Qué decir de mi paisano, y amigo de mi padre, que no se haya dicho y escrito ya. Ha viajado por diversos países de Europa y América. De esta experiencia universal le quedan un montón de recuerdos y un sinfín de anécdotas. Con sus noventa y dos años se mantiene firme en sus principios, sencillo de trato, actitud vital positiva y entregado a los suyos. Sigue acudiendo presto allá donde se le requiere. Pero siempre leal retorna a su mundo, al que, de alguna manera llama, teatro natural: el Ventorrillo, el Saso, el Cenallo, las ovejas, el amor a su familia, la palomica y las cerezas de sus jotas...
Andorra, los andorranos de dentro y de fuera, los turolenses, todos los aragoneses y todos aquellos que lo han conocido aquí y allá admiran su voz y sus jotas, pero todos sabemos que su personalidad y sus virtudes humanas están, si cabe, a más altura.
El Sr. Zapater tuvo la gentileza, en su día, de remitirme este poema, autorizando la publicación:
EL PASTOR DE ANDORRAUn día, en “El Ventorrillo”,
hace ya bastantes años,
sonó una jota vibrante,
estremeciendo los campos.
La voz que la interpretaba
se elevó sobre los llanos,
cruzó valles y montañas,
ríos y mares extraños,
y cantó en el mundo entero
los misterios andorranos,
la nobleza de su pueblo,
la gloria de San Macario.
Un día, en “El Ventorrillo”,
rompió a cantar José Iranzo
para subir a los cielos
cual palomica volando.
Y nació el Pastor de Andorra,
entre trigales y pastos;
las ovejas le aplaudían
como ellas saben, balando,
bañadas de sol y hierba
por los senderos del “Saso”,
saciando su sed, más tarde,
en las aguas del “Cenallo”.
Hasta que la voz aquella
llegó a confines lejanos
para provocar aplausos
y despertar entusiasmos.
Pascualica, enamorada,
le iba siguiendo los pasos,
y le acompañó en sus viajes
a países antillanos.
En América y Europa
se expandió la voz y el canto,
y siempre, el Pastor de Andorra,
soñaba con su ganado.
La gloria le sonreía,
el triunfo estaba en sus manos,
pero él cambió todo aquello
por su tierra y su cercado.
Teruel y Andorra, primero,
su familia y sus paisanos;
más vale una buena ronda
que los lujosos teatros.
Y lanzar la voz al viento,
al igual que aquellos años
que, estando en “El Ventorrillo”,
rompió a cantar José IranzoCENTRO PASTOR DE ANDORRA:
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