Festín para los sentidos,pero deja helado el corazón
El pasado día 11 escribí un post en el que hacía una breve referencia a la novela Expiación de Ian McEwan a raíz del estreno de la película basada en la misma obra y me manifestaba interesado en verla. Dicho y hecho. El sábado pasado la vimos y la conclusión final es que se trata de una buena película. El guión: muy fiel a la obra original. Las diferencias se hallarán, lógicamente, en los lenguajes de una y otra creación artística.
Argumento: La película comienza en la Gran Bretaña un día muy caluroso de 1935. A pesar de la creciente amenaza de la II Guerra Mundial, Briony Tallis y su familia viven como auténticos privilegiados en su enorme mansión victoriana neogótica. Toda la familia se reune para el fin de semana, pero el opresivo calor y las emergentes emociones reprimidas anuncian acontecimientos pasionales que no tardarán en producirse. Briony es una chica, escritora precoz de 13 años, con mucha imaginación. Una serie de catastróficos malentendidos provoca que acuse a Robbie, de quien secretamente está enamorada, el hijo del ama de llaves y amante de su hermana Cecilia, de una violación que no ha cometido. La acusación destruye el amor naciente entre Robbie y Cecilia, además de cambiar dramáticamente el curso de sus vidas...
Comentario: La película tiene dos partes claras y definidas, la que muestra la vida de la familia y el conflicto que surge en ella, y la posterior, que muestra la historia de amor entre la hermana mayor y el joven en tiempos de guerra.
La película trata, como su título indica, sobre la expiación de una culpa, la de la hermana pequeña, que por error lee algo que no debe y la interpretación de ese texto desencadena todo la tragedia posterior. De hecho, ella es la tercera en discordia y tan protagonista como los otros dos personajes. Una chica cuyo destino y acciones estarán marcados por una culpa, cuyos remordimientos le acompañarán de por vida.
En cuanto a la interpretación quiero destacar, sobre todo, a Saoirse Ronan, la encargada de dar vida a Briony Tallis, la pequeña de la familia a la edad de 13 años. La actriz se “come” la pantalla y ejecuta una gran interpretación. Dicho personaje es representado por nada más y nada menos que tres actrices, diferentes que dan vida a Briony a las edades de 13 y 18 años, y cuando es adulta. Tres actrices que merecen una nominación por su complejo trabajo, el de interpretar coherentemente el mismo personaje yendo más allá de la simple diferencia de edad. Saoirse Ronan, Romola Garaiy Vanessa Redgrave están impecables dando vida a la imposible y compleja Briony. Este personaje, odioso para el espectador en la etapa infantil evoluciona de tal manera, hacia una etapa de aprendiz de enfermera durante la contienda europea, hasta llegar a la fase de escritora profesional que acaba transformando dicho sentimiento de odio por otro de comprensión y pena.
La historia, a pesar de desarrollar una pasión romántica, peca de frialdad. Carece de alma. La novela, sin embargo, logra plasmar esta pasión con un sentimiento tan profundo que conmueve al lector. La dirección de la película no ha logrado este calor sofocante que se desprende del episodio amoroso frustrado por unos celos infantiles y enfermizos.
A nivel técnico la película alcanza un grado de excelencia. La puesta en escena es genial y bastante moderna para el tipo de historia que se cuenta. Montajes picados al principio de la película, acompañados de una música que utiliza ritmos de máquina de escribir para los momentos en los que la hermana pequeña se pone a escribir. Y luego hay algún plano visual y virtuoso de la secuencia espectacular, como el de la playa de Calais en Francia con las tropas británicas exhaustas, vencidas, pero no en su orgullo, esperando su reembarco a la Gran Bretaña. El sacrificio de los caballos ejecutado con detonaciones estruendosas y pasmosa flema británica conforman una escena que agudiza el dramatismo de las consecuencias de la despiadada guerra. El preciosismo de la imagen tremendamente visual de este film supera, con creces, a lo que de sugerente tiene el texto. Quiero decir que la película, desprendidamente generosa con la oferta visual, supera a lo que el texto narrativo pueda sugerir a la imaginación más desbordada. A destacar también la mansión victoriana, tanto estructuralmente como la decoración interior: esa habitación de niña con casa de muñecas y juguetes de madera, los jardines boscosos y la fuerza pasional de la escena de la fuente contemplada con pasmo por la que acabará desencadenando el clímax.
Joe Wright, el director, juega con el montaje para contarnos la historia, dando saltos en el tiempo que nos permiten ver el mismo hecho desde otro punto de vista o simplemente darnos información de una forma menos convencional. Me ha parecido muy interesante el juego con la banda sonora acompañada rítmicamente de cierto ruido demasiado familiar y acorde con el personaje central. Una forma muy original de darnos pistas sobre el desenlace de la película.
Conclusión: Una buena película, en definitiva, que podría haber estado mucho mejor, si el amor, o desamor, tema central de la película, hubiese sido dotado de más alma, de más fuerza, de más romanticismo. Me consta que opta a galardones cinematográficos de postín y no me sorprendería que obtuviese más de uno. Sin embargo, y termino, la película con todo su bagaje positivo, no me ha dejado una huella profunda. La frialdad , el distanciamiento y la espectacularidad visual y sonora con que se ha tratado el tema pasional acaba afectando positivamente a los sentidos, pero dejando un tanto helado el corazón.
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