la anónima Bertha :)
ResponderEliminarGracias por aclararlo, porque lo de L.A. me había despistado
EliminarAlejandro Dumas siempre será el autor de esas inolvidables aventuras épicas, en las que la honorabilidad del protagonista hondeaban como bandera, frente a las injusticias, creo que o bien en película o en páginas no queda nadie que no haya disfrutado de ellas. Así que muchas gracias por recordárnoslo LUIS ANTONIO, nunca comprenderé cómo la gente tira libros a la basura…sea el que sea, si ya no los quieres, regálalos o dónalos, hay muchos lugares donde los quieren... de hecho tampoco comprendo cómo se deja de querer a un libro : (
ResponderEliminarMuchos besos y feliz primer finde del mes de Julio!
Me temo que a las nuevas generaciones. A. Dumas les resulta un desconocido. Ojalá me equivoque.
EliminarMuchos besos, María