Daniel Pennac
es uno de los escritores franceses más importantes del momento. Nacido en
Casablanca, Marruecos, en 1944, es docente de literatura, labor que combina con
su carrera narrativa.
Uno de los
libros más conocidos de este autor es “Como una novela” (1993).
En esta obra indaga en el proceso de construcción de la literatura, buscando el
placer de la lectura. Para escribir este ensayo, que, como dice Jacques Nerson
en Le Figaro, se lee como si de una novela se tratase, se
apoya en su experiencia como docente. Confieso que comulgo bastante con sus
ideas.
,
"Como
una novela": Es una obra un tanto insólita, un
auténtico estímulo para la lectura, ha sido uno de los grandes fenómenos de la
cultura francesa y no ha perdido vigencia.
Pennac, profesor de
literatura en un instituto, se propone una tarea tan simple como necesaria en
nuestros días y siempre: que el adolescente pierda el miedo a la lectura, que
lea por placer, que se embarque en un libro como en una aventura personal y
libremente elegida. Todo ello escrito como un monólogo desenfadado, de una
alegría y entusiasmo contagiosos:
"En realidad, no es un libro de reflexión sobre la
lectura —dice el autor—, sino una tentativa de reconciliación con el libro".“Este
antimanual de literatura concluye con un decálogo no de los deberes, sino de
los derechos imprescindibles del lector"
Conozco esta obra
desde hace bastantes años, pero mi amiga
Anabel Rodríguez, que acaba de publicar
la novela "Azaría", citaba
un título de Pennac en Facebook y esto
me ha hecho rememorar a Daniel Pennac y la obra que protagoniza esta entrada.
Son tan breves los
capítulos de "Como una novela"
que no vale la pena resumirlos.
Reproduzco textualmente el 2º. Estoy seguro de que, igual que yo, algunos lectores
se sentirán muy familiarizados con lo que en él se expone. Hubo un tiempo, a
diferencia del actual, que los padres o los abuelos, más que preocupados por lo
poco que leían los hijos o nietos lo estaban por todo lo contrario... Y por lo
que observaremos en este capítulo, en Francia pasaba lo mismo que en nuestro
país...
2
Mucho más
inconcebible, esta aversión por la lectura, si pertenecemos a una generación, a
una época, a un medio, a una familia en los que la tendencia era más bien la de
impedirnos leer.
—¡Venga, deja de
leer, que te vas a quedar sin vista!
—Más vale que salgas
a jugar, hace un tiempo estupendo.
—¡Apaga la luz! ¡Es
tarde!
Sí, siempre hacía
demasiado buen tiempo para leer, y de noche estaba demasiado oscuro.
Fijémonos en que se
trata de leer o no leer, el verbo ya era conjugado en imperativo. En el pasado
ocurría lo mismo. De manera que leer era entonces un acto subversivo. Al
descubrimiento de la novela se añadía la excitación de la desobediencia
familiar. ¡Doble esplendor! ¡Oh, el recuerdo de aquellas horas de lecturas
clandestinas debajo de las mantas a la luz de la linterna eléctrica! ¡Qué veloz
galopaba Ana Karenina hacia su Vronski a aquellas horas de la noche! ¡Ya era
hermoso que aquellos dos se amaran, pero que se amaran en contra de la
prohibición de leer todavía era más hermoso! Se amaban en contra de papá y
mamá, se amaban en contra del deber de mates por terminar, en contra de la
«redacción» que entregar, en contra de la habitación por ordenar, se amaban en
lugar de sentarse a la mesa, se amaban antes del postre, se preferían al
partido de fútbol y a la búsqueda de setas…, se habían elegido y se preferían a
todo… ¡Dios mío, qué gran amor!
Y qué corta era la
novela.
Los que recibimos broncas por leer en exceso, por leer en la cama con
linterna como esta chica
o por leer según qué obras, quizás por espíritu de contradicción o por
falta de otros entretenimientos, hicimos de la lectura un pasatiempo con muchas
connotaciones de rebeldía pasiva y que en algunos casos, tal es el mío, casi se
llegó a convertir en una dependencia o "vicio"...como lo llamaban
algunos por aquel entonces...
Tienes razón : la lectura crea dependencia y si encima encuentras el tema que te interesa ; vicio por vicio: me quedo con este de engullir letras...
ResponderEliminar-Apaga la luz que mañana madrugas y después no hay quien te levante.(esa era mi madre).Y no lo entendía porqué ella nos inculcó el amor por la lectura ...
Pero como bien dices: ese trozo de la novela que descubre quien es quien y ...Aunque te llevaras la reprimenda padre ese momento era sublime verdad jajaja..
.
¡BENDITO REFUGIO LA LECTURA !
Un abrazo ya comienza el Curso
Observo que los de nuestra generación, años arriba o abajo, tuvimos experiencias muy similares. No sé hasta qué punto esas limitaciones que nos ponían nos motivaban a desobedecerlas o no. Lo cierto es que lo prohibido siempre ha tenido muchos alicientes.
EliminarAbrazos, Bertha
Pues espera para que sea leída ya que la acabo de descargar, gracias por la información.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya me dirás...
EliminarAbrazos, Mari-Pi
Que bueno es Pennac, siempre tan al alcance de los ojos y el entendimiento.
