jueves, noviembre 22, 2007

FERNANDO FERNÁN-GÓMEZ, LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS Y EL KRAUSISMO










Hace unas horas ha fallecido Fernando Fernán-Gómez, grandísimo actor, escritor y también académico. De gran talla cultural y algo ácrata. Triunfó en vida y estoy seguro de que hoy tendrá un amplio reconocimiento en todos los medios. Insustituible, sin duda. Multitud de imágenes, vinculadas a toda mi vida consciente, me vienen a la memoria. Las últimas podrían ser las de la película La lengua de las mariposas, quizás por la vinculación que tiene con el mundo de la docencia.

La película plantea esa especial relación que une a un adulto y a un menor. Don Gregorio -Fernando Fernán Gómez- maestro ya viejo, y su alumno, Moncho -Manuel Lozano- el niño que gusta de aprender y descubrir. El maestro, con sus buenas artes, se esfuerza por entrar en un mundo en el que aporta sus experiencia como maestro y sus ideas como republicano ejemplar. La película trata de muchos temas: la amistad, la escuela, la infancia, la iniciación a la vida, pero también del miedo, del terror, de las miserias de la condición humana… La escena, sacada de YouTube, muestra esa cara dolorosa del maestro al ver a su alumno que le lanza piedras cuando va, camino del fusilamiento, detenido por los falangistas.

La película es muy sugerente. La tarea del maestro debe partir de un diálogo abierto y permanente entre los mismos maestros y entre ellos y su entorno social. La tarea del maestro es distinta en los diferentes contextos sociales y geográficos de un país. No es lo mismo trabajar en el centro de una ciudad que en la periferia, no es lo mismo trabajar en contextos sociales relativamente estables que en lugares en donde se viven las tensiones propias de la violencia; no es lo mismo trabajar con alumnos que cuentan con todos los recursos materiales y culturales que con alumnos que carecen de todo ello.

Se diría que este maestro es fruto palpable de la filosofía krausista y laica de la Institución Libre de Enseñanza que hizo historia. El ideario pedagógico de Francisco Giner de los Ríos no ha perdido vigencia y se palpa en el testimonio humano y profesional de Don Gregorio:

- Su concepción de la educación como actividad formadora de hombres y no solo como transmisora de conocimientos.
- Su concepción del hombre no en virtud de su condición de miembro de la sociedad, sino como un valor en sí mismo que merece respeto y consideración.
- La concepción del niño como “proyecto de hombre” que debe ser respetado en su conciencia y no expuesto a las luchas ideológicas de la sociedad y, por tanto la necesidad de neutralidad religiosa.
- La adopción del método intuitivo o método activo, sustituyendo la coacción por la libre participación del niño.
- La formación del carácter moral, con especial atención al desarrollo de la personalidad.
- El cuidado del cuerpo (higiene y educación física)
- El amor al trabajo y el cultivo de la tolerancia como virtud ciudadana.

Sin duda, los recuerdos asociados a este grandísimo actor y pensador son variopintos, pero en estos momentos la imagen de Don Gregorio es la que tengo más nítida en la memoria y en los afectos. Qué descanse en paz Fernando Fernán-Gómez, pero que el espíritu de Don Gregorio no desaparezca del horizonte de los que todavía creemos que la función docente merece la pena...incluso ahora.

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