Eduard Márquez, autor de libros de poesía, infantiles y juveniles, colecciones de cuentos y novelas para adultos obtuvo, por fin, un reconocimiento que le hace justicia. Me refiero al Premio de la Crítica Catalana 2006 en narrativa por la obra “La decisió de Brandes” (Empúries). En lo que respecta a sus obras infantiles ya hace años que viene cosechando éxitos reiterados. Eduard no tiene inconveniente, antes al contrario, en visitar los distintos centros docentes donde se han seleccionado alguno de sus títulos para los alumnos de una u otra etapa escolar, y explicar anécdotas, dialogar y motivar a los alumnos sobre sus propias obras. Su experiencia como profesor de lengua y literatura castellanas se pone de manifiesto en estas sesiones donde, reitero, hace gala de sus dotes pedagógicas y de su brillante, ameno e incisivo verbo.
El Premio, estoy seguro, le habrá llenado de satisfacción porque sus novelas para adultos necesitaban una inyección de moral y oxígeno. Ya hace años que viene desempeñando una labor narrativa selectiva que, si peca de algo, es de una autoexigencia estilística desmesurada. En algún sitio he leído que el propio Márquez confiesa ser un neurótico de la perfección y que no tiene reparo en dedicar un mínimo de medio año para corregir sus escritos y confiesa que en ese lento y embarazoso proceso «leo mis libros en voz alta un sinnúmero de veces y llego a aprenderme pasajes de memoria». Me lo imagino recitando sus textos con énfasis y unción...
El Premio, estoy seguro, le habrá llenado de satisfacción porque sus novelas para adultos necesitaban una inyección de moral y oxígeno. Ya hace años que viene desempeñando una labor narrativa selectiva que, si peca de algo, es de una autoexigencia estilística desmesurada. En algún sitio he leído que el propio Márquez confiesa ser un neurótico de la perfección y que no tiene reparo en dedicar un mínimo de medio año para corregir sus escritos y confiesa que en ese lento y embarazoso proceso «leo mis libros en voz alta un sinnúmero de veces y llego a aprenderme pasajes de memoria». Me lo imagino recitando sus textos con énfasis y unción...
“La decisión de Brandes” (Alianza Editorial, 2006) es una novela, escrita en primera persona, en la que brotan los recuerdos, hábilmente estructurados, del personaje central. El lector queda seducido desde la primera línea porque Eduard destaca, sobremanera, en la creación de una prosa precisa, ágil y de gran densidad lírica. Su obra poética es la faceta que menos conozco –tiempo al tiempo-, pero estoy seguro de que su poesía rayará a la misma altura, si no más, que la de su obra narrativa.
Brandes, un pintor en el ocaso de su existencia, un personaje imaginario basado en la vida del pintor cubista George Braques, rememora los hechos que han marcado su vida: su paso por las dos guerras mundiales, el exilio, sus amores y desamores , la evolución de sus ideas pictóricas, la presión de los nazis sobre el «arte degenerado» y la influencia que ejercieron en su obra tanto su entorno familiar como algunos de sus maestros. Pero, sobre todo, recuerda la inesperada visita de un asesor de arte de Goering, lugarteniente de Adolf Hitler, con la intención de chantajearle para que cediera al sucesor de Hitler uno de los cuadros que más apreciaba. De hecho, fue una noticia real sobre el expolio de obras de arte a los artistas judíos durante la época nazi la que le inspiró la trama argumental de su narración.
Sin embargo, la prosa de Eduard no necesita apoyarse en una trama apasionante. Por sí sola ya es capaz de colmar al lector más exigente. Y, aunque parezca una petulancia por mi parte, creo que sólo este tipo de lector es capaz de valorar la narrativa de Eduard en su auténtica dimensión. De la misma manera que cuando cayó en mis manos su libro de cuentos titulado “Zugzwang” (Quaderns Crema, 1995), me dejó un tanto estupefacto –el propio título es más que sugerente al respecto- hoy, tras sus anteriores novelas – “Cinco noches de febrero” (Alianza Editorial, 2002) y “El silencio de los árboles” (Alianza Editorial, 2003) y la que nos ha ocupado en este modesto escrito, constituyen sobrados argumentos para profesarle una auténtica y sincera admiración.
Ya hace años que tengo la convicción de que Eduard hizo bien en dejar la docencia convencional para dedicarse a escribir. Ahí están los resultados. Lo que sí lamento es que desde que colgó dichas “botas” los que compartíamos vehículo con él con destino común al colegio –Purín, Ángel, Jordi y el que suscribe- echamos a faltar su sentido del humor, cáustico sí, pero inteligente y ameno.
Para los que quieran más información sobre este escritor ya consagrado, les recomiendo la página web –http://rt002wm1.en.eresmas.net/index.htm/ - de su leal amigo Ángel Seral, “pedazo” de artista del diseño gráfico.
Sin embargo, la prosa de Eduard no necesita apoyarse en una trama apasionante. Por sí sola ya es capaz de colmar al lector más exigente. Y, aunque parezca una petulancia por mi parte, creo que sólo este tipo de lector es capaz de valorar la narrativa de Eduard en su auténtica dimensión. De la misma manera que cuando cayó en mis manos su libro de cuentos titulado “Zugzwang” (Quaderns Crema, 1995), me dejó un tanto estupefacto –el propio título es más que sugerente al respecto- hoy, tras sus anteriores novelas – “Cinco noches de febrero” (Alianza Editorial, 2002) y “El silencio de los árboles” (Alianza Editorial, 2003) y la que nos ha ocupado en este modesto escrito, constituyen sobrados argumentos para profesarle una auténtica y sincera admiración.
Ya hace años que tengo la convicción de que Eduard hizo bien en dejar la docencia convencional para dedicarse a escribir. Ahí están los resultados. Lo que sí lamento es que desde que colgó dichas “botas” los que compartíamos vehículo con él con destino común al colegio –Purín, Ángel, Jordi y el que suscribe- echamos a faltar su sentido del humor, cáustico sí, pero inteligente y ameno.
Para los que quieran más información sobre este escritor ya consagrado, les recomiendo la página web –http://rt002wm1.en.eresmas.net/index.htm/ - de su leal amigo Ángel Seral, “pedazo” de artista del diseño gráfico.
Enhorabuena, Luis, por tu nuevo blog. Es excelente - y no es por adularte-. El texto muy bien presentado y redactado y las fotografías muy adecuadas. (¿De dónde las obtienes?) Te deseo lo mejor en esta nueva andadura personal y literaria. Un abrazo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo. Hoy (20-9-07) publica la prensa la noticia de que el Premio QWERTY de BTV le ha sido concedido a Eduard por su novela LA DECISIÓ DE BRANDES. Se lo merece. Saludos de Busing
ResponderEliminarSara Herrero
ResponderEliminarHola buen escritor, me encantan tus libros, no pararia de leerlos, son muy imaginativos, y por eso me encantan si tubiera más libros e usted me los leería todos.
Bueno ENORABUENA por todo lo que has hecho, y lo que te falta por hacer.
un beso