Estación Lesseps. Penetro
en el vagón del MTB. Está a rebosar. Una chica me mira y me ofrece su asiento
con una sonrisa. Lo acepto y le digo:
- Gràcies. Molt amable.
Por norma, no suelo
aceptar estas gentilezas que me alegran y deprimen a la vez. Todavía puedo aguantar de
pie unas cuantas estaciones. Cuando me acompaña C. suele decirme que la gorra
me añade algunos años a los que tengo. Debe ser esa la razón... Hoy, sin
embargo, y no sé por qué, habría sido una descortesía no aceptar dicho
ofrecimiento.
Abro mi libro y
reanudo la lectura. Se titula "Por
si acaso". Se trata de una colección de máximas, mínimas, aforismos ...de Ángel Gabilondo, aquel que fue ministro de Educación durante los últimos
años de la era de Zapatero. Creo que ha pasado a la historia como hombre
educado buscador de acuerdos y consensos. Poco más. Como autor de este librito,
me gusta mucho.
Al tiempo que leo y
subrayo con fosforito amarillo alguna de las frases, observo a la chica que me
ha cedido el asiento. Está apoyada en el lateral opuesto del vagón. No lleva
auriculares, no manipula el móvil y tampoco lee... Rara avis. Observa
discretamente a los variopintos
viajeros. Predominan los turistas. No hay necesidad de escucharlos. Los
atuendos y los planos que llevan en sus manos los delatan.
En Diagonal queda
libre el asiento de mi derecha. Le hago un gesto, con sonrisa incluida, a mi donante y ésta acepta sentarse a mi lado.
También sonríe.
Sigo con mi lectura y
mis ostentosos subrayados. Observo que ella observa mi libro a hurtadillas. Le doy
facilidades... Cuando subrayo la frase "Hay
sonrisas muy tristes", sonrío, y creo que ella, también.
La frase que destaco a continuación, no sé por qué, pero intuyo que también nos ha gustado a los
dos. Dice así:
"Cuando veo a alguien en silencio, tiendo a
imaginar que es inteligente. En cuanto habla, se me despejan las dudas"
Tiene enjundia, ¿no?
Los altavoces anuncian
la estación de Liceu. Hoy ha durado menos tiempo el trayecto. Me apena tener que cerrar el libro. Lo hago con parsimonia... Lo guardo en mi bolso, me levanto y me despido de ella:
- M´has alegrat el dia, noia. Adéu.
- Vosté, també, senyor. Bon dia.
- Vosté, també, senyor. Bon dia.
Muy linda historia. Hay personas que tienen ese don de alegrarnos el día con solo una acción, un gesto, una sonrisa o una simple palabra.
ResponderEliminarsaludos Luis.
Carlos
Así es. Por eso he querido compartir esta vivencia.
EliminarSaludos, Carlos
Una bonita anécdota salpicada de ese típico interés que nos despiertan los gestos de la gente y lo que presuponen o nuestra mente manipula e intuye.
ResponderEliminarLa frase es muy buena ciertamente ya que cuando hablamos nos delatamos para bien o para mal.
Me alegra que te alegrase el día esa rara avis.
Besos.
Por eso a veces dudamos si procede callar o hablar. Yo suelo optar por lo segundo...
EliminarGracias por tu generosidad, Marinel
Besos
Que buen encuentro!, me ha gustado mucho tu relato y las palabras de despido del final. Ya ves muchas veces coger la plaza cedida puede encaminar empezar un buen día.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto. Por eso he querido compartirlo.
EliminarAbrazos, Mari-Pi
Eso sí es aprovechar bien un viaje urbano... Me compro el libro.
ResponderEliminarTe gustará ese libro porque tú eres un conceptista nato y sabes "lo que vale un peine"
EliminarQue bella historia, porque no dudo que se ha desarrollado una auténtica historia de complicidades.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Has acertado con la palabra: complicidades. Eres muy intuitiva, Luna
EliminarAbrazos
No hay duda que algunos encuentros aunque efímeros, dejan huella....
ResponderEliminarBella experiencia, estimado Luis Antonio, gracias por compartirla. Besos
Gracias por tu visita Marysol.
EliminarBasta un mínimo de sensibilidad para apreciar estos breves instantes...
Abrazos
Unos nos alegran con su llegada, otros cuando se marchan.
ResponderEliminaryo también suelo llevar a cabo acciones como estas, me gusta imaginar.
(interesante lo dela lectura)
Que passes un bon día.
Igualmente te deseo lo mejor, amigo Dapazzi
EliminarEn el metro y a horas punta que es caótico,donde la amabilidad brilla por su ausencia, se ve que tu viaje ha sido en una hora más flexible...
ResponderEliminarNada que estabais para alegraros el día.También tu has sido cortes, porque otro si queda libre un asiento ni se inmuta.y la despedida un regalo.
