Cuando dejo la periferia (1) y me asomo una vez más al interior de esta denostada-venerada y profunda “piel de toro” compruebo con pesar que aún persisten determinados prejuicios - ideas preconcebidas - y creencias que algunos tienen sobre sí mismos, sobre los demás o sobre la vida en general. Todo ello constituye un auténtico lastre que nos vuelve, en cierto modo, a maniatar con el pasado sombrío e inmovilista, supuestamente superado, y que nos impide vivir con la amplitud de miras que quisiéramos hacer también extensible a los demás.
Liberarse y desnudarse de estos prejuicios, revisar las creencias y las querencias propias y ajenas puede constituir un ejercicio sumamente saludable para ampliar las fronteras de este universo tan controvertido por la sempiterna lucha entre las luces y las sombras.
Posiblemente el error que cometemos algunos sea el de la indecisa disyuntiva entre enfrentarnos a este oscurantismo con rocines desbocados y lanzas en ristre o pasar olímpicamente de este cúmulo de sombras anácronicas y siniestras. Quizás esta última opción sea la más pragmática y saludable...
¿Algunos tienen prejuicios?
ResponderEliminarYo creo que todos somos víctimas de nuestros prejuicios. En unos casos serán muy claros o tópicos y en otros no son tan evidentes.
Cada sociedad tiene los prejuicios necesarios para perdurar.
Tampoco creo que debamos liberarnos del todo de ellos, algunos conforman nuestra forma de ser, nos diferencian y nos protegen.
Sin prejuicios toleraríamos muchas cosas inaceptables aunque legales.
Eso sí, conocerlos y cada día sobreponernos en nuestro trato con el resto de las personas, de la forma más cercana posible, dejando los prejuicios en la caja.
Besos.
P.S. Últimamente me mojo muchos en tus posts, seguro que no me trae nada bueno :) (prejuzgando que los demás juzgan)
Los prejuicios son un lastre social que arrastramos desde siempre, aunque el punto de vista va evolucionando a la vez que la sociedad, no dejan de existir. Es difícil, pero no imposible, desligarse de muchos de ellos, aunque es necesaria la intención de hacerlo.
ResponderEliminarEs difícil mirarlo todo y para siempre desde los ojos inocentes y no adulterados de un niño, pero es imprescindible, creo yo, intentarlo y contaminar lo menos posible nuestro juicio con ideas preconcebidas que no son propias.
Prejuzgar.... no es en lo que más fallo yo.
Un beso, Luis
Ah, Luis Antonio, pese a tu aclaración de que te refieres a la periferia en un sentido más amplio que el geográfico, dejémonos de zarandajas y tendrás que convenir que vives en una periferia privilegiada. En el sur de un continente y con lazos terrestres con él, muy cercanos y accesibles.
ResponderEliminarLa geografía tampoco es inocente. No hay nada inocente en esta representación en la que creemos que tenemos algo que ver, cuando somos simples títeres a merced de nuestras limitaciones.
El interior es receloso, pero tiene sus motivos. Si no hay intercambio, si no hay una intromisión constante de visiones foráneas, pues es lógico preservar el inmovilismo. Esto es así, y así será por los siglos de los siglos.
En territorios cerrados de mente, los rocines poco tendrían que rascar. Al Quijote de turno no lo apoyan ni las ratas. Se queda solo, más solo que la una. Mejor el pasotismo que tú has dicho, y que sean las propias generaciones más jovenes las que limpien todo ese óxido acumulado.
No me preguntes porque no comentaba últimamente. Ando por otros lares de letraheridos, con mayor o peor fortuna, Luis Antonio, la red está llena de ellos.
Saludos.
Si la gente fuera libre de verdad, si no estuviera maniatada a atávicas creencias que se le han inoculalo hábilmente, a lo mejor no cabría hablar de prejuicios en esta nuestra piel de toro (con perdón)...
ResponderEliminarUn abrazo.
Quizá tenemos pendiente pasar por la Ilustración.
ResponderEliminarEs más fácil ver los prejuicios ajenos que los propios, lo cual es una obviedad.
ResponderEliminarLa desconfianza ciudad-mundo rural, la desconfianza Cataluña-Aragón, la desconfianza periferia-interior se basa en prejuicios alimentados por las dos partes.
Existe el prejuicio del paisano hacia el forastero que pone patas arriba las normas establecidas en cada microcosmos rural, pero también hay prejuicios del urbanita cuando rechaza sistemáticamente todo lo que proceda de ese mundo que para él es sinónimo de atraso.
Abrir las ventanas, tener una mirada abierta e intentar comprender es algo incompatible con la necesidad de preservar la propia posición social.
A ATHENA:
ResponderEliminarMe parece estupendo que te mojes y no debes tener miedo alguno a decir lo que piensas. No me gustan los comentarios “pastelito”.
Creo que los prejuicios son inevitables, pero no me gustan nada, tanto si son positivos como negativos. Y lo que más me disgusta es verificar que yo también tengo los míos...
Besos y feliz viaje a las Galias
A NOVICIA DALILA:
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo con lo que expones. También estoy intentando lo de no conjugar ni ejercitar el verbo prejuzgar, pero “ necesito mejorar”...
Besos, Novicia
A ATALAYA:
ResponderEliminarHay quien no tiene tan buen concepto del Sur...pero el tuyo es gratificante.
Hoy día, por más que estés en el interior, la comunicación es muy factible. Sin embargo, me consta que muchos no quieren saber más de lo que saben y ahí están...
Con los “rocines” consigo alguna victoria pírrica...en sueños. La actitud que tengo más que meridianamente clara en estos momentos es la de “pasar”, pero tampoco es fácil...aunque resulte cómoda.
Relacionaba tu ausencia con las vacaciones, pero veo que no descansas y que, inquieta, navegas por esos espacios dejando huella de tu buenhacer. Me alegra muchísimo este reencuentro y una vez más tengo que darte las gracias por tus aportaciones que no tienen desperdicio alguno.
Un abrazo, Atalaya
A MIGUEL:
ResponderEliminarDe una u otra guisa, es posible que los prejuicios evolucionen, pero en modo alguno...desaparezcan.
Un abrazo
A PEDRO OJEDA ESCUDERO:
La Ilustración ha llegado a algunos lugares de este país con menos de 15 watios...Por eso estamos todavía a "dos velas".
AL DR. KRAPP:
ResponderEliminarHoy, y no es la primera vez, tengo que darte toda la razón. Tus consideraciones son sabias y reales. Tomo nota, sobre todo, de los prejuicios del urbanita, aunque haya nacido en un pueblo...
Gracias por la aportación. Todo un lujo para este espacio
Los prejuicios me horrorizan, sobre todo cuando me los descubro en mi mismo. Creo que tener conciencia de ellos ya es un paso para eliminarlos, o al menos, concederles la importancia que merecen. En cualquier caso, siempre aprecio los textos, las imágenes, las películas que se esfuerzan en romper prejuicios, sobre todos aquellos que permanecen instalados de forma colectiva, ya que, al perpetuarse, son los más dificiles de romper
ResponderEliminarASUJARI BEJARIVE:
ResponderEliminarEl problema es que con harta frecuencia detectamos más los ajenos que los propios...
Hummmm, entrada polémica habemus... pero no temas, no voy a entrar al trapo, porque al final, todos! (yo la primera) terminamos por arrimar el ascua a nuestra sardina.
ResponderEliminarFaltan aquí muchas definiciones, inútiles por otra parte, porque no es lo mismo "oscurantismo" o cualesquiera el concepto, en una cultura que en otra, Cada uno tiene su verdad y la defiende cuando "le tocan" aquello que le importa.
En todo caso, sombras las hubo, las hay y las habrá... y en todas partes cuecen habas! humana conditio, amigo.
P.D.: De refranero y locución latina vamos...
A Cristal00k:
ResponderEliminarEsta vez has escurrido el bulto. ¿Y eso? El "oscurantismo" al que me refiero es el de nuestra cultura y no la de otros. O sea que...
Aquí te ha brotado la vena "galega", ¿verdad?
Otro abrazo