miércoles, septiembre 11, 2019

Diada de 2019: "Menos Catalunya y más gobernar"


No quiero ocultar la sintonía que siento por lo que expresa Joaquín Luna, al que tengo el gusto de conocer personalmente, en este artículo

Menos banderas y más gobernar



JOAQUÍN LUNA

Vuelven hoy las banderas al viento, el día de la patria y el gentío, aunque otros dirán que es una jornada hermosa, cívica y ejemplar. No lamentaré que la Diada ya no sea de todos, porque, la verdad, nunca la hice mía. Carezco de los resortes imprescindibles para celebrar la Diada (o el Doce de Octubre).

Lo que sí era mío –y ya no– era un sentimiento de orgullo de ser ciudadano de Catalunya, porque primaban valores éticos, racionales y europeístas, machacados estos años por quienes tanto dicen amarla, al modo del “la maté porque era mía”.

El resumen es sencillo: menos Catalunya –como coartada– y más gobernar, porque el siglo XXI transcurre veloz y son siete años en Babia. Sin gobierno pero costeando uno –¡ahora dos!– y a precio de oro.

Esta Catalunya me resulta fea. Yo respeto que el independentismo aspire a materializar su ideal, lo que no trago es que elija vías sin salida por contrarias a principios universales: el respeto a la ley es sagrado y el derecho a la autodeterminación sólo lo reconoce la ONU a las colonias. Punto. Nunca fuimos colonia.

¿Recuerdan el espíritu emprendedor catalán, que desconfiaba de lo ministerial y los funcionarios mesetarios del cortadito? Jamás tuvimos tantos despachos, subdirecciones y momios, justo cuando el marco global permite aligerar la ­administración.

El procesismo es el modus vivendi y Catalunya se ha llenado de chiringuitos. No hay Estado propio pero sí “estructuras de Estado”. ¡De Estado con ínfulas! La república no llega pero para cuando llegue está todo en su sitio, desde los enchufados hasta esas ridículas embajadas –nada que ver con las más de 40 oficinas comerciales de la Generalitat– o el formidable aparato de propaganda que engañó a sabiendas sobre la UE y el reconocimiento y hoy se las ve y se las desea para maquillar el procés: una chapuza política.

¿Cómo puede uno exigir más financiación si administra tan mal la que dispone? Esta hubiese sido una duda a lo Josep Pla pertinente, higiénica y sensata en la Catalunya de antes...

De la modernidad europeísta al carlismo con redes digitales (carlismo se queda). De la filosofía del pacto –mediterránea y rentable– a los desafíos pueriles. Cuando figuras del independentistas admiten que subestimaron al Estado, pienso: ¡semejantes amateurs no se merecen uno!

La Catalunya del mestizaje mira hoy los apellidos de cada cual. O ve el castellano como una fastidiosa herencia. El mérito es irrelevante a la hora de tener un cargo. Coexistimos porque queda educación –valor muy catalán–, pero aún nos endilgan lecciones de superioridad con los presos.

Catalunya pierde empuje y cartel, y el que perderá. Ya se aprecia un efecto del desgobierno –la inseguridad en Barcelona– y llegarán otros.


No nos odiaban, nos admiraban...

20 comentarios:

  1. Suscribo palabra por palabra tu reflexión. Definitivamente esta no es mi fiesta. No me gustan los himnos, ni las épicas nacionales, ni los uniformes, ni los estandartes o banderas. Me siento incómodo entre la masa que solo tiene emociones patrióticas, sean las que sean. Definitivamente esta no es mi fiesta.

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  2. Ni tu fiesta, ni la mía, ni la de muchos...Sin embargo, los voceros del "procés" destacarán la multitudinaria asistencia a la manifestación de esta Diada ignorando que son muchos más los que optan por no participar en ella. Antaño era inclusiva. Hoy es tendenciosamente partidista y excluyente...

    Saludos, Joselu.

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  3. A mí me pasa algo semejante. En cierto modo Cataluña -¿o solo fue Barcelona y su cinturón?- constituyó parte de mi educación sentimental, política e incluso afectiva. Tenía la percepción de que la cultura avanzada del país venía de allí y que los movimientos sociales y políticos de base eran pioneros y espejo en los que muchos nos mirábamos. Hoy no sé dónde moran aquellas experiencias y efluvios. La masificación, que no es sino la fábula del flautista de Hameln, no tiene personalidad propia, responde a intereses de clanes, castas y minorías. Al caciquismo del XIX, al clientelismo del XIX, del XX y del XXI le sigue ese fenómeno del poltronismo, de quienes en Cataluña y en España se agarran a los sillones porque han sido votados, de la misma manera que otros están a la espera porque aspiran a ellos. Y así está pasando lo que está pasando y los vacíos que se crean por un lado se ocupan con la irracionalidad y los irracionales, las banderías de siempre, los mitos más rancios. Personalmente no me siento afectado por las jugadas de naipes peninsulares. Últimamente solo sigo el brexit, jaj. Es más espectacular, arriesgado para todos, sorprendente por lo que toca a un país que parecía inamovible y moderado, en fin, espectáculo y algo más: la leche que nos vamos a pegar todos en la UE si el radicalismo conservador triunfa. De radicales van estos tiempos.