Feliz fin de semana un abrazo.
Aciertas en lo del Metro. Tenía una deuda con esa chica y no vi a ninguna persona mayor a la que ofrecer el asiento, aunque estaba a la vista...
EliminarUn abrazo, Bertha
Es muy curioso, al observar a la gente, cuando estamos en la estación o el metro, tantos rostros, tantas expresiones, tantas miradas, tan cercanos y tan lejanos, cada uno de su mundo, con sus problemas... recuerdo hace muchos años, cuando apenas existían los móviles, mucha gente iba leyendo libros, ahora, es raro no ver mirar las pantallas de sus móviles.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu texto, Luis Antonio, tanto como el comentario que me has dejado en mi blog: bellísimo.
Un beso.
En el Metro se siguen leyendo libros, sobre todo por parte de mujeres, y el otro pasatiempos, como puedes imaginar, es el móvil....
EliminarGracias por tus palabras, María
Besos
que agradable lectura, gracias
ResponderEliminarsaludos
Así es. Lo mismo pienso de tus poemas...
EliminarSaludos
Para mi eso es lo hermoso de viajar, muchas veces nos perdemos lo que tenemos alrededor por falta de mirada y muchas veces no hay que hacer viajes largos para disfrutarlos. En el metro de Burgos (ejem, ejem) no se dan mucho estos casos...
ResponderEliminarSaber mirar hacia lo que vale la pena es una gran suerte. Suele resultar gratificante... A veces ignoramos lo mucho que hay en nuestro entorno que realmente vale la pena...
EliminarEn Burgos no necesitáis el Metro para nada. Es un privilegio poder acceder a los sitios caminando...
Saludos
Lo has relatado de forma admirable. Entiendo ese sentimiento entre dulce y amargo cuando te ceden el asiento, pero luego todo se recompone ya que quizás tú tenías necesidad de recomponerlo. Estos encuentros casuales, mínimos y sin consecuencias son la sal de la vida pero siempre nos damos cuenta demasiado tarde.
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha gustado tu comentario, amigo Krapp. Siempre te he considerado una persona sensible.
EliminarAbrazos
en busca siempre de nuevos blogs los sabados por la mañana me encuentro con el tuyo
ResponderEliminarMe deja una sonrisa
pronto vuelvo
Me quedo con tu sonrisa. Es bueno compartirla.
EliminarSaludos y hasta cuándo tú quieras...
Todavía queda algo de humano entre los seres. eso da esperanza de que tal vez la cosas cambien.
ResponderEliminarSalut
Hay más humanidad de la que pensamos, pero no siempre sabemos detectarla...
ResponderEliminarSalut i força
Esta entrada me ha traído al recuerdo mis días (años) en Barcelona, me gusta mucho como ciudad...
ResponderEliminarEn relación a una de las frases que citas me ha hecho recordar otra que no sé de quién es que dice: "si quieres conocer a alguien no le mires escúchale"... y es que los prejuicios (sobre todo en el asunto de los hábitos) nos llevan con frecuencia a erróneas conclusiones...
También me has hecho ver en la imagen que describes lo positivo que puede resultar el diálogo intergeneracional para darle a la realidad un espacio que conforte a todos...
He hecho comentarios a lo largo de los post que se muestran en la página principal, sé que llevan mucho retraso y tal vez no los veas, pero me ha resultado muy interesante tu blog, mucho mucho mucho, y he pasado un rato muy agradable interactuando con él y, por ende, contigo y con el resto de lo comentaristas de cuyos comentarios me llevo muchas cosas buenas.
Abrazo.
Abrazo.
Como puedes ver, sí estoy al tanto de los muchos e interesantes comentarios que has dejado. Vuelvo a darte las gracias.
ResponderEliminarTengo curiosidad por conocer el rastro que dejó en tu memoria tu estancia en la ciudad condal.
Todos aprendemos de todos. Ahí está la grandeza de estas interacciones blogueras...
Otro abrazo
Dejó un buen rastro... me enriquecí... disfruté... sobre todo en las rambla cataluña... de canaletas para abajo es una pasada... me gusta mucho Barna... tiene un no sé qué y un qué sé yo que yo no sé qué que engancha... no vi a la gente tan tacaña como dicen, lo que percibí es que saben gastar... estoy generalizando y eso nunca es bueno... pero no puedo particularizar en esto...
ResponderEliminarEn fin, tengo en mi memoria un gratísimo recuerdo de Barna... me movía por el centro... Plaza Urquinaona, Plaza Cataluña, Rambla Cataluña, Paseo de Gracia, Gran Vía de las Cortes Catalanas, Consejo de Ciento (ahí vivía)... es lo que más conozco y me gustaba...
Abrazo.