Tengo la certeza de que la satisfacción que parecen mostrar los llamados “consumidores insaciables o compulsivos” no viene de poseer las cosas, sino de hacer alarde de las mismas ante los demás.
Nadie ignora que la presión social existe, pero deberíamos preguntarnos ¿cuánto nos presiona y cuánto nos dejamos presionar?
Absolutamente de acuerdo. Mucho más que la compulsión de comprar se trata de una necesidad infantil de exhibir lo que se posee porque define quienes somos.
ResponderEliminarEs muy evidente en las mujeres argentinas, a quienes se nos acusa de vestirnos y producirnos (como decimos aquí), para las demás mujeres más que para cautivar las miradas del sexo opuesto.
Nos interesa mucho más el halago de una amiga, compañera de trabajo o cuñada que el de nuestra propia pareja...
Un abrazo.
Yo no estoy de acuerdo. Conozco quien amontona en su armario prendas, con la etiqueta todavía puesta, sin estrenar, y que compraron en uno de esos momentos de "compulsión".
ResponderEliminarNo tienen necesidad de mostrarlo, sencillamente les pilló en el momento en que sienten esa necesidad de hacer la compra, igual que se hubieran comido cuatro pasteles seguidos, de ser esa su adicción ante la ansiedad.
A mi me ha presionado exactamente 37 euros desde septiembre. Una colonia para mi madre, un vestido y una chaqueta para mí en las re-re-rebajas.
ResponderEliminarLa solución es sencilla: quedarse tieso.
:)
Besetes, Luis.
p.s. Y el vestido me sienta de vicio ;D
El asunto de las compras, en la mujer, se define en lucir bien; no hay mujer que no le agrade eso. Pero La mjer siempre se contenta con algo, no siempre tiene que algo caro, sino algo nuevo que realce su alta estima. Ahora bien, la exageracion al comprar si que es una violacion al propio bolcillo. Me encanto tu escrito.
ResponderEliminarSaludos,
Comprar por comprar sin ningún fin más que saciarse de su insaciable insatisfacción personal.
ResponderEliminarUn beso.
Yo ya ni siquiera voy a las rebajas. Conozco gente muy compulsiva a la hora de comprar y ahora comprando a través de internet la cosa se ha agravado. Un abrazo Lola
ResponderEliminarAl comprador/a compulsivo/a, no se le puede preguntar, porque no puede reprimir el deseo de comprar; es una defensa que necesita su propio ego para evitar la autodestrucción, o la persona para no perder la autoestima de sí misma.
ResponderEliminarEntre los que no tenemos ese deseo, sí que nos tenemos que empezar a preguntar - y muy seriamente - qué tipo de cosas son las que de verdad necesitamos, y las que no, de cuáles podemos prescindir, y cuáles son necesarias. La crisis nos obliga a ello, a un consumo más responsable y equilibrado. Y ello en todo lo que consumimos: comida, ropa, electrodomésticos, electrónica, cosas para el hogar...Se puede llegar a un gran ahorro familiar y a un consumo moderado, si no nos dejamos llevar por las novedades y por la propaganda.
Las novedades son caras, se quedan anticuadas en un par de años, y entonces valen menos de la mitad del precio imicial; la propaganda de un producto, la pagamos al comprar elproducto, lo que implica calidad del mismo, sino un coste más elevado a causa de la propaganda. Hacer durar más las cosas es también otra costumbre que debemos de volver a recuperar. Hemos estado viviendo en una sociedad de despilfarro, de usar y tirar, y eso se ha acabado.
Yo hace dos años que practico ya el consumo responsable, y me va estupendamente. Lo recomiendo, porque es reconfortante ver cómo de forma rápida ahorras evitando compras inútiles.
Saludos y un abrazo.
No estoy muy de acuerdo en que la principal motivación sea el alarde ante los demás. Creo que el principal motivador es la libido, el deseo, el ansia por poseer cosas que alivien nuestro vacío interior. Ese ansia se ha convertido en el vórtice sobre el que se asienta toda la sociedad de consumo y es exprimido por los dueños del negocio con autentica prodigalidad. Luego no debemos extrañarnos de que la ansiedad sea la dolencia más extendida entre la población.
ResponderEliminarDe la ansiedad y de la libido nace la necesidad de autoconvencernos de que lo que hemos obtenido merece la pena y como nosotros, en el fondo tenemos dudas sobre su real valor, necesitamos usarlo como un arma que nos defina y nos de categoría frente a los demás. Desconfiamos de ella, sabemos que se nos puede encasquillar, pero nos sirve para reforzar nuestro ego que es nuestro mayor tesoro.
No estoy de acuerdo con esa forma de interpretar la compra compulsiva. Yo creo que más bien es el simple placer de comprar y comprar lo que lleva a la gente a comportarse así. De hecho, en cuanto se les pasa el subidón, son muchos los que van directamente a devolver lo comprado....
ResponderEliminarUn beso, Luis
la verdad, estamos hechos a medida del status quo
ResponderEliminarsaludos
Somos entes absorbentes y lo saben.
ResponderEliminarPublicitan hasta la saciedad porque saben que la respuesta será mayoritaria.
Nos bombardean más,pero también asumimos el bombardeo gustosos en más de una ocasión.
Besos.
Estoy de acuerdo contigo, pero además pienso que hay una necesidad inconsciente de compensarnos por nuestras respectivas carencias y frustraciones. Si a todo ello le añades la influencia que la publicidad tiene en nuestros hábitos de consumo el resultado es que compramos y consumimos muchas cosas que, en realidad, no necesitamos.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Luís Antonio.
Reconozco que no soy un adicto a la ropa, ni a los adornos de casa, ni a los coches, ni a los perfumes… pero algo de comprador sí que soy de productos de tecnología, pero no es porque quiera hacer alarde de los mismos ante los demás. Eso me tiene sin cuidado. ¡Quién los va a ver! No, es una sensación de progreso, de estar en el mundo, de disfrutar de las últimas aportaciones de la tecnología. Ya estoy salivando ante la futura generación de ordenadores de grafeno que será lo que vendrá en cinco o seis años. Dejarán a todos lo que tenemos ahora a la altura de lo elemental. No quiero ni pensar cuando se una la tecnología del grafeno a la concepción cuántica de la informática. Tal vez veinte años. Nunca se sabe. Espero poderlo ver.
ResponderEliminarNo sé si aún queda tanta gente que consuma con agonía. Creo que cada vez son menos. Creo.
ResponderEliminarOjalá esta crisis sirva de algo. Que no olvidemos nunca estos años y que nos dediquemos más a cultivar el alma que a consumir cosas.
Es tan bonito consumir libros...
Ojalá.
La presión social está ahí, eso está claro, pero creo que todo depende de cada persona. Conozco a gente q compra compulsivamente y no necesitan ninguna presión.
ResponderEliminarBesoss
La presión nos la imponemos, sobre todo, nosotros. No se trata ya de comprar lo que necesitamos, ni siquiera lo que nos apetece o creermos que nos puede facilitar la vida haciéndola más cómoda o atractiva, sino de tener todo lo que tenga el vecino, el amigo o el enemigo y un poco más, si es posible. Si el vecino tiene 500 canales de televisión, nosotros hemos de tener 510, aunque nunca estemos en casa para disfrutar de un par de ellos siquiera, y si la amiga tiene 30 pares de zapatos, nosotras hemos de tener 35 como mínimo, etc... y desde luego esta sociedad del "tanto tienes tanto vales" también presiona, especialmente a aquellos que necesitan o desean ser más valorados que nadie, posiblemente porque tienen más complejos de inferioridad que nadie. ¡Vete tu a saber!
ResponderEliminarY ya no voy a entrar en las "modas" porque entonces no acabaría nunca... personalmente busco más lo cómodo que lo moderno o lo que dicen ser de última temporada, que a veces parece de la primera temporada de mi abuela, pero en fin.
Besos
Buenas tardes Luis, considero estas acciones de algunas personas como una especie de enfermedad, o mania persecutoria introspectiva.
ResponderEliminarDe todas maneras cuando se acaba el poder de adquisicion hay dos caminos dejarlo estar o hacer rastrillo con el genero convulsimamente adquirido.
Con el fin de conseguir de nuevo algo de dinero para seguir gastando.
Que cosas tiene la vida, querido amigo.
Saludos cordiales.
Jesus
A TODOS:
ResponderEliminarEs injusto generalizar conceptos y calificaciones sobre las personas que están excesivamente volcadas en la adquisición de cosas de uno u otro género. La prueba es que muchos habéis distinguido diferentes tipologías y posibles motivaciones para llevar a cabo tales compras. No tengo nada que objetar a todo lo expuesto porque es fruto de experiencias o conocimientos personales de un realismo incuestionable.
Afortunadamente parecemos conscientes de que el consumo por el consumo no nos hace más felices y que, a pesar de saberlo, tampoco tenemos apuro alguno en manifestar nuestras propias incoherencias al mostrar alguna que otra veleidad por comprar según qué...teniendo relativa necesidad de ello.
Tras leer con mucha atención todas vuestras aportaciones, sólo añadiría el adjetivo cuantificador “BASTANTES” a lo expuesto y que serviría para matizar y quitar ese aire de generalización que en modo alguno es procedente. La frase quedaría así:
“ Tengo la certeza de que la satisfacción que parecen mostrar BASTANTES de los llamados consumidores insaciables o compulsivos no viene de poseer cosas, sino de hacer alarde de las mismas ante los demás”.
Me reafirmo en esta frase matizada y os saludo a todos con mucho afecto.
Coincido con esa certeza tuya. El alarde suele ser el objetivo de todo tipo de consumición compulsiva.
ResponderEliminarLa presión social que crea esa necesidad de alardear de lo que se tiene o de lo que se adquiere... es, como toda presión social, vacua.
A Fermín Gámez:
ResponderEliminarMe alegra que compartamos alguna idea.