
En agosto, y en Aliaga, acostumbro a pasear por la tarde junto al río Guadalope cuando el sol, ya en el ocaso, intenta cegarte, con su último estertor, como despedida agónica. Con frecuencia, y justo en este momento, me viene a la memoria un verso de Juan Ramón Jiménez “La tarde viene cayendo”. Es una simple y sencilla perífrasis verbal, pero ahí está, grabada en la memoria. Antes de llegar al "Molino Alto", camino de la "Masada Romero", en lo alto de un cresta rocosa aparece la cabra montesa de casi cada tarde a la misma hora. Tranquila y sin miedo alguno muestra su perfil joven, inalcanzable... A ella también le gusta la tarde, cuando está cayendo...
“La tarde viene cayendo”
Mientras el río susurra
melodías de guijarros,
los chopos están dormidos
y “la tarde viene cayendo”
En lo alto de una cresta
la silueta de una cabra.
Sobre copas y roquedas
el cielo de azul intenso.
Vengo buscando el camino
que recorrí en otro tiempo.
Vengo buscando las huellas
con aromas ya lejanas.
Camino que compartimos
haciendo castillos juntos,
el tiempo lo ha ido borrando
y los olores son otros.