ResponderEliminarY es totalmente cierto que nos lo ponían difícil para poder sentir tal a mor a la lectura que ese sentimiento nos traspasara hasta hacerlo invadir a nuestros hijos, por ejemplo. Por suerte y como bien dices, para los que leíamos contra todo, nos dejábamos la piel y el corazón en ese aparentemente simple acto heroico y luego, lo hemos hecho timón donde naveguen los nuestros.
Nunca he entendido que a alguien le cueste leer; si es como viajar desde ti mismo al resto del mundo sensorial de otr@s y vivir lo que esos seres viven!
Magnífico, che. Me encanta leer.
Disculpa mi efusividad con este tema.
Besos, Luis Antonio.
Me alegra saber de ti y también el hecho de que compartamos experiencias y afectos por la lectura. Supongo que hoy compiten con la lectura otras formas de aprendizaje y entretenimiento que también tienen su gancho. Nosotros mismos también estamos, en mayor o menor grado, vinculados y ocupados con las nuevas tecnologías...
EliminarNo hay nada que disculpar. Entiendo y participo de parecida efusividad.
Abrazos, admirada Marinel
Yo leía tebeos con linterna y escondida bajo las sábanas (hasta que mi madre me confiscó la linterna).
ResponderEliminarMe parece que tenemos la batalla perdida con la lectura, lo siento, mi escepticismo ante todo, crece y crece.
No he leído la obra que comentas, así que habrá que buscarla para compartir vicios.
Abrazos!!
Yo, lo he manifestado varias veces, me inicié con tebeos, novelas del Oeste, del FBI, de Zane Grey... Y luego vinieron las otras...
EliminarSoy más optimista que tú. Hay otras formas de lectura. Hasta yo ojeo la prensa en el móvil cuando voy en el Metro....
Abrazos
Me encanta Pennac. Me alegra mucho que el trocito que transcribí el otro día lo haya traído a tu blog. Últimamente no hago más que pensar como atraer a la gente para que lea. Me devano los sesos y no encuentro el medio. Tenemos que hablarlo con tranquilidad, poner ideas en común. En mi familia había quien opinaba que leia demasiado, por suerte mi padre es un lector compulsivo... Un abrazo
ResponderEliminarLo que está cada vez más en crisis es la lectura en los medios convencionales: prensa, libros...de papel. Las pantallas digitales en los diferentes formatos ganan adeptos. Yo también me encuentro entre ellos, sin renunciar a los de siempre. Hoy leía en la prensa que ya hay tantos móviles como habitantes en el mundo...
EliminarEs cierto que no acabamos de encontrar una pedagogía eficiente sobre este asunto y no son pocos los que están sobre él. Seguiremos debatiendo sobre el tema...
Abrazos, Anabel
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ResponderEliminarNo paremos de leer. Quizá salga una buena novela.
ResponderEliminarBuena recomendación.
Ya nos pondrás al día sobre la publicación de tu Poemario. Lo esperamos...
Eliminarjaja ¡qué mágico! el capítulo que nos has regalado de esta " casi novela" no conozco a este autor pero lo buscaré... ha sido amor al primer golpe de letras ;) ... yo nunca fui una gran lectora, lo gustito ...me empezó a apasionar la lectura tarde, en la facultad.. huyendo de los tochos de derecho jaja leía cualquier cosa que cayera en mis manos y así, sin casi darme cuenta a veces se me olvidaba dormir o comer enfrascada en un libro... la lectura como todo necesita su momento... creo que justo porque es una obligación la lectura, despierta tanta aversión entre los estudiantes ... deberían anunciar por todas las redes sociales que la Celestina, el Buscón o qué se yo! el Cántico espiritual son libros satánicos totalmente prohibidos para menores de 23 años y verías como toda la gente menuda los devoraba ;)) nada como prohibir algo para hacerlo apetecible ... sí Sr! listo muy listo Pennac;)
ResponderEliminarEspero mi querido LUIS ANTONIO que tus vacaciones allá entre los abedules turolenses te hayan devuelto feliz a la civilización ... un placer volver a leerte y sentir que mientras nos quede París y tú .. jaja aun hay esperanza ... un beso muy muy grandísimo... aun en modo fantasma... se me han pegado las sábanas pero un día.. no se cuando, me materializaré jaja Muaaaakkss! mientras llega la primavera del otoño;)
Yo tengo experiencia, sobre todo, con los estudiantes de Humanidades y no tengo esa sensación tan pesimista que se respira por ahí sobre la crisis de la lectura. Es, eso sí, una forma de entretenimiento que tiene mucha competencia. En tiempos pasados, las opciones eran mucho más limitadas...
ResponderEliminarHoy, sin embargo, la lectura está al alcance de todos que quieran acceder a ella y el % de personas alfabetizadas va en aumento. Afortunadamente.
No sé si la prohibición de la lectura encendería hoy los deseos de llevarla a cabo como en tiempos pretéritos...Lo que sí está claro es que imponerla de forma imperativa...no funciona en términos generales.
La Celestina y El Buscón Don Pablos, que has citado con estupendo criterio, son dos obras a las que se les puede sacar muchísimo partido. Y están vigentes, por más desfasadas de nuestro contexto que podamos imaginar...En cambio El Lazarillo, novela anticlerical y no picaresca como se nos decía, ha perdido vigencia porque hoy la Iglesia ha perdido relevancia en nuestra sociedad occidental....
Cuando te materialices ya me dirás en qué formato lo haces, para que no te deje escapar...
Muchísimos besos, estimada María y feliz comienzo de curso