Josep Maria Flotats regresa a Barcelona 10 años después de su grave enfrentamiento con el conseller de cultura Joan Maria Pujals. Fue despedido como director del Teatro Nacional de Cataluña (TNC) por acusar al gobierno de la Generalitat de injerencia política en el terreno artístico. Flotats consideró que ningún director de un teatro público puede aceptar imposiciones en la programación de un porcentaje del 35 % de las compañías independientes catalanas de teatro y de danza. Si a esto sumamos el malestar de una buena parte de la profesión con la líneas independiente del flamante director, la ruptura estaba más que cantada. A partir de entonces se trasladó a Madrid donde desde entonces ha hecho teatro en castellano ininterrumpidamente.
Josep Maria Flotats estrenó Stalin el pasado martes en el teatro Tívoli, una producción que dirige y en la que interpreta al dictador soviético. La obra está basada en la novela de Marc Dugain Una ejecución ordinaria. La adaptación teatral de la novela, según ha declarado el actor es un "thriller” político de suspense. Pero es evidente que plantea preguntas. Dicen constantemente que estamos dormidos, que vivimos en un mundo movido sólo por el dinero y donde la globalización puede mandar como quiera. En suma, un teatro de tesis y de reflexión cuya acción transcurre en el Moscú de 1952 durante los dos últimos años de vida de Stalin y en el momento en que se produjo el llamado escándalo de las batas blancas, surgido del miedo del dictador que acusó a los médicos judíos de conspirar contra él y contra el Estado. El dictador soviético, sin embargo, no es el protagonista absoluto, ya que la acción se centra principalmente en el matrimonio de científicos encarnado por Carme Conesa y Pere Eugeni Font.
Recuerdo a Flotats con su pronunciación tan peculiar: las sílabas se prolongan en la voz clara y rotunda del actor catalán. Su dicción es perfecta. Josep María Flotats se gusta y a muchos nos gusta así, aunque pueda pecar de una cierta afectación. Sin estas singularidades dejaría de ser Flotats. También quiero destacar su amor por el teatro clásico: "En otro países como Francia o Inglaterra, el teatro clásico tiene mucha vida porque lo han madurado en las escuelas, han adquirido el gusto por la lectura de este teatro. Aquí no sucede lo mismo, pero es algo que está cambiando".
Josep Maria Flotats estrenó Stalin el pasado martes en el teatro Tívoli, una producción que dirige y en la que interpreta al dictador soviético. La obra está basada en la novela de Marc Dugain Una ejecución ordinaria. La adaptación teatral de la novela, según ha declarado el actor es un "thriller” político de suspense. Pero es evidente que plantea preguntas. Dicen constantemente que estamos dormidos, que vivimos en un mundo movido sólo por el dinero y donde la globalización puede mandar como quiera. En suma, un teatro de tesis y de reflexión cuya acción transcurre en el Moscú de 1952 durante los dos últimos años de vida de Stalin y en el momento en que se produjo el llamado escándalo de las batas blancas, surgido del miedo del dictador que acusó a los médicos judíos de conspirar contra él y contra el Estado. El dictador soviético, sin embargo, no es el protagonista absoluto, ya que la acción se centra principalmente en el matrimonio de científicos encarnado por Carme Conesa y Pere Eugeni Font.
Recuerdo a Flotats con su pronunciación tan peculiar: las sílabas se prolongan en la voz clara y rotunda del actor catalán. Su dicción es perfecta. Josep María Flotats se gusta y a muchos nos gusta así, aunque pueda pecar de una cierta afectación. Sin estas singularidades dejaría de ser Flotats. También quiero destacar su amor por el teatro clásico: "En otro países como Francia o Inglaterra, el teatro clásico tiene mucha vida porque lo han madurado en las escuelas, han adquirido el gusto por la lectura de este teatro. Aquí no sucede lo mismo, pero es algo que está cambiando".
El hecho de haber elegido el 50 aniversario de su vida como actor para regresar a Barcelona resulta simbólico. ¿Acabó su exilio? La presencia del President Montilla en el estreno puede ser significativa. Otras figuras catalanas como Marsillach y Núria Espert también marcharon largo tiempo a Madrid, pero lo hicieron por voluntad propia. El sacrificio de Flotats, afortunadamente, no fue en vano. Desde la temporada 1999-2000 la Generalitat derogó la resolución de las cuotas que, en su día activaron la espoleta de la ruptura con Flotats . Y eso que el TNT se había pensado especialmente para que lo dirigiera este actor afrancesado...
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