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    1. Efectivamente, hay que distinguir Barcelona y su cinturón del resto de Cataluña.
      Gracias por tu rica aportación.
      saludos, Fackel

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  4. La Diada desde su origen se propuso acentuar la identidad catalana frente al resto, en ese sentido, nada nuevo, aunque está claro que ahora el panorama lúdico se ha convertido en algo propagandístico, tenso y sombrío.

    A mí tampoco me van estas exaltaciones patrióticas vengan de la parte que vengan, cada vez se me antojan más anacrónicas; fíjate que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (las TIC), han posibilitado un mundo global, de comunicación sin fronteras, con la paradoja de ser un mundo gobernado, en gran parte, con políticas tribales, la política en buena parte del orbe sigue sin salir de la aldea, del terruño.
    De eso no puede derivarse una sinergia favorable, constructiva… todo lo contrario, son fuerzas que terminan chocando, y ahí tenemos a los caudillos de la aldea política… los Trump, Putin, Erdoğan, Xi Jinping , Bolsonaro, Boris Johnson, Obiang y tantos. Puigdemont está fuera de circulación.

    Por no hablar de tantos países en donde las religiones rigen su destino y siguen en la Edad Media.

    Un mundo global sometido al imperio y capricho de unas mentes aldeanas es una dislate, y lo que es peor... un polvorín.
    Un abrazo, Luis Antonio.

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    1. No me gusta asistir a manifestaciones masivas sean del signo que sean. Tengo la sensación de que no pocos acuden arrastrados por las consignas y la publicidad. Quizás sea injusto, y pido perdón a las ovejas, pero tales eventos me las recuerdan...
      Para saber lo que piensa la gente, el sistema menos malo es votar...

      Un abrazo, Paco

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  5. Puede que esto que voy a decir ya lo haya dicho en alguna otra ocasión aquí , pero voy a repetirlo por si no fue así . Los nacionalismos TODOS , separan, dividen y enfrentan a la ciudadanía, dicho esto , Cataluña a la que tanto he admirado , especialmente a Barcelona que es lo que mas conozco ; desde la Transición , que dicho sea de paso se hizo como se hizo y por quienes realmente se hizo ; CIU con el " avi " Pujol al frente fue durante muchos años el que " negocio " sus votos con los gobiernos de Felipe González y de Aznar, aquel que hablaba catalán en la intimidad, algo tendrá que ver con la corrupción que se extendió tanto en España como en Cataluña y de aquellos tiempos vienen en parte estas consecuencias , por no remontarme a los tiempos de la II Republica y los acontecimientos que en Cataluña ocurrieron entonces , seria ya muy lago y muy " farragoso " . Un cordial saludo LUISANTONIO

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    1. El tema de Cataluña y su dificultad de encaje en España viene de lejos. Desde el 2012 ha ido a más… ¡ Qué lejos quedan las Olimpiadas del 92 ¡

      Por lo demás, solo se me ocurre decirte, amigo Galanygarciah, que estoy totalmente de acuerdo con todo lo que expresas. Es gratificante verificar que existe la comunión de ideas con otras personas...

      Saludos

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  6. Completamente de acuerdo con lo que dice Joaquín Luna.
    La diada es la expresión de un "negociete", se venden miles y miles de camisetas, banderas, cachivaches y toda clase de simbología sectaria. Se fomenta el pensamiento único y la emoción nacionalista.
    Acuden a Barcelona muchísimos autocares que traen a miles de individuos a participar en la fiesta. Esto me recuerda las manifestaciones de adhesión inquebrantable al régimen franquista, cuando iban a Madrid muchos ociosos a los que les pagaban el bocadillo para aclamar al dictador.
    Salud

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    1. Es inevitable asociar estas manifestaciones con las que mencionas. Detrás de ambas: "pensamiento único, emoción nacionalista y totalitarismo"

      Hay quienes lo comparan con el Día de la Marmota: "Según la creencia, si al salir de su madriguera la marmota no ve su sombra por ser un día nublado, dejará la madriguera, lo cual significa que el invierno terminará pronto. Por el contrario, si la marmota «ve su sombra» por ser un día soleado y se mete de nuevo en la madriguera, ello significa que el invierno durará seis semanas más"

      Saludos

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  7. Sobrevivamos. Nuestros políticos se han echado al monte.

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    1. Hemos sobrevivido a situaciones más complejas y eso fortalece y anima

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  8. Anónimo11:04 p. m.

    La Guardia Urbana cifra la manifestación de la Diada en 600.000 personas
    Es la cifra más baja de todas las ocho concentraciones que comenzaron en 2012

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    1. Siendo todavía muchos, nadie ignora que van a menos.
      Curiosamente nadie cuantifica a los que no asisten a estas "manis"...

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  9. Muy de acuerdo en lo que dices.

    Por cierto, venía en busca del vino de Teruel que habías publicado y no la encuentro.

    Muchos besos.

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    1. https://teruelandia.blogspot.com/

      Aquí te espera una botella, María

      Esos

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  10. Es un bucle sin final, una noria sin sentido, alimentado por falsas utopías y ocultas intenciones. Ahora todo es cosa del orgullo herido y del infantilismo victimista...por ambas partes.
    Un abrazo

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    1. Lo de "infantilismo victimista" define muy bien cierto panorama catalán.

      Un abrazo

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  11. Babia sería una maravilla, esto es un suplicio, aguantar sus solemnidades patrióticas que les vienen de fábula para justificarse.

    Un abrazo.

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    1. Yo intento desconectar y distanciarme, pero no acabo de conseguirlo.

      Un abrazo

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