1.- El torico.- Sobre un alto pedestal columnario de piedra labrada, un torico –algunos forasteros lo tachan de minúsculo con cierta sorna- preside, como si de un tótem hierático se tratase, la vida de la ciudad de Teruel desde el corazón de la misma, la Plaza del Torico, y nos recuerda las raíces de esta pequeña capital según una antigua leyenda. Los turolenses sabemos muy bien que la palabra “torico” es la más apropiada porque lo define con precisión tanto en la faceta dimensional como afectiva. La obra actual (una fuente con cuatro caños con forma de toro) data de 1858 y vino a sustituir a otra más bella realizado en el siglo XVI por Pierres Vedel, el artífice de la canalización de agua de la ciudad.
2.- Remodelación de la Plaza.- Un proyecto del estudio de arquitectos b720, equipo coautor junto a Jean Nouvel de la Torre Agbar de Barcelona está rehabilitando la Plaza del Torico. Las obras, próximas a finalizar, dotarán al pavimento de luz. Parece ser que se trata de una novedad que dará una singularidad espectacular a esta plaza porticada.
3.- La leyenda.- La tradición cuenta que en el siglo XII, durante la Reconquista, el rey Alfonso II tras tomar varias plazas importantes, siguió por la ribera del Martín, y al llegar a lo que ahora es Teruel, dividió a su ejército para enfrentarse a rebeldes en las montañas de Prades, quedando el resto de sus guerreros en las llanuras de Cella con órdenes de permanecer a la defensiva. En este punto es donde se confunden historia y leyenda, pues los guerreros desobedecieron las órdenes del rey, y siguieron a un toro bravo al que le acompañaba una estrella desde el firmamento, pues lo habían visto en sueños premonitorios. Señal que según ellos, marcaba el sitio donde establecer una nueva población. Así, tomaron la fortaleza de Teruel plantando su estandarte en la plaza conquistada.
Este hecho, se encuentra representado en uno de los cuatro cuarteles del escudo de Teruel, con un toro que lleva encima una estrella.
Por otra parte, según la etimología de Teruel, el antiguo Turba o Turbana, proviene de dos palabras hebreas, "thor" y "bat", que significan "lugar del toro".
Según otros autores, la fundación de la ciudad de Teruel se atribuye a los fenicios, que remontando el cauce del río Turia en busca de un lugar para establecerse, encontraron al fin una buena tierra con mucho ganado, levantando allí un pueblo y dando el nombre a dicho río de Turriar o Turia, debido a la abundancia de toros que había, y aplicando el nombre también a la población
2.- Remodelación de la Plaza.- Un proyecto del estudio de arquitectos b720, equipo coautor junto a Jean Nouvel de la Torre Agbar de Barcelona está rehabilitando la Plaza del Torico. Las obras, próximas a finalizar, dotarán al pavimento de luz. Parece ser que se trata de una novedad que dará una singularidad espectacular a esta plaza porticada.
3.- La leyenda.- La tradición cuenta que en el siglo XII, durante la Reconquista, el rey Alfonso II tras tomar varias plazas importantes, siguió por la ribera del Martín, y al llegar a lo que ahora es Teruel, dividió a su ejército para enfrentarse a rebeldes en las montañas de Prades, quedando el resto de sus guerreros en las llanuras de Cella con órdenes de permanecer a la defensiva. En este punto es donde se confunden historia y leyenda, pues los guerreros desobedecieron las órdenes del rey, y siguieron a un toro bravo al que le acompañaba una estrella desde el firmamento, pues lo habían visto en sueños premonitorios. Señal que según ellos, marcaba el sitio donde establecer una nueva población. Así, tomaron la fortaleza de Teruel plantando su estandarte en la plaza conquistada.
Este hecho, se encuentra representado en uno de los cuatro cuarteles del escudo de Teruel, con un toro que lleva encima una estrella.
Por otra parte, según la etimología de Teruel, el antiguo Turba o Turbana, proviene de dos palabras hebreas, "thor" y "bat", que significan "lugar del toro".
Según otros autores, la fundación de la ciudad de Teruel se atribuye a los fenicios, que remontando el cauce del río Turia en busca de un lugar para establecerse, encontraron al fin una buena tierra con mucho ganado, levantando allí un pueblo y dando el nombre a dicho río de Turriar o Turia, debido a la abundancia de toros que había, y aplicando el nombre también a la población
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