En la entrada anterior manifestaba mis afectos por el gallo literario que despertaba a las gallinas cantando arias de Verdi y Rigoletto y por el gato filósofo de Botero. Podría sumar a estos a Platero y al osito de peluche de mi más tierna infancia. También expresaba cierto pesar por los animalitos enjaulados en los puestos de las Ramblas de Barcelona. Sin embargo, tengo que confesar que nunca se me ha ocurrido tener una mascota en casa. Sea un perro, un gato o un loro... Considero que un piso, sobre todo de ciudad, no reúne las condiciones para albergar a uno de estos animalitos de compañía y todo lo referente al cuidado y a la higiene se me hace muy cuesta arriba. La idea de una pecera grande me rondó por la cabeza, pero sin más...Quizá pueda pecar de maniático. No sé. Lo digo con cierto pesar porque me vienen a la memoria escenas muy tiernas de personas que conviven con estos animales. No tengo la menor duda de que dicha experiencia puede resultar muy gratificante y también sé que hasta puede, incluso, hacernos mejores. Anatole France decía algo así, “Hasta que no hayas amado a un animal, parte de tu alma estará dormida” Y también los hay que consideran que convivir con un animal te puede hacer más sabio y tener un concepto de la vida más solidario y abierto. Gandhi identificaba el grado de civilización de un país por la forma en que trata a los animales.
Estoy totalmente en contra del maltrato de los animales y, aunque taurino en otro tiempo, hoy entiendo que muchos estén en contra de tales festejos y no deploro las prohibiciones. También siento inquina incontenida por las personas que, teniendo mascotas, las abandonan, maltratan o no cumplen con los deberes que generan. Pero hoy por hoy no me pasa por la cabeza la idea de convivir con uno de estos fieles animalitos de compañía. Tampoco soy de los que dicen “de esta agua no beberé...”
Tuve. No tengo. Si vuelvo a tener será por mi hija.
ResponderEliminarEso sí, yo nunca llamaré mascota a un animal que viva conmigo.
Luis Antonio,comparto tu criterio respecto de no tener algun animalito para los que vivimos en un piso. Viví 32 años en una casa grande con un gran sitio, fuera de la ciudad. Durante todo ese tiempo llegamos a tener 4 perros, se casaron mis hijos y nos vinimos con mi mujer a vivir a un piso a la ciudad. Acá tener un perro, sería como un castigo para el animal, ya que este necesita espacio para correr y moverse sin restricciones, de lo contrario es como un castigo para el animal.
ResponderEliminarSaludos
¿Llegará este comentario a su destino? a ver si hay suerte. Estoy de acuerdo con Anatole France, y no es la primera vez. En una sociedad donde el ser humano vive más encerrado en su celda habitacional de forma casi neurótica, un animal puede ser de inestimable ayuda para salir de uno mismo. Entiendo las necesidades de espacio de un perro pero un gato o alguna otra especie es perfectamente compatible con un piso.
ResponderEliminarYo tengo perro y gato, aunq los he dejado (acompanyados) en Espanya. A ratos los echo de menos, por lo q te dan los animales q no te dan las personas (en el caso del perro es adoracion sin condiciones). Pero tener mascotas es muy jodido, son como ninyos de cuya felicidad eres responsable... Y los joputas q ponen mas y mas prohibiciones a su libertad ("no deje suelto a su perro", dicen cuando mi labrador sale deseando correr y desfogarse y perseguir una pelota y correr de nuevo y oler aqui y alla) no lo hacen mas facil. En un monte cercano a jerez, bueno para hacer rutas, no permiten soltarlo tampoco... asi q tal vez sea bueno no tener perros ni gatos, porque tampoco se tiene mucha humanidad por ahæi....
ResponderEliminarUn abrazo desde noruega (donde no existen las enyes, aunq si muchas øs y æs y ås)
Pienso igual que tú, pero lo cierto es que me gustaría tener un perro, un pastor alemán. Son unos animales que me inspiran confianza. No sé si algún día podré tenerlo, y creo que es cierto que hasta que no se tiene un animal, parte del alma está dormida. Estoy convencido. Cuando me jubile (¡santa inocencia!) si es antes de los setenta, quiero hacer un viaje de un año por África. Si no puedo, creo que me compraría un perro. Tengo las mismas contradicciones que tú.
ResponderEliminarPara quien convive con dos perros y dos gatos, está claro lo que piensa al respecto... Pero he llegado a hacerlo, cuando mis hijos aún vivían en casa, con dos perros, tres gatos, varios peces y un hamster... eso sí, en una casa. En un piso es más difícil, pero los animales (sin exagerar) se adaptan bien casi a todo.
ResponderEliminarY lo recomiendo encarecidamente a cualquiera que pueda... es realmente fantástico comprobar que hay seres capaces de "dar" todo sin esperar ningún beneficio (que no sea una caricia o un mimo...) a cambio.
Tampoco cambiaría mis paseos por la playa con mis yorkies al atardecer por ná de ná, de ná!
Pero bueno yo más que una "conversa" soy una adicta a las mascotas. En lo que supongo que influye lo suyo haber crecido en una casa de pueblo, llenita de animales.
Abrazos.
Yo sí soy partidaria de tener animales en casa. Creo que aportan muchas cosas positivas a la vida familiar... Desde la compañía que hacen hasta los turnos para ocuparse de ellos y la responsabilidad de cuidarles.
ResponderEliminarEn mi casa ahora mismo tenemos un gato y dos pájaros y forman parte de la vida familiar.
