“La siesta es un perfecto vals de cabeza y cuello"
A veces, me encuentro con la incertidumbre de no saber de qué escribir. Arriesgo demasiado con la pretendida, más que real, capacidad de improvisación. Debería planificar más el mañana, no vivir el hoy de forma tan limitada y tener una carpeta con posts de reserva para estas ocasiones. Hay que contar con la sequía creativa. Mientras pienso esto tendido en el sofá, oigo conversaciones lejanas de los personajes del culebrón de la sobremesa. No hay nada como este tipo de programas para conciliar pacíficamente un sueñecito reparador. Las noticias del día han sido tan similares a las de ayer que no me sugieren ningún tipo de aportación personal. Posiblemente tengan razón los científicos de la Universidad de Manchester cuando descubrieron que las neuronas se muestran soñolientas y menos activas después de comer. La culpa es de la glucosa –dicen- que tiene capacidad de bloqueante cerebral. Cada vez se alejan más las frases de los personajes. Parece el tren de Lara que se aleja por la nevada estepa rusa... Se van apagando por momentos. Seguramente han bajado el volumen del televisor o la glucosa está haciendo su trabajo. Me da igual. Los aumentos de volumen de los anuncios alteran momentáneamente esta sosegada paz que me embarga. Duran poco. La siesta es recomendable para que descanse la mente y se muestre más creativa. Un alma caritativa ha tomado el mando para bajar el volumen. No sé dónde leí que “la siesta es un perfecto vals de cabeza y cuello, girando levemente al compás de alguna ensoñación reservada a su autor, misteriosa e inclasificable siempre". Creo que todavía no estoy dormido del todo cuando noto que me tapan con una bata. Es la mía. Resulta inconfundible. Me hago el dormido feliz exagerando y alargando un suspiro, como de satisfacción beatífica. No quiero sorprender a quien me está mimando en un acto, si duda, de amor.
A veces, me encuentro con la incertidumbre de no saber de qué escribir. Arriesgo demasiado con la pretendida, más que real, capacidad de improvisación. Debería planificar más el mañana, no vivir el hoy de forma tan limitada y tener una carpeta con posts de reserva para estas ocasiones. Hay que contar con la sequía creativa. Mientras pienso esto tendido en el sofá, oigo conversaciones lejanas de los personajes del culebrón de la sobremesa. No hay nada como este tipo de programas para conciliar pacíficamente un sueñecito reparador. Las noticias del día han sido tan similares a las de ayer que no me sugieren ningún tipo de aportación personal. Posiblemente tengan razón los científicos de la Universidad de Manchester cuando descubrieron que las neuronas se muestran soñolientas y menos activas después de comer. La culpa es de la glucosa –dicen- que tiene capacidad de bloqueante cerebral. Cada vez se alejan más las frases de los personajes. Parece el tren de Lara que se aleja por la nevada estepa rusa... Se van apagando por momentos. Seguramente han bajado el volumen del televisor o la glucosa está haciendo su trabajo. Me da igual. Los aumentos de volumen de los anuncios alteran momentáneamente esta sosegada paz que me embarga. Duran poco. La siesta es recomendable para que descanse la mente y se muestre más creativa. Un alma caritativa ha tomado el mando para bajar el volumen. No sé dónde leí que “la siesta es un perfecto vals de cabeza y cuello, girando levemente al compás de alguna ensoñación reservada a su autor, misteriosa e inclasificable siempre". Creo que todavía no estoy dormido del todo cuando noto que me tapan con una bata. Es la mía. Resulta inconfundible. Me hago el dormido feliz exagerando y alargando un suspiro, como de satisfacción beatífica. No quiero sorprender a quien me está mimando en un acto, si duda, de amor.
Què monuuuu!!!
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