Algún comentarista ha dicho que Cataluña
va camino de sustituir las barreras ideológicas partidistas por las fronteras
identitarias. Me temo que es verdad. Cada vez se habla más de independentistas
y unionistas y menos de izquierdas, derechas, conservadores o progresistas. Las
pruebas son evidentes. En este momento, partidos tan dispares como
Convergència, Esquerra Republicana y CUP están discutiendo la conformación del
gobierno constituyente que inicie la "hoja
de ruta" que conduzca a la independencia. Las diferencias entre los
tres partidos son abismales, pero el factor identitario catalanista les hace
compartir la misma cama. Increíble. No sé que saldrá de esta cohabitacion...
Lo mismo podríamos decir del sector
unionista. En él se pueden distinguir dos grupos: PSC y Sí que es Pot que apuestan por una tercera vía y Ciutadans y PP que la rechazan, pero
todos coinciden en no apoyar la independencia. Otra cama, también revuelta.
Es evidente que no hay que fiarse en
absoluto de los que detentan el poder y se empeñan en que nuestras emociones
discurran única y exclusivamente por los cauces
que ellos consideran convenientes. Hasta pueden llegar al extremo de
convertir nuestros sentimientos en leyes o preceptos... Ahí estamos, sometidos
a las emociones manipuladas y sin cauces ni puentes de diálogo entre ambas
identidades.
Si los dos gobiernos resultantes de las
elecciones del 27 - S y del 20 - D no muestran una actitud más dialogante, esto
puede acabar como el "rosario de la
aurora". Algo que no pueden ignorar ambos es que muchos que han votado
por la independencia y otros muchos que lo han hecho por lo contrario,
aceptarían una reforma constitucional que implique una mejora del
autogobierno. Ahí está la clave. Espero que en el resto de España haya
comprensión con esta demanda...
Cada vez estoy más de acuerdo con Mafalda...
Siempre estarán las barreras ideológicas. La cuestión identitaria está y estará en tablas. Pero hay que gobernar: esa es la clave de lo que pase a partir de ahora. También en España, claro...
ResponderEliminarMe cuesta imaginar cómo pueden gobernar conjuntamente partidos tan dispares - Convergència, Esquerra y la CUP - aunque compartan el proyecto independentista...
EliminarComparto con Mafalda que son cansinos, pero estos son peligrosos.Que echen mano de la Memoria Histórica que sucede cuando comienzan las revueltas que ellos generan. Porque el pueblo llano ya bastante tiene con el día a día.Si Unamuno levantara la cabeza se vuelve a morir, ya pago con destierro y desprecios.
ResponderEliminarLa unión hace la fuerza, y otra cosa son las señas de identidad de cada región que eso bien concienciado enriquece.
Un abrazo Luis Antonio.
Realmente, tras estas elecciones, ha quedado un panorama muy confuso. No sé qué va a pasar, pero todo tiene mala pinta. A ver si los resultados del 20 N conforman un gobierno más clarividente que el actual para abordar este espinoso asunto...
EliminarAbrazos, Bertha
Por más que me informe y me esfuerce, no lo comprendo, pero es que vivo en una sociedad escindida que creo irreconciliable e incomprensible también. Creo que quienes tienen la responsabilidad de propiciar la reconciliación son los dirigentes, aunque es posible que esto que desea toda persona de bien no les convenga, por eso de "Divide y reinarás".
ResponderEliminarUn abrazo, Luis Antonio.
Fer
Los dirigentes actuales de España y Cataluña no dialogan ni negocian. Eso contribuye a radicalizar las posiciones. El próximo 20 - D se celebrarán elecciones generales. Algunos, quizás un tanto ingenuos, confiamos que el próximo gobierno, resultantes de tales comicios, aborde este grave asunto con más flexibilidad e inteligencia que el actual...
EliminarGracias por interesarte por asuntos tan distantes. Sé de tus lazos con este país...
Abrazos, Fer
Mi querido LUIS ANTONIO, totalmente de acuerdo con tu impresión, aunque sinceramente, visto lo visto ya! ni siquiera creo que la resolución de esta ecuación dependa de ningún referéndum , ni de nada de lo que decida PP , PSOE.... ni San Pedro ni en Madrid, ni en Pernambuco.. diga lo que diga quien lo diga, los sordos no escucharán. Estoy harta de fanáticos, me da igual con qué asunto! Y hartísima de los manipuladores que arrastran manadas enfervoriza a la mesiánica misión de inventarse urgentemente un país, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.
ResponderEliminar... ¿ Tú crees que si ahora se hiciera un referéndum como sé deseas tu y sale tal cual salió en las pasadas elecciones un 52% que NO quieren la independencia ese resultado cerraría este conflicto? ¿ los secesionistas iban a replegar velas e irse tranquilamente a su casa? Me temo que NO mi querido amigo..
Siento muchísimo lo que desde fuera parece ocurre en Cataluña y más que por nadie, por los ciudadanos que vivís ahí. Me resulta inexplicable ( salvo intereses oscuros a quienes solo les preocupe revolver hasta que todo explote, que obvimente los hay) que al 47% de los catalanes solo les preocupe, y tengan como único objetico la secesión. No me puedo creer por ejemplo que a los trabajadores de la planta de del grupo Volkswagen, en Martorell, a los que anuncian reducción de inversiones, les interese escuchar a Mas decir que va a seguir con el libro de ruta secesionista, cuando sus puestos de trabajo peligran … ¿el paro se lo va a pagar MAS bailando una sardana ? xD! Qué locura.
