Nosotros asociamos el texto de la entrevista a la visita que realizó Blasco Ibáñez dicho año a Zaragoza con motivo del homenaje y la inauguración del busto dedicado al conocido periodista zaragozano Mariano de Cavia, gran amigo del novelista, y ubicado en la Plaza de Aragón.
Aparte de su incesante actividad política como dirigente republicano y perseguido en ciertos momentos, por esas fechas, el autor de La Catedral o de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, por poner dos ejemplos de sus novelas más leídas, ya era un escritor de prestigio en todo el mundo, incluso en EEUU cuyos libros habían alcanzado el número uno en el hit-parade de las ventas.
Lo de los orígenes turolenses de Blasco Ibáñez no es nada nuevo, pues este hecho era recogido ya en 2011 por Roberto Cifre en el nº 5 de la revista Aguilar Natural, editada por la Plataforma cultural creada en dicho pueblo, donde publicaba el artículo Blasco Ibáñez: intertextualismo en Aguilar del Alfambra; o por el turolense Francisco Lázaro Polo que escribió en la revista Turia (Nº 121-122) otro artículo con el nombre de Los ‘churros’ en la narrativa de Vicente Blasco Ibáñez. Seguro que habrá publicado algún trabajo más sobre los antecedentes turolenses del escritor levantino, pero creemos que con estas dos referencias son suficientes.p
Volviendo a la entrevista, vemos cómo el propio Blasco Ibáñez, no sin cierta sorna, reconoce la procedencia de Aguilar del Alfambra de su padre, Gaspar Blasco Teruel, que siendo joven (unos 18 o 20 años, según Cifre) habría emigrado a la ciudad de Valencia ante la curiosa disyuntiva vital de ser tendero o cura. Una vez instalado en Valencia el padre, dedicado al comercio según algunas informaciones, se casó con Ramona Ibáñez Martínez, natural de Calatayud, de la que nació el niño Blasco Ibáñez en 1867, de ahí que en la entrevista reconociera que sus padres fueran “aragoneses”.
Aclaremos que el topónimo de la localidad de nacimiento del padre de Blasco Ibáñez, Aguilar, al igual que el de otros muchos pueblos de España, cambió a partir de un decreto del Gobierno en 1917. En este caso se le añadió seguramente “del Alfambra”.
La entrevista proseguía en las siguientes líneas, hablando Blasco Ibáñez de sus recuerdos infantiles sobre su estancia en Aguilar:
“Yo recuerdo, cuando era chico, en la última guerra civil, que en aquel pueblo no se utilizaba la moneda. Las cosas se cambiaban por productos como huevos o por trigo. Muy interesante.
Debía Usted recorrer despacio Aragón.Pienso hacerlo. Quiero recorrer todo. Quiero ver Teruel y Albarracín y las viejas ciudades aragonesas. ¿Sabe Usted lo más me ha llamado la atención de todo lo que he visto desde que entré en España? Alcañiz. Es muy bonito y muy interesante. Yo viajo en automóvil, no por ir deprisa como los demás, sino por ir despacio y detenerme a donde me parece…”
Como vemos, Blasco Ibáñez no olvidó sus orígenes y siendo niño debió de visitar Aguilar de Alfambra en algunas ocasiones pues no olvidemos que en este pueblo seguían residiendo familiares como abuelos, tíos, primos… y lo que más le sorprendía era la utilización del trueque, el intercambio de productos sin el empleo del dinero, una forma anticuada de comercio, que en el mundo rural era habitual mientras que a un ciudadano residente en Valencia le debía sorprender.
Tanto Lázaro Polo como Cifré han rastreado algunas de las obras de Blasco Ibáñez y a través de su lectura han encontrado numerosas referencias a la provincia de Teruel con alusiones directas a Aguilar de Alfambra y a otros pueblos del Maestrazgo, a la tercera guerra carlista de 1874 tan nefasta para Teruel… o a la presencia de personajes turolenses en novelas clásicas del autor como Cañas y Barro o Arroz y Tartana.
Nací en Andorra ( Teruel ), ¿se nota?
ResponderEliminarBlasco Ibáñez también escribió La Araña Negra si tienen ocasion no duden en leerla
ResponderEliminarNo tengo WiFi. Todavía estoy en el pueblo. Hasta pronto
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