Hemos tenido de todo... tortugas, hamsters, iguanas, un acuario precioso.... Perro nunca, con lo que me gustan a mí... pero no podríamos atenderle en condiciones, así que me aguanto y no lo tengo...
Un beso, Luis
Yo tuve un perrito (Toby) cuando era pequeño. Y la experiencia fue positiva en todos los aspectos. Ese tipo de animales tienen algo especial. De veras. Y casi treinta años después, mi hija ha adoptado una perrita (Lluna) y no digo que nos ha cambiado la vida, pero te aseguro que ha puesto una gota de ternura en nuestras vidas.
ResponderEliminarUn abrazo.
He escrito antes un comentario y como se me va Internet lo he perdido. Escribo de nuevo. Decía que yo no tengo animales en casa pero no es porque no me gusten. Siempre me ha parecido una gran responsabilidad tenerlos y sí que lo he considerado una atadura en cierta medida.
ResponderEliminarEn casa de mis padres sí hubo, más de uno, pero era mi madre quien acababa cuidándolos y no quien los traía a casa. Hasta que se plantó. También tuvimos un chivo, al que se cargaron en alguna comunión y dicen que yo no paraba de llorar cuando me enteré. Yo me acuerdo del chivo pero no me acuerdo de lo de llorar.
Siempre he estado cerca de animales. Mi tía, que vivía cerca y no tuvo hijos, tuvo más de un perro aunque los dos que conocí parecían uno la prolongación del anterior, igual de locos e inquietos. Ir a su casa era un jolgorio para ellos, te hacían mil fiestas. Después, un día que fui a verla, al llegar a su casa encontré una gatita recién parida cerca su puerta, muerta de frío y mojada de haber llovido. Llena de bichos también. Sin decir nada a mi tío fuimos a casa de una vecina y allí la lavamos y quitamos todos los bichos que tenía, que eran muchos, vamos se la estaban comiendo viva. Cuando aparecimos con la gata en casa a mi tío casi le dio un infarto. “Solo hasta que le encuentre dueño”, dijo. Pero allí se quedó para siempre.
Creo que mi tía siempre ha necesitado volcar ese afecto tan sano e incondicional. Para no dar follón, como dice ella; se fue a una residencia, lejos y se compró una casa al lado para que fuéramos a verla. Como hacía dos años que no la veía fui a visitarla en Semana Santa y sorpresa: estaba criando pájaros. Ella sola había organizado todo el cotarro. Tenía dos y vivíamos con el horario de tomas de los pájaros. En cuanto la veían piaban como desesperados. Era una maravilla verla darlos de comer en aquel ventanal de la terraza. Había preparado una cajita pequeña con unos algodones para que estuvieran cómodos; los sujetaba y con un palillo les daba la comida, solo les faltaba el babero porque hasta el pico por debajo les iba limpiando de cuando en cuando. Claro que, de tanto en tanto, surgían los problemas, porque aunque tiene 80 años es una mujer muy enérgica y cuando sonaba el teléfono se levantaba de repente, soltaba al pájaro y luego había que buscarlo entre sofás y mesas. A mí todo esto me parece bien, lo que ya no me parece tan bien es que se haya comprado un coche, un Picanto, después de 10 años sin conducir; dice que quiere tener más independencia y yo le digo que se deje de coches y se busque un buen taxista que la lleve y la traiga cuando ella quiera. En fin, que no vivo, entre esto y que está cerca del terremoto de Lorca a mí me va a dar algo.
Fuera los irresponsables que creen que los animales son juguetes, los tratan como tales y luego los dejan en cualquier carretera.
Besos, Luis Antonio. Lo siento si me he enrollado mucho pero es que lo de los pájaros ha sido toda una experiencia y lo tengo bien reciente, por ahí tengo fotos de los intentos de evasión fracasados de los cándidos pájarillos.
Si a los animales en la familia. No están igual que en libertad pero muchos de ellos se adaptan a compartir piso con nosotros. Al menos nuestra "Laika" no parece estar descontenta. Anda un poco recelosa debido a que por el conducto de ventilación, todos los años tenemos algún invitado. Ahora mismo estamos tratanto de sacar adelante un mirlo que se ha presentado sin avisar. De momento parece que va por buen camino.
ResponderEliminarPues yo tengo una perrita, Olivia, que casi me cabe en las dos manos. El otro dia se perdió un rato y pasé un miedo tremendo pensando en que pasaría sed y hambre.
ResponderEliminarLa tengo ya diez años y espero que viva mucho. Besos Lola
A TODOS:
ResponderEliminarCon vuestros comentarios me habéis confirmado lo que intuía: sois mayoritariamente amantes de los animales domésticos y eso dice mucho y bueno de vosotros. Tampoco pretendo hacer extensivo esta opinión a la mayoría. Entre los amantes de los animales también hay casos excepcionales: Hitler, por ejemplo, adoraba a los perros y parece ser que durante el Tercer Reich hubo leyes que prohibían cocer vivos a los crustáceos...
Sin tratar de justificar mis recelos diré que he tenido vecinos con animales en casa que no han sido muy ejemplares en el cuidado de los mismos. Escuchar los lamentos de una perrita que araña la puerta y gime apenada por hallarse sola la mayor parte del día dice muy poco en favor de sus dueños...
Pero también reconozco que soy un poco maniático y que se me hace un poco cuesta arriba asumir los cuidados, sobre todo en lo referente a la higiene, que supone tener un perrito en un piso... Los gatos, pájaros, etc, no me merecen tan buena consideración como los perros.
Un cordial saludo para todos