No sé qué decirte que no se haya dicho, ni cómo consolarte si esto tiene algún consuelo, no lo sé. Te dejo toooodo mi cariño, mi ánimo y Mil besos o más!... y que sepas que a mi me importa un pito si te escindes o te unes o eres catalán o checoslovaco.. incluso si te haces gaitero escocés me gustará! Muaaaaaaks!!
Comparto todo lo que expones, María, y agradezco, sobre todo, tu generosidad y cariño. Esto son regalos que siempre se reciben con gratitud.
EliminarComo abogada que eres, te pido que me des tu opinión sobre lo de desobedecer las leyes cuando se consideran injustas. Hoy, en La Vanguardia, mi amigo y paisano, Iñigo Martínez de Pisón, aborda este tema. Copio un fragmento:
"Las relaciones jurídicas, que sólo pueden derivar de las normas, determinan nuestros derechos y nuestros deberes. La misma ley que me atribuye un poder para realizar una acción atribuye a todos los demás el deber de no impedir esa acción. Así de simple. Ahora es habitual que ciertos políticos proclamen su intención de saltarse la ley, es decir, de quebrantar ese entramado de relaciones jurídicas que regulan nuestra convivencia. Ellos no lo llaman saltarse la ley; ellos lo llaman practicar la desobediencia civil. Unas veces se invoca la desobediencia civil por motivos irreprochables, como frenar los desahucios, proporcionar atención médica a inmigrantes sin papeles o garantizar el suministro de agua y electricidad a quienes no pueden pagarlo. Otras veces, en cambio, la apelación a ese supuesto derecho sólo busca negar legitimidad a unas instituciones tenidas por enemigas: es el caso del independentismo con respecto a las leyes y los tribunales españoles. Reconozcamos que como eslogan no queda mal: contra la injusticia, desobediencia civil! La simple adhesión a ese concepto nos coloca automáticamente en el lado de los buenos. En el lado de Gandhi y su resistencia pacífica contra la opresión colonial, en el de Rosa Parks y su lucha contra la segregación racial, en el de las sufragistas que conquistaron el derecho de las mujeres al voto... ¿Hay ahora alguien que, pudiendo estar del lado de Gandhi, Rosa Parks o las sufragistas, elegiría ponerse del lado de las leyes injustas que gracias a su coraje acabaron convertidas en papel mojado? El problema es quién decide lo que es justo y lo que no. ¿Se decide votando a mano alzada en una asamblea? ¿Lo deciden los líderes de los partidos? Volvemos al territorio del viejo derecho natural, que cree en un ideal de justicia de raíces teológicas, previa y superior al derecho positivo, ese complejo y delicado sistema de equilibrios que está en la base de los modernos estados de derecho. Para aceptar el derecho natural, dice Bobbio, la justicia tendría que ser "una verdad evidente o por lo menos demostrable como una verdad matemática, de modo que nadie pudiera tener dudas sobre lo que es justo o injusto". Ojalá pudiéramos encontrar la verdad matemática de las sentencias y las leyes controvertidas, pero el simple hecho de que sean controvertidas parece refutar esa posibilidad. La justicia, como todo, es opinable. Pero, al igual que ocurre con los penaltis dudosos y los fueras de juego, hay quienes sólo dan por buenas las leyes que les favorecen y sólo acatan las decisiones de los tribunales cuando les dan la razón. Y eso no se llama desobediencia civil, sino ventajismo"
Muchos besos, estimada María y perdona porque te ponga deberes, con lo mucho que se están cuestionando últimamente...
Veremos a ver qué pasa con las elecciones del 20 D, de todas formas solo ya de pensar en la política me entra malestar.
ResponderEliminarUn beso dulce de seda.
Pues tu "beso dulce de seda" me alivia todo el malestar que también me provoca a mí la penosa política que nos está tocando en "suerte" últimamente...
EliminarUn abrazo cálido, apretado y prolongado para ti
Poco entiendo de política que no sea la que vivo aquí en Los Estados Unidos
ResponderEliminarEl mundo esta chiflado y somos parte de todo eso
Interesante tu blog
Imagínate que Florida, el estado en que resides, decide independizarse unilateralmente de USA saltándose la Constitución... Ya me dirás. Algo así puede pasar en Cataluña. Y el drama es que la opinión catalana está dividida en dos mitades: a favor y en contra...
EliminarUn abrazo
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ResponderEliminarUna sociedad fracturada no es fácil de recomponer, sobre todo cuando se ha jugado con sentimientos, emociones e identidades.
ResponderEliminarMe río de la "desobediencia civil" convocada desde el poder político. Para mi queda éticamente anulada. No se puede estar en misa y repicando, pero al "astuto" le cuadra todo.
Un abrazo!!
Señalas dos aspectos preocupantes que no son imaginados, sino todo lo contrario: la fractura social y la falta de respeto a las leyes que algunos han jurado respetar al obtener determinados cargos públicos. Así están las cosas...
EliminarAbrazos, Luna