Hace ya tiempo (2006) me regalaron un libro con un título muy atractivo, "1001 libros que hay que leer antes de morir". Se trata de un catálogo o listado de la literatura de todos los tiempos editado bajo la dirección de José-Carlos Mainer –antiguo profesor mío, especialista en literatura contemporánea, del que guardo un grato recuerdo- para la literatura española y latinoamericana, y de Peter Boxall en la sección internacional. El libro nos acerca a los autores clásicos y a los actuales y presta atención tanto al criterio de la crítica académica como al favor del público. Tengo que decir que me gustan las selecciones de libros, aunque puedan parecerme arbitrarias, injustas, llenas de agujeros, de caprichos y de amiguismos solapados. Pero son un punto de partida que sumado a la experiencia personal resultan interesantes e ilustrativas. Yo, que presumo de leer bastante sobre todo estos últimos años, al observar los libros que conozco de los seleccionados y los que me faltan me he dado cuenta de mi menguado bagaje como lector.
Es un libro espléndidamente editado, con una cubierta muy vistosa, multitud de ilustraciones, índices de utilidad indiscutible y una encuadernación capaz de soportar los esfuerzos que provoca el manejo frecuente.
Hay que admitir que la desproporción entre el espacio dedicado a la literatura en lengua inglesa y el que se otorga a otras grandes lenguas de cultura puede suponer un cierto obstáculo, pero es sabido que la obra original es de origen anglosajón y esta carga se sigue arrastrando aun con las adaptaciones a otras culturas como es el caso. De hecho, al ojear este libro se llega a la conclusión de lo necesaria que sería en el ámbito de la literatura en lengua española alguna obra semejante, adaptada a los rasgos constitutivos y peculiaridades de nuestra tradición cultural.
Aunque Peter Boxall señala en la introducción que la lista de lecturas “no intenta ser un nuevo canon y no pretende definir ni agotar la novela. Es una lista que vive en plena contradicción entre lo global y lo parcial. Es una lista animado por el espíritu de la novela" (p. 9), lo cierto es que resulta inevitable enfocar esta obra como una propuesta canónica de cierta audacia. Audacia controlada, por supuesto, porque no faltan los clásicos indiscutibles de todas las épocas y todas las literaturas, pero al mismo tiempo una propuesta valiente que da entrada en su selección a las obras de género (eróticas, policíacas y de espionaje, fantásticas y de ciencia ficción) y a muchos escritores contemporáneos. De hecho, si se repasan las fichas correspondientes a los escritores recogidos en las últimas cuatrocientas páginas del libro, se puede comprobar que la mayoría de los que aparecen en ellas están vivos y, en muchos casos, todavía en activo.
Por otra parte, es evidente que la selección de libros y autores, claramente escorada hacia la época contemporánea (de las 958 páginas del libro, más de 700 están dedicadas a la narrativa de los siglos XX y XXI), intenta conectar con la sensibilidad literaria de un lector actual que conoce de primera mano unos cuantos de los autores y obras tratados, a quien le suena el nombre de otros muchos y que sabe de la existencia de algunos por adaptaciones cinematográficas, televisivas o teatrales.
Por exigencias del planteamiento editorial, el nutrido equipo de redactores del volumen (más de 150, mayoritariamente profesores universitarios) ha dedicado un máximo de trescientas palabras a cada una de las brevísimas reseñas que lo componen. Con semejante extensión, es difícil hacer prodigios, pero a juzgar por los comentarios que yo he leído, en general el nivel de las reseñas es más que aceptable.
Ahora se acaba de editar en castellano un libro titulado “Un plan de lectura para toda la vida” de Clifton Fadiman y John S. Major en Ed. Planeta muy anterior al anterior que se elaboró en 1960 para el lector medio americano a través de un centenar de obras fundamentales de la tradición occidental incrementado en 1997 con una treintena de títulos más procedentes de otras culturas. De cada obra se resume el contenido y se hace una valoración de sus méritos e influencia, sin olvidar de establecer referencias cruzadas. También las preferencias se escoran abusivamente hacia el ámbito anglosajón. El autor calcula que la asimilación de su catálogo puede llevar cincuenta años...(El niño rubito de la foto, lector precoz, tiene posibilidades de asimilar dicho catálogo)
He observado en las librerías que existen también otros libros con títulos tan sugerentes como. "Las 1001 películas que hay que ver antes de morir" y "Los 1001 discos que hay que escuchar antes de morir".
Al final de tu comentario haces alusión al de las películas y comentarte que ese me lo compré hará un par de años. Es una selección bastante buena, aunque claro, han metido alguna que otra que yo no hubiera seleccionado ni borracha (Top Gun, por ejemplo). Sin embargo, la mayoría es una estupenda selección y los comentarios son buenos. Imagino que con el de los discos pasará lo mismo.
ResponderEliminarTambién hay otro de la misma editorial que es "Las 1001 pinturas que hay que ver antes de morir". Éste estoy deseando comprármelo, y el de los libros también